El Sistema Nacional de Información de la Educación Superior acostumbra publicar las tasas de retención del sistema universitario, es decir, cuántos alumnos permanecen en la carrera en que se matriculó después del primer año. Ahora, el Consejo Nacional de Educación quiso ir más allá y, por primera vez, siguió a una generación. Específicamente, a los alumnos que ingresaron en 2004 en 55 planteles, incluyendo universidades, CFT e institutos profesionales.
¿Los resultados? La situación más crítica se registró en los institutos profesionales: sólo el 33% de los estudiantes terminó la carrera. Un poco más alentador es el panorama en los centros de formación técnica. Ahí, el 49% completó los tres años que suelen durar estos programas.
Son las universidades las que logran mantener a un mayor porcentaje de su alumnado, pero aún así los números son preocupantes: poco más de la mitad (53%) de los alumnos llega a quinto. En otras palabras, de los más de 33 mil universitarios matriculados, 17 mil dejan los estudios y, también según cifras oficiales, sólo siete mil (22%) egresa en el tiempo previsto para cada carrera.
La principal causa (40% de los desertores) no es académica, sino problemas económicos o de vocación. El rendimiento representa sólo el 29% de las razones. En otro tercio, no se conocen las razones.
Al desglosar por tipo de universidad, también hay diferencias. Mientras los planteles pertenecientes al Consejo de Rectores retienen al 56% de su alumnado en quinto año, los privadas conservan al 51%.
Entre las carreras con mayor deserción, la de Contador Auditor encabeza la lista. El 43% de los alumnos se mantiene en quinto año, pero el panorama empeora entre las instituciones privadas, donde el 74% abandona los estudios. Le sigue Derecho: el 44% se mantiene hasta el final en las universidades tradicionales. En las privadas, la cifra baja a 39%.
En donde la deserción es baja es en Medicina: 91% de los alumnos de planteles tradicionales y el 82% de los privados sigue en quinto año.
Implicancias
El tema no es menor. La deserción tiene costos económicos para las familias (pérdida del pago de arancel) y para el Estado, que pierde lo invertido en becas. Pero también para las universidades. Porque con la implementación del crédito con aval del Estado, se dejó en manos de los establecimientos la responsabilidad de responder por los desertores morosos.
Durante los primeros años de carrera, esta garantía es asumida, en gran parte, por las instituciones. Si un alumno se retira en primero y no paga su deuda, el plantel debe cubrir el 90% del saldo, ya que en todos los casos el banco cubre el 10%.
Los porcentajes van disminuyendo hasta el egreso del alumno, donde pasan completamente a manos del Estado. Por ejemplo, si se retira en segundo año, la entidad educadora asume un 70% y el 20% restante, el Estado. A partir de tercero, la garantía es pagada en un 60% por la institución y en un 30% por el Estado.
El sistema aún no se ha puesto a prueba, ya que funciona con egresados desde 2008. Cinco mil 400 alumnos, el 2,2% del total, ya está pagando y sólo se han cobrado 261 garantías.