La madrugada del jueves, Abraham Lillo recibió una llamada telefónica donde le avisaban que la casona de su padre, de igual nombre, se estaba incendiando. Se trataba del inmueble del fallecido "Tony Caluga".
En ese momento, se encontraba en su circo, ubicado en el paradero 14 de Pajaritos, desde donde se dirigió hasta Santo Domingo 3774, en el barrio Yungay, lugar donde estaba emplazado el inmueble que a su padre le gustaba llamar El Castillo del Tony Caluga.
Al bajarse del automóvil, recuerda que quedó inmovilizado al presenciar las llamas arrasando con el inmueble. Sólo una cosa pasó por su cabeza: "aquí se fue todo, murió la historia del Tony Caluga", señaló el empresario circence.
La tragedia va más allá de la pérdida material. Y es que, según relata Lillo, "mi padre nos hizo prometerle en su lecho de muerte que cumpliríamos su sueño": crear en ese lugar un museo que inmortalizara su pasión por el circo. A pesar de que no hubo heridos, de las llamas no lograron salvar nada.
Hasta la noche del miércoles, la casona del legendario payaso chileno era habitada por seis familiares. Uno de ellos, nieto de Lillo, producto de un corte de luz en el sector y tras pasar horas estudiando, se habría quedado dormido con una vela encendida. Más de dos horas demoró personal de Bomberos en controlar el incendio. Hasta esta madrugada, aún continuaban trabajando en el lugar.
"Mi padre siempre decía, uno viene hasta este mundo desnudo, y lo que se tenga bienvenido sea, por lo que si no es en este lugar, será en otro", señaló Lillo, quien sostuvo además que desde el incendio no ha dormido ni comida nada, pero que se ha reconfortado con las llamadas de apoyo de toda la comunidad circense.
El hijo de Tony Caluga dice que no planea pedirles a las autoridades -a quienes solicitó infructuosamente que declararan la casona Patrimonio Cultural- que lo ayuden ahora. "No me nace pedir apoyo cuando el país está pasando por un momento tan difícil".