El 22 de abril, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (Inah) de México anunció que el robot Tláloc II-TC descubrió tres cámaras subterráneas en la pirámide de la Serpiente Emplumada, en Teotihuacán.
Sin embargo, no fue lo único que descubrió. En su exploración, el robot halló en las cámaras intermedias, que se dirigen a las tres cámaras nuevas, un centenar de esferas amarillas.
Según el Inah, los restos formarían parte de una ofrenda atípica, colocada durante la última clausura del túnel, hace unos 1.800 años.
Jorge Zavala, uno de los arqueólogos que hicieron el hallazgo, explicó en un comunicado que aún no se establece la función de estas piezas, pero que se trata "de un descubrimiento sin precedentes".
Las esferas tienen un diámetro de entre cuatro y 12 centímetros, y poseen un núcleo de arcilla con materia orgánica que después se cubrió con pirita (mineral también llamado oro falso), que tras un proceso de oxidación se convirtió en jarosita, que fue lo que le dio su color amarillo.
Las esferas serán sometidas a estudios para precisar su uso, aunque se supone que tenían fines funerarios. La recámara en que fueron halladas tenía sus paredes con la misma sustancia, para que pareciera de oro.