Desde los tres meses de vida que el ser humano es capaz de distinguir entre el bien y el mal, pero lejos de ser una suerte de "habilidad" que nos acompañará inalterable durante el transcurso de nuestras vidas, las últimas investigaciones científicas han demostrado que nuestro sentido de "la moral" va cambiando a medida que pasan los años. Fue lo que se buscaba probar en un experimento en el que participaron más de 60 mil voluntarios de 200 países. Todos debían responder un cuestionario sobre honestidad y competencia, pero al analizar los resultados, los científicos descubrieron un resultado inesperado.

No solo comprobaron que la moral del ser humano tiende a cambiar a lo largo de la vida, que va solidificando su sistema de valores a partir de los 30 años, para llegar al peak a los 60 años, sino que son las mujeres las que muestran una moral mucho más sólida que la de los hombres. Con sentencias del tipo "tengo buen manejo del autocontrol" o "nunca le fallo a la gente que confía en mí", los científicos del proyecto MoralDNA pudieron medir una ventaja estadísticamente significativa en las respuestas de las mujeres.

El hecho de que evolutivamente la mujer haya tenido un rol más social y menos competitivo que el hombre, a lo que se suma su milenario rol como conciliadora en las familias, son algunas de las teorías que intentan explicar por qué las mujeres parecen exhibir una moral más sólida que los hombres, menos dispuestas a traicionar, más honestas, francas y directas que su contraparte masculina. Se trataría de un efecto configurado tanto por la evolución como por la cultura. Históricamente, por ejemplo, al hombre se le ha enseñado que solo los más fuertes sobreviven, señalan los científicos del estudio.

La moral de las guaguas


Lo cierto es que los estudios señalan que todos nacemos con un sentido de la moral, uno que es tan instintivo como el rechazo que produce lo raro o asqueroso. Hace un par de años en la Universidad de Yale, especialistas descubrieron que a los tres meses de vida el 80% de las guaguas prefiere personajes que han obrado por el bien de otros. Al año, escogen uno que castiga al que hizo daño, y al año y medio, premian al que ayuda y castigan al antisocial por iniciativa propia. Según explican, esta moral primigenia del ser humano tiene mucho más de conveniencia que de reflexión: "La guagua probablemente piensa que le conviene más un amigo generoso", señala la líder del estudio, Karen Wynn.

Pero no es sino hasta la adolescencia que el ser humano adquiere la capacidad de relativizar el bien y el mal. Estudios de la Universidad de Nebraska han demostrado que la moral de los adolescentes se obstaculiza por una disminución en la capacidad de altruismo derivada de la irritabilidad y agresividad resultante de los cambios hormonales que se experimentan en esta etapa de la vida. Toda esta situación, sin embargo, no impide que sea durante la adolescencia que se sienten las bases de la moral adulta de las personas.

Pero el estudio MoralDNA prueba que los valores morales más sólidos se logran a partir de la tercera década de vida, para ambos sexos. La mayor experiencia, la consecución de logros y el hecho de que biológicamente el cerebro humano lleva ya más de una década consolidado en su maduración adulta, permiten asentar fuertemente los valores. Para muchos, el hecho de tener familia también otorga un sentido de moral que se sustenta en la necesidad de proteger a los suyos de las amenazas externas, aclaran los investigadores.

Mujeres versus hombres

Pero la diferencia de género detectada sorprendió a los especialistas del estudio. Valores como la honestidad, competencia, lealtad, todos se mostraban más sólidos en las mujeres a partir de los 30 que en los hombres. Aunque diversos estudios prueban que la competitividad de las mujeres ha aumentado fuertemente en las últimas décadas con su incorporación al mundo laboral, los hombres todavía exhiben más características asociadas a este rasgo: según el estudio, sustentan sus decisiones principalmente basados en su provecho personal.

Según explica el líder del estudio, profesor Roger Steare, para las mujeres es todo lo contrario. "Ellas prefieren tomar decisiones basadas en el impacto que causarán en otros", dice el especialista, quien agrega que esto las lleva a tomar mejores decisiones. Explica que la biología evolutiva suele explicar esta situación debido al rol "maternal" de la mujer desde los comienzos de la evolución, versus el rol de "cazador" exhibido por el hombre sin embargo, la cultura también juega un rol fundamental debido a la socialización que históricamente asigna roles más agresivos a los hombres. "Aunque todo esto esté cambiando en las últimas décadas, todavía esto no se materializa en la forma en que ambos géneros resuelven sus dilemas morales", aclara el científico.

La moral tiene una base biológica


Pero además de los factores culturales y evolutivos, la moral también tiene una base biológica en el cerebro que involucra a las áreas que controlan las emociones, versus las que controlan los procesos cognitivos. Un estudio de la U. de Cambridge midió la actividad del cerebro en un grupo de sujetos que tenía la opción de llevarse una suma de dinero si aplicaba un golpe de corriente a otros participantes en el experimento cuando erraban una respuesta.

Si cuando se les consultó previo a la experiencia su disposición a aplicar corriente, una mayoría rechazó de plano; al momento de hacerlo, el 96% aplicó corriente y se quedó con la plata. Las imágenes mostraron que cuando existe dilema ético, el área cognitiva puede bloquear las emociones impidiendo a las personas tomar la decisión más acorde a sus valores morales. Esto explicaría por qué, tan amenudo, las personas fallan en predecir su conducta moral.