En su versión original, Hamlet consta de 4.042 líneas, que suman 29.551 palabras. Más allá de las sumas, traducirla es uno de esos desafíos literarios que acarrean un peso histórico: es una de las más emblemáticas obras de William Shakespeare. Hace casi dos años, y tras montar Noche de reyes y Sueño de una noche de verano -ambas del mismo Bardo de Avon-, el director Gustavo Meza decidió llevar a escena la tragedia del príncipe de Dinamarca. Revisó varias adaptaciones al español: todas le parecieron "horrorosas". Disconforme, contactó al poeta Raúl Zurita para que elaborara su propia versión del texto. "Primero pensé en Nicanor Parra, pero luego opté por Zurita, simplemente, porque lo encuentro hamletiano", dice Meza.
El resultado se estrena en el Centro Cultural GAM el próximo sábado 17 de noviembre, con un elenco encabezado por Jorge Becker (Hamlet), Elsa Poblete (Gertrudis), César Robinson (rey Claudio), Oscar Hernández (Polonio) y Catalina Silva (Ofelia). "Decidí trabajar con alumnos y profesores de mi escuela (Teatro Imagen). De ese modo, el proceso me resulta más fácil, manejamos un lenguaje común", dice Meza, premio nacional de Arte 2007.
A diferencia de muchas versiones de Hamlet, en la de Meza y Zurita los personajes femeninos juegan un papel primordial. "Como dramaturgo, todas mis heroínas son mujeres. Me parecen mucho más interesantes, ¡y bonitas!", ríe. Y agrega: "El problema es que se habla mucho de Hamlet, pero la gente lo desconoce. En parte es culpa de las versiones posmodernas, donde el resultado final es cualquier cosa, menos Hamlet. Lo maravilloso de esta obra es, justamente, que no necesita ninguna actualización".
La clave, a juicio de Meza, está en que Hamlet fue un trabajo en proceso durante toda la vida de Shakespeare. "Tuvo años para mejorar la obra. Por eso contiene más preguntas que respuestas. Y por eso, también, toca todos los temas posibles: política, religión, medicina, filosofía, etc. Es algo así como un test de Rorschach: tú ves lo que eres".
Tributo al oficio
Dentro de la tradición isabelina, Hamlet es, sin duda, uno de los textos clave para el desarrollo del "teatro dentro del teatro". En la historia, el príncipe Hamlet contrata a un grupo de actores itinerantes para representar frente a los ojos de su tío Claudio -sospechoso de asesinar a su padre- una tragedia que reconstruye el presunto crimen. Claudio, aterrorizado, abandona la función. Y se delata. "Hamlet es un homenaje al teatro. El más grande que se ha hecho. Al interior de la obra él actúa, dirige y hasta escribe parte de un texto. ¡Hace de todo!, exclama Meza".
Pero no sólo las palabras concentraron la energía del director. Para el caso de la música, por ejemplo -a cargo de Juan Cristóbal Meza-, optó por la utilización de una banda sonora ecléctica, donde se entrecruzan bailes isabelinos, canciones de The Beatles, tangos, corridos mexicanos y hasta ritmos andinos.
La escenografía y el vestuario, en tanto, evitan los referentes directos. Los actores ocupan trajes neutros (que pueden pertenecer a cualquier época y lugar) y se movilizan al interior de una enorme jaula de fierro que resume la opinión de Hamlet acerca de Dinamarca: una verdadera cárcel. "Al igual que Shakespeare, que creaba a partir de cientos de referentes muy disímiles entre sí, la puesta en escena de la obra asumió su condición híbrida. Se trata, simplemente de encontrar el balance entre lo ruin y lo poético", concluye.