"Bromeamos y decimos 'cuándo nos van a echar', si será por orden alfabético o cosas así. Pero sabemos que eso no sucederá". Hace un año la chef Claudia Patiño llegó a Isla de Pascua. Un amigo que vive allí hace más de 30 años le propuso un negocio y partió a inaugurar el emporio gastronómico Ra´a.

Aunque ella es una de las miles de "conti" que llegó a trabajar en la isla, apoya la propuesta del parlamento Rapa Nui sobre regular el control migratorio. Hace una semana, sus máximos dirigentes protagonizaron la toma del aeropuerto Mataveri, lo que provocó el colapso de los vuelos y la intervención del gobierno para comprometer una mesa de trabajo.

"Me vine porque esto es Chile. Nadie te pide visa, pero tampoco te preguntan qué vas a hacer ni cuánto te quedarás. Eso es necesario, porque la isla es muy frágil y hay que preservarla", asegura Patiño. Agrega que su experiencia ha sido "buenísima".

No así con otros continentales. "Hay gente que viene porque cree que es el paraíso del trabajo y no es tan así", comenta la chef.

La mano de obra continental ha aumentado con la llegada de proyectos hoteleros a la isla. El problema, dicen los pascuenses, es que los trabajadores se quedan, afectando "el patrimonio y la cultura". Mike Rapu, un conocido empresario de la zona, asegura que "el Estado debe legislar para controlar esto, que se reconozca que somos una cultura diferente y viva que requiere protección".

Según Rapu, desde hace tres años que observa la migración de personas que "vienen con mentiras, engaños y robos. Son súper pelusas, molestan a las mujeres y toman en la playa. Nos sentimos muchas veces avergonzados de nuestros connacionales. Esto no nos enriquece".

El abogado Francisco González, profesor de la U. de Chile y experto en temas legales de Rapa Nui, asegura que "el Estado chileno tiene la obligación de proteger una cultura única, dictando leyes estrictas en migración, lo que no es inconstitucional".

Hacinamiento

Otro de los problemas es el hacinamiento. Hay jóvenes que llegan a buscar trabajo y terminan durmiendo en carpas. Otros, "llevan a toda la parentela" y acaban hacinados en una cabaña. La falta de presión de agua, la basura acumulada, el cremiento de 35% de la población y el trajín de más de 63 mil turistas en tránsito al año hacen que, según la comunidad, la isla esté sobrecargada.

"Cuando uno llega es todo buena onda, pero siempre es 'cuando te vai'", cuenta Bruno de Freanschi, quien lleva ocho meses en la isla. Estudia para instructor de buceo y trabaja como garzón. Está adaptado y asegura que "todo depende de cómo te comportes". Y agrega: "Se nota que esto ha cambiado, ahora se ve harto flaite".

Hace unos días, uno de los dirigentes del parlamento Rapa Nui, Mario Tuki, denunció un robo en su casa. Esto mientras estaba en una asamblea donde debatían la propuesta para el gobierno: crear tres categorías de habitantes.

Anoche, en tanto, se reunió nuevamente dicha instancia, pero "no hubo conclusiones", dijo la gobernadora Carolina Hotus. Este lunes esperan entregar una propuesta definitiva.