Suena en las radios, está de fondo en el supermercado, acompaña al volante, se inmiscuye en las listas de Spotify y las reproducciones de YouTube. Así es la música de los 80. Tan vigente, tan cotidiana. Y con un catálogo tan interminable que se vuelve un desafío importante elegir qué hit incluir y qué hit dejar fuera en el armado de un montaje como Los 80's El Musical, trabajo que prepara Natalia Grez y Cultura Capital (Piaf; Mercury, la leyenda) para estrenar el próximo 14 de agosto y que pondrá en escena la cara más alegre y explosiva de la década en 18 canciones.
"Uno escucha a Madonna y, te guste o no, ha atravesado algún lugar de tu vida", explica Natalia Grez, mientras continúa: "Hace que tu subconsciente despierte altiro porque la música es un lenguaje que tiene una conexión inmediata con el público. Si hay una banda en vivo, te vibra el pecho, y eso no hay cómo evitarlo. Y esa potencia, bien puesta, en el teatro musical, puede ser un cohete en la cabeza".
A un mes del estreno, y con un elenco que incluye nueve actores y cuatro músicos, esta suerte de "concierto teatralizado" presenta la historia de Alex (Francisco Dañobeitia), un muchacho que llega a la ciudad junto a su novia (Josefina Fiebelkorn) persiguiendo un sueño: ser una estrella del rock. Una aventura -en clave de comedia romántica- que va contándose a través de la música de Bon Jovi, Poison, Guns N' Roses, Cindy Lauper, Debbie Gibson. Cuenta Grez: "Queremos hacer algo muy cercano al cine de los 80. Ese tipo de cine donde lo mágico era muy posible, donde la utopía era que podíamos ser todos felices. Esto no tiene nada que ver con la política, esta es la alegría. Es una fiesta. Si alguien del público quiere pararse de su silla y gritar: ¡Viva Michael Jackson!, bienvenido sea".
Una escuela
Con ensayos diarios de cuatro horas -y otros de seis horas-, Elisa Zulueta considera que, con este trabajo, se está "avanzando un paso en el género de los musicales". Ella interpreta a una importante agente de la industria musical de la época y cuenta que la exigencia de cantar, bailar y actuar fue la razón por la que entró en este proyecto que es como "estar tomando un seminario de todo, esto es aprender una técnica que no conoces. Una forma de especializarse en algo, cómo aprender la técnica popular del rock". Una opinión que Carolina Varleta -la hermana de Zulueta en la obra-, quien está con clases particulares de danza en paralelo, también comparte: "Todavía no me salen cosas, pero no me voy a desesperar. Cada uno tiene procesos. Acá hay mucho compañerismo, y todos nos subimos al mismo carro".
"Si bien lo que menos me cuesta es actuar, porque me dedico a esto" -agrega César Caillet; un mecánico, pantalón de cuero, ex rockero que impulsa al protagonista a cumplir su sueño- "Creo que hay que tener determinada base. Yo soy afinado y tengo una determinada coordinación. Eso, y con mucho ensayo, te ayuda a actuar en un musical como este, donde además del minuto de fama de cada uno hacemos los coros y las coreografías de los demás".
Dañobeitia (Papá a la deriva) y Fiebelkorn (Matriarcas) son los protagonistas de la pieza que se estrena en el teatro Nescafé de las Artes. Y también son los más jóvenes: el primero tiene 24 y la segunda 26 años. Y si bien no vivieron la década, para ellos este catálogo musical no les es indiferente del todo. Dañobeitia reconoce que, aunque su interés se acerca más al grunge de los 90, tenía conocimiento de esta música ochentera, pues son hits transversales a cualquier generación. "La obra agarra la parte romántica, la más transgresora, y también la más inocente de la música", añade Fiebelkorn por su parte, "algunas nunca las había escuchado en mi vida, no las reconozco como parte de mis ochentas, pero eso lo hace muy entretenido".
"Los 80 fueron una época de música muy contagiosa. La Carmen Gloria Bresky hace el papel de una Dj, y veo esa escena con mucha nostalgia", dice Caillet, quien audicionó con la canción Forever Young para conseguir su papel: "Eso ya no ocurre más. Llamar a la radio, el ranking musical. No había TV por cable. MTV llegó en los 90 acá. El país estaba en dictadura, y éramos una isla. Pero este musical tiene algo muy bueno: es transversal. Un niño de 12 años y un adulto de 70 pueden ir perfectamente. Porque van a sonar íconos de la cultura pop".