No es la historia de una guerra, sino de una derrota. En la orilla de una playa, un puñado de mujeres espera la muerte: los griegos han ganado la Guerra de Troya, tras 10 años, y ahora vienen a buscar a las pocas sobrevivientes del pueblo en barcos. Las convertirán en esclavas y, acto seguido, incendiarán lo que queda de la ciudad.
De esa agonía habla la obra Fábula del niño y los animales que se mueren, la versión libre que realizó el dramaturgo Pablo Paredes de Las troyanas, de Eurípides.
El encargo vino de la directora Isidora Stevenson (H.P.), quien alucinó con su obra Las analfabetas, premio Altazor de dramaturgia. La historia de una mujer que no sabe leer y que contrata a una joven profesora para que le lea los diarios era protagonizada por la actriz Paly García. La misma que en esta adaptación de Las troyanas encarna a una reina que ha sido despojada de sus privilegios, Ekuba, que con Cassandra (Evelyn Ortiz), Andrómaca (Manuela Oyarzún) y la bella Elena (María José Bello) completan los personajes principales de este nuevo montaje. "No es un homenaje a Eurípides, sino un diálogo. Si los griegos se explicaban este texto desde la religión y victimizaban a las troyanas, nosotros lo interpretamos desde la política y con una mirada descreída. Para mí, son unas viejas cuicas que no están llorando por su pueblo, sino porque perdieron su confort social", dice Paredes.
La devastación se respira en todo el montaje. Y, según el dramaturgo, dialoga con el panorama chileno y latinoamericano. "Para mí, desde el fin de la Unidad Popular nunca hemos dejado de ser un país de posguerra. Vivimos con una fractura expuesta desde la dictadura, porque no hemos logrado instalar las repúblicas que queremos", dice.
En la puesta en escena actúa Luis Barrales, autor de Mala clase, quien es Menelao, un rey desalmado que, tras saber que Elena ha sido secuestrada por un troyano, prepara su venganza.
Las troyanas de Paredes tiene, además, otro sello: está llena de alegorías de animales. "La versión pone en crisis a los dioses, cuya voluntad en las tragedias no se suele discutir. Pero, además, mezcla la política con la poesía. A través del cruce entre distintos animales y seres humanos, se devela un mundo que termina, pese a que lo pensamos permanente, pero también peleas de clase y relaciones de poder", explica la directora.
Un niño es el que dispara la trama. Se trata del hijo de Andrómaca y nieto de Ekuba. Los griegos le han salvado la vida por ser hijo de nobles, pero ahora están evaluando lanzarlo de una torre. "Este niño encarna la dualidad de la naturaleza, la brutalidad y la ternura. Yo me inspiré en la cinta Grizzly man, de Herzog", dice Paredes, sobre un personaje en el que las mujeres han depositado su última esperanza. "Ha muerto su casta, su ciudad, su país. Este niño es el único hombre troyano que queda", dice Stevenson.