Jeremías Israel ya vive el Dakar. Piensa como si estuviera en Buenos Aires y en 2015. Porque aunque recién está pensando en qué maletas llevará, tiene cada día de la carrera planeado, y adelanta en su mente cómo se comportará la moto cada jornada.
"Llego con un muy buen equipo, con una moto increíble, con todas las piezas del puzzle bien encajadas; me siento cómodo y fuerte con lo que tengo alrededor. Pero hablar de posición final, de lograr un podio o un resultado puntual, por ejemplo, es prematuro", asegura.
Sentado en un café Juan Valdez, su auspiciador, agrega que "el Dakar pasado tuvo un deselance bien complicado, estaba cerca del podio a pocos días del final, pero después terminé con un accidente que pudo haber sido fatal".
Israel viajará en los próximos días a Argentina para comenzar la carrera que parte el 4 de enero. Dice que irá fuerte, pero con cuidado.
Así lo explica: "El Dakar, como evento, ha tomado una dirección desde la edición de 2013. Se ha puesto bastante más extremo. Este año hubo varios momentos bien críticos, y creo que fue la edición más dura, dicho por los mismos organizadores. Y me da la impresión, por lo que se ha visto, por lo de las etapas maratón, y por el recorrido, que esta vez va a haber una situación parecida. Va a ser duro, pero complicado para todos".
El penquista no acepta la responsabilidad de ser el mejor chileno de la carrera, eso de ser el esperado "recambio" de Francisco López.
Explica que "esas son especulaciones. Al final, hay un vacío que deja Chaleco'. Lo que ha hecho ha sido increíble, con muchos Dakar peleando adelante, con dos podios que son históricos, y no tenerlo en carrera me da nostalgia. Lo voy a echar de menos. Para mí, es un gran amigo, y el hecho de no tenerlo ahí es raro. Mi primer Dakar siguiéndolo desde afuera, en moto de calle, metiéndome a ver las especiales, fue con la motivación de ir a verlo a él".