Ya debería estar más o menos acostumbrado. Pero no. John Le Carré todavía tiembla cada vez que algún productor procede a llevar una de sus novelas al cine. Hollywood le ha entregado hasta ahora ocho películas con un resultado bastante digno y al menos un par de películas muy respetables: El espía que vino del frío (1965), con Richard Burton, y El jardinero fiel (2005), con Ralph Fiennes. Sin embargo, el escritor cruza los dedos cada vez que alguno de sus libros llega a los 35 milímetros, cuando las subtramas de sus historias quedan reducidas a sólo dos horas de metraje.
Incluso, acuñó una famosa expresión para referirse a la adaptación de sus obras: "Ver tus novelas en el cine es como ver a tus bueyes transformarse en cubos para la sopa". Pero para el particular caso del nuevo filme El Topo, Le Carré tomó las riendas del animal desde un principio y además las ofició de productor ejecutivo. La película se estrenó en el pasado Festival de Venecia, recibiendo una unánime bendición de la crítica, que la situó desde ya como la mejor de las versiones cinematográficas sobre su obra.
El filme dirigido por el sueco Tomas Alfredson y basado en la novela Tinker, tailor, soldier, spy (El topo en español) entró con rapidez en las apuestas al Oscar 2012. Por ejemplo, el diario Los Angeles Times, un barómetro eficaz de la temporada de premios, ubica a sus protagonistas Gary Oldman y Colin Firth con altas posibilidades de obtener estatuillas en las categorías de Mejor Actor y Mejor Actor Secundario, respectivamente. En Europa, el trabajo ya tiene una estatura ganada y si el crítico principal de The Telegraph lo calificó de "triunfo soberbio de adaptación", la revista británica Sight and Sound habló de un filme incluso capaz de "mejorar la atmósfera de desconfianza y cínica inseguridad" del libro.
La historia gira en torno al sombrío, melancólico y sagaz personaje de George Smiley, un agente del servicio secreto británico que en 1973 es llamado de vuelta a la acción para encontrar a un espía soviético encubierto dentro de la organización. En el MI6 -el servicio secreto de Su Majestad-, este "topo" puede ser cualquiera de los más altos agentes que día a día trabajan en sus grises oficinas. Smiley, un veterano que añora los buenos viejos tiempos del MI6 en los años 50, responde a la petición de un alto mando en la organización. Caracterizado en el filme por Gary Oldman, el agente sospecha que uno de los tres más cercanos colaboradores del director del servicio es el espía en cuestión. Pero Smiley, que debe nadar contra las aguas empantanadas de su propio medio, quiere hacer pagar también una vieja deuda: probablemente este infiltrado fue el responsable en hacer caer a Control, su antiguo jefe ya fallecido.
La película, como la novela original de 1974, está plagada de la terminología habitual del autor. Así como "topo" es el calificativo para referirse a los contraespías, el término "circo" sirve para llamar a los peces gordos del MI6, la palabra "primos" para definir a los miembros de la CIA y "competencia" para denominar al MI5, el organismo de seguridad interior de Gran Bretaña.
George Smiley, que estuvo presente en cinco de las novelas de Le Carré, nació como un personaje absolutamente opuesto al vistoso James Bond, de Ian Fleming. Su vida poco tiene que ver con balas y mujeres, pero sí con taciturnos ejercicios de descubrimiento entre cuatro paredes, entre cigarro, miradas sospechosas y, sobre todo, tazas y tazas de té.
El topo es una coproducción europea y sus actores están entre los más sobresalientes del círculo británico. Además de Oldman participan Colin Firth, John Hurt, Ciarán Hinds, Mark Strong y Toby Jones.
Un agente real
Ex miembro del MI6 y MI5 de 1952 a 1964, la novela se basa en hechos reales. Le Carré fue testigo en la inteligencia británica del mayor escándalo en la historia de este organismo: el descubrimiento de los llamados "cinco de Cambridge", encumbrados agentes británicos que resultaron ser espías al servicio de los soviéticos.
Esta historia, que inspiró también a Graham Greene, está en la génesis de la novela El topo, donde el personaje de Smiley se basa en John Bingham, mentor de Le Carré en el servicio secreto.
En 1979 la BBC realizó una serie de TV de siete capítulos, con Alec Guinness en el rol de Smiley. El filme de Tomas Alfredson comprime la historia en 127 minutos. Aun así, Le Carré lo elogió: "La película es una obra de arte en sí misma, capaz de subsistir y entenderse independientemente, más allá de la novela", ha dicho.
El éxito del filme está en sincronía con el buen resultado de Un traidor como los nuestros (2010), la última novela del autor inglés. El apetito por llevar al escritor al cine se ha disparado y en menos de un año se anunciaron al menos tres nuevas cintas: la versión de Anton Corbijn de El hombre más buscado (2008), la producción encabezada por Brad Pitt de El infiltrado (1993) y el proyecto fílmico de Un traidor como los nuestros, a cargo de la compañía fílmica de Simon y Stephen Cornwell, hijos de Le Carré.
Simon Cornwell, por lo menos, tiene claro el objetivo de hacer lo mejor posible con las obras de su padre. Así lo resumió al diario Variety: "El éxito de El topo ha colocado otra vez a Le Carré en la mente del público. Se trata de una muy buena película y nos puso la vara muy alta. Sin embargo, también nos muestra lo lejos que puedes llegar cuando te comprometes totalmente con un proyecto".
Después de todo, tal vez no hay nada mejor para el autor de 79 años que mantener a sus melancólicos espías entre su propia familia.