POCOS IQUIQUEÑOS no tienen alguna anécdota relacionada con el Hotel Arturo Prat. Estaba situado frente a la Plaza de Armas y fue el segundo construido en Chile por el Estado, en1947, con el fin de promover el turismo en el país. "Era común que cuando a uno no le gustaba la comida del día en casa, le dijeran 'ándate a comer al Prat, entonces'", dice Oscar Maturana. Con 80 años y una trabajada maqueta hecha por él que muestra la producción salitrera de principio a fin -y que exhibe en la plaza, muy cerca del dúo de músicos peruanos que a mediodía se lanza con valses y boleros-, recuerda este famoso hotel y uno de sus fuertes, la gastronomía. Hoy ya no se llama Prat. Fue comprado por los Hoteles Terrado (www.terrado.cl) y después de nueve meses de remodelaciones y una inversión cercana a los US$ 12 millones, el Hotel Terrado Arturo Prat (Aníbal Pinto 695) es el más moderno de Iquique, con una zona lounge y bar junto a la piscina que va a ser el "chiche" del verano en la ciudad. Huele a nuevo, tiene 115 habitaciones y para Juan Carlos Toledo, dueño de la cadena, la iniciativa pretende conservar el patrimonio y "devolverle algo a esta maravillosa ciudad".

La gastronomía sigue siendo óptima. Juan Mancilla, el chef de la cadena, pretende no bajar el alto nivel de los otros hoteles Terrado (especialmente del restaurante El Sombrero y sus milagrosos chupes de locos y pulpos asados o los pescados de roca con chutney de mango). Para ello presenta una carta donde destacan unos agnolotis de aceitunas de Azapa, rellenos con charqui y quínoa, "como el interior de las empanadas de la localidad de Pica: la idea es esa, marcar identidad regional y conservar preparaciones. Una mezcla entre lo clásico y lo moderno", dice Juan, para luego salir volando y traer a la mesa un crème brûlée de coco y jengibre delicioso.

Y si bien la playa es un excelente plan para bajar el almuerzo mientras el tibio sol de invierno anuncia la pronta llegada de la primavera, mejor quedarse en el centro y, por ejemplo, entrar al Teatro Municipal, inaugurado en 1890. Por una pequeña suma podrá pasear por sus bellísimas instalaciones de pino oregón (razón de su excelente acústica). Pero hágalo pronto, porque en pocos meses lo cerrarán para comenzar su remodelación, en la que se invertirán US$ 7,5 millones y que lo convertirán en uno de los principales escenarios del país. Al lado del teatro y desde la plaza, donde destaca la Torre del Reloj -construida a fines de 1877-, nace el paseo Baquedano. Una peatonal que condensa algunas de las más conservadas edificaciones, como el Palacio Astoreca, de estilo georgiano y 27 habitaciones. Numerosas son las fachadas en esta peatonal, muchas con corredores, y a varias de ellas se puede ingresar, ya que son museos o salas de arte, como la Casa Collahuasi.

Junto a la plaza también encontramos el Casino Español, cuyo estilo morisco inspirado en arquitectura árabe andaluza llama la atención, frente a la línea georgiana de la mayoría de los edificios de la ciudad. En su interior, además de correcta gastronomía, se hallan algunas pinturas del destacado artista iquiqueño Sixto Rojas, sobreviviente de la masacre de la Escuela Santa María. El recorrido puede continuar alrededor de la Estación de Ferrocarriles o la ex Aduana, ambas de 1871, pero lo que no puede obviar es la réplica de la Esmeralda. Una excelente alternativa por sus detalles y el conocimiento de los guías acerca de la historia y otras anécdotas, que permiten revivir el famoso Combate Naval de Iquique (con reserva previa www.museoesmeralda.cl)