Exactamente hace 40 años, el 17 de junio de 1971, el entonces Presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, usó por primera vez el término de "guerra contra las drogas". "El abuso de las drogas es el enemigo número uno de Estados Unidos", aseguró ese día el ex mandatario. Estas palabras fueron acompañadas de un extenso plan para combatir el narcotráfico y la reformulación de las políticas que tenía Washington para combatir este problema tanto a nivel nacional como en el extranjero.
El plan era claro: el castigo severo a los involucrados en la producción, distribución y consumo de drogas eventualmente reduciría la oferta y la demanda.
En 1973, el mandatario escaló en su retórica y aseguró que "este gobierno le ha declarado la guerra global a la amenaza de las drogas" y el 1 de julio de ese año creó la nueva Drug Enforcement Administration (Administración de Cumplimiento de Leyes sobre las Drogas) la actual DEA. El presupuesto de la nueva agencia para 1974 fue de US$ 116 millones. Pese a compartir jurisdicción con el FBI en el ámbito interno, se transformó en la única agencia responsable de coordinar las investigaciones antidrogas fuera del país.
Así EE.UU. comenzó de a poco y bajo muchas administraciones diferentes, a intervenir en los países productores de la materia prima de las drogas, con el argumento de erradicar el problema desde la raíz. Esto se manifestó bajo la firma de acuerdos y mecanismos de cooperación con otros países para ayudarlos a combatir el narcotráfico. Pero esto no siempre fue así.
En 1989, Estados Unidos invadió Panamá, para capturar al dictador Manuel Antonio Noriega, contra quien la DEA había levantado varios cargos por tráfico de drogas a EE.UU. Otra polémica actuación se produjo en 1990, cuando el mexicano Humberto Alvarez-Machain fue capturado (sin la notificación a las autoridades de ese país) en Guadalajara por hombres contratados por la DEA y enviado a Texas. Tuvo que ser devuelto a México.
Pero el plan antidrogas continuó: en 1993, según algunos medios norteamericanos, agentes de EE.UU. habrían formado parte del "Bloque de búsqueda", junto a la policía y Ejército de Colombia para capturar al líder del cartel de Medellín, Pablo Escobar, quien resultó muerto en el operativo. En ese mismo país, EE.UU. puso en marcha en 1999 el Plan Colombia, un acuerdo entre el ex presidente Bill Clinton y su par colombiano Andrés Pastrana, donde Washington destinó cientos de millones de dólares anuales a entrenar y equipar al Ejército colombiano en la lucha contra el tráfico de drogas y las Farc.
A pesar de las iniciativas estadounidenses, el tráfico de drogas está lejos de ser controlado. "Desde que el Presidente Nixon declaró su 'guerra contra las drogas', cuatro décadas atrás, esta política ha dejado millones de arrestos, miles de millones de dólares en pérdidas y un sinnúmero de muertos. Por el contrario las drogas están más vigentes que nunca", aseguró Norm Stamper, ex jefe de la policía de Seattle. Según datos publicados por la agencia Associated Press, en estos 40 años, el gobierno de Estados Unidos ha encarcelado a 37 millones de personas por tenencia, tráfico y consumo de estupefacientes. En ese sentido un grupo de destacados líderes internacionales entre los cuales están el ex secretario de la ONU, Kofi Annan, el ex presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, y el escritor peruano Mario Vargas Llosa recomendaron reconocer que la llamada guerra contra las drogas fracasó y que la salida es legalizar el uso de ellas.
Sin embargo, el gobierno de Barack Obama no está de acuerdo y pidió un presupuesto récord de US$ 15 mil millones para el año fiscal 2011-2012 para seguir con el plan de Nixon.