"Del sur, del sur, del sur hay uno solo, se llama Huachipato, el único campeón", gritan los miles de hinchas acereros que llenaron el estadio CAP de Talcahuano y que vibraron con la emocionante final del Torneo de Clausura 2012. Ancianos y niños, padres e hijos, hombres y mujeres, familias completas y personas de todas las edades lloraron en la Octava Región cuando Omar Merlo convirtió el sexto y último penal de la serie ante Unión Española, que siempre encontró en desventaja al equipo sureño.

Muchos de ellos aguardaron toda su vida para ver al "Huachi" campeón. Fue un abrazo y un grito del alma que esperó por 38 años. Se trata de un título histórico, el segundo del palmarés, tras el conseguido en 1974, obtenido en el mismo lugar, antes llamado Las Higueras.

El sufrimiento acompañó fielmente todo el partido a los aficionados locales, que recordarán y atesorarán el 9 de diciembre de 2012 como una de las jornadas más felices de sus vidas, como aquel día en que Huachipato levantó el Huemul de Plata cuando todo parecía perdido, cuando ya casi no quedaba esperanza, porque el gol de Manuel Villalobos llegó recién a los 89 minutos, cuando las piernas de los jugadores negriazules y la garganta de sus incondicionales ya no daban más.

Todos se toman la cabeza en el CAP, tanto simpatizantes acereros como hispanos. Unos no pueden creer que están viendo a su equipo coronarse como el mejor de Chile, mientras que los otros cómo se les escapó un título que estaba en el bolsillo, una llave en la que incluso tuvieron ventaja de tres goles.

Mientras eso sucede, el técnico Jorge Pellicer se abraza con sus colaboradores y el plantel campeón corre de forma desatada desde la mitad de la cancha hacia el arco sur para abrazar a Merlo, que se tira al suelo luego de vencer a Eduardo Lobos. El arquero, que se fue llorando de la cancha y pateó la puerta del camarín, de seguro querrá borrar para siempre de su memoria el día de ayer, ya que tuvo responsabilidad en los dos goles de Daniel González que le dieron vida al dueño de casa luego de la apertura de la cuenta, por parte de Dagoberto Currimilla, un tanto que silenció y pareció sentenciar la final.

La fiesta se desata en el estadio. Merlo, al parecer lesionado, apenas se puede levantar para dar rienda suelta a una histórica y merecida celebración. El "Chucky" llora desenfrenadamente. Es el héroe de la jornada. Nadie en el futuro recordará el penal que se perdió en la definición. Nadie. Todos rememorarán esos dos tremendos golazos con los que hizo creer a la parcialidad anfitriona que la hazaña era posible, aunque al frente estuviera uno de los mejores equipos del fútbol chileno.

Braian Rodríguez salta eufórico, César Cortés le dedica el triunfo a la gente. La copa es de Huachipato. El uruguayo es el más entusiasta: se adueña del trofeo y lo exhibe al público. Se sube al travesaño del arco norte, aquel donde Villalobos igualó el enfrentamiento y forzó los tiros desde los 11 metros. "¡¡Campeones!!" grita el "charrúa", que recibe los aplausos. Luego es el turno de González, que no se cansa de besar el Huemul de Plata. El enganche corre con la copa, hinchas emocionados hasta las lágrimas lo persiguen, tratan de detenerlo para sacarse una foto con él, una foto histórica, con un jugador que se graduó de ídolo en estas tierras.

Entre los cientos de personas que repletan el césped, emerge Pellicer. Es el último DT chileno en ser campeón del torneo nacional. Antes, en 2005, celebró con la UC, también en definición por penales. "¡Esto es para ustedes! ¡Para ustedes!", grita casi a rabiar, dedicándoles la victoria a los hinchas, que agotaron las entradas el mismo día en que se pusieron a la venta, demostrando que creían en la remontada.

La vuelta olímpica termina, pero los abrazos, la felicidad y los recuerdos de este triunfo histórico perdurarán por siempre.