Desde principios de década, el Museo de Arte Precolombino ha querido renovar y ampliar sus salas con el fin de mostrar toda la riqueza de una de las colecciones más importantes del arte textil andino de América, que tiene más de tres mil años de antigüedad. Hoy el sueño se cumple, con la apertura de la nueva sala textil: una inversión de más de 200 millones de pesos financiada por Minera Escondida. "Era nuestra deuda con uno de los testimonios más frágiles que tenemos de la cultura Andina y que require métodos de conservación muy estrictos", dice el director del museo, Carlos Aldunate.
Se trata de una colección de más de 1.300 piezas textiles que se inició con la donación del arquitecto y coleccionista Sergio Larraín García-Moreno, cuando se abrió el museo en 1981, y que con los años se ha ido incrementando hasta convertirse en la más variada de América Latina.
Hernán Chuaqui, físico de la Universidad Católica, trabajó en conseguir una óptima iluminación de las vitrinas de exhibición, hechas en EEUU, para que los tejidos no se dañen. La clave fue el uso de luces LED, que no generan calor ni radiación ultravioleta y que fueron dotadas por Chuaqui de espectro cromático: colores verdes, naranjas, azules y rojos, que tienen menos impacto en las telas. La sala incluye un sistema de control lumínico y ahorro de energía: cuando el público se acerca a las vitrinas estas se encienden y al alejarse se apagan.
En ella se albergarán sólo 150 piezas de la colección total que irán rotando cada seis meses, entre tapices, atuendos ceremoniales y objetos religiosos, la mayoría hechos con lana de camélidos de culturas como la Inca, Chimú, Chancay, Moche y Parakas. "La cultura Andina fue la civilización del tejido. Se tejía para los dioses, para la vida diaria, para cubrir paredes o hacer puentes", dice Carole Sinclaire, curadora de la muestra. "Comparado con el tejido europeo, el americano era sofisticado, se hacían tejidos continuados, sin recortes ni nudos. Algunos tapices incas alcanzaron los 200 hilos por centímetro cuadrado".
El arte textil tuvo su quiebre con la llegada de los españoles, quienes implantaron sus propias reglas: eliminaron el uso de algodón de colores, instalaron telares industriales, imponiendo diseños propios y la técnica de tejer sobre tela recortada. "Se produjo un mestizaje que casi hizo desaparecer la técnica andina. Todavía en el norte, algunos pueblos aimaras realizan tejidos con esas técnicas, usando patrones aprendidos de memoria, que han sido transmitidos por sus madres de forma oral", señala Sinclaire.
La nueva sala textil es parte de un proyecto de ampliación del museo de 1.800 metros cuadrados, que se realizará entre mediados de 2011 y fines de 2012. En el patio del recinto se construirán tres salas subterráneas, una de depósito y dos de exhibición, las que acogerán la muestra Chile antes de Chile: 10 mil años de evolución cultural desde los pueblos originarios hasta hoy.