Para que no pasaran al olvido, se encargó de registrar con máxima precisión los rostros de los héroes de la independencia americana; sin embargo, de él mismo no existen retratos. Nadie conoce hasta hoy cómo lucía el pintor peruano José Gil de Castro y su biografía está construida a partir de datos recogidos en documentos precarios o breves notas al revés de sus cuadros que él mismo dejó. Sin embargo, el artista, más conocido como Mulato Gil, fue nada menos que el padre de la pintura chilena y quien estableció el puente entre el arte de la Colonia y la República.
De orígenes humildes y mestizos, Gil de Castro nació en Lima en 1785 y se avecindó en Chile en 1810 cuando decidió enrolarse en el Ejército de los Andes. Fue esa conexión directa la que hizo que sus retratos tomaran mayor valor: no sólo retrató a Bernardo O'Higgins, José de San Martín o Simón Bolívar, sino que también fue un compañero de armas.
Por décadas, se puso en duda su mérito artístico: ya en 1934, el académico chileno Luis Alvarez tachó su pintura de "rudimentaria, con figuras tiesas y de poco colorido". Ahora, el libro Más allá de la imagen, presentado la semana pasada en el Museo Histórico de Santiago, revela la compleja técnica usada por el artista. La investigación, financiada por la Fundación Getty y liderada por el Museo de Arte de Lima (MALI), partió en 2008 y ha contado con la participación de instituciones de conservación y restauración de Chile y Argentina, además de expertos de países como México, Francia y España y el apoyo de la Embajada de Chile en Perú.
El proyecto es ambicioso. Además del actual libro, se planea un catálogo razonado con toda la obra de Gil de Castro y una exposición itinerante que se abriría en septiembre de 2014 en el MALI y llegaría al Museo de Bellas Artes de Chile a inicios de 2015. Según cuenta la directora del museo de Lima, Natalia Majluf ya trabajan en el convenio con las instituciones locales.
Varias copias
En cuanto al libro, las revelaciones son varias. Gil de Castro perteneció a una tradición pictórica limeña de fines del virreinato y compartió técnica con artistas como Pedro Díaz y Julian Jayo. Tenía además una compleja técnica: pintaba por capas y era un detallista obseso. "Su preciosismo en el tratamiento de los uniformes y las medallas e incluso en la fidelidad del retrato es notable. Sometimos las pinturas a microscopías y se reveló el uso de varios estratos de pintura con el fin de anular la textura del lienzo y preparar una superficie tersa y pulida para poder hacer más detalles. Ese fue uno de sus sellos", explica el argentino Néstor Barrio, experto del Centro de Investigación de Patrimonial de la Universidad de San Martín, a cargo de la parte técnica del proyecto.
Alrededor de 200 obras se conocen de Gil de Castro, de las cuales la mayor cantidad está en Chile, más de 80 repartidas entre el Museo Histórico, el Museo de Bellas Artes y particulares. La razón: el pintor pasó buena parte de su vida en el país. En 1817 se casó con la chilena María Concepción Martínez y el propio O'Higgins, siendo Director Supremo, le dio una Orden al Mérito. Tuvo un taller a los pies del Cerro Santa Lucía (de allí el origen de la Plaza Mulato Gil en Barrio Lastarria), donde recibió encargos de las familias adineradas y pintó cuadros religiosos. Fue su época más prolífica: hizo múltiples versiones de los lienzos de San Martín y Bolívar, además de otros militares. Tantas que se cree que por lo menos un tercio de su obra la produjo entre 1817 y 1822, cuando regresó a Lima.
Hoy los expertos se preguntan cómo pudo pintar tanto. Es seguro que tuvo varios asistentes para preparar las bases de sus telas. Otros especialistas como Néstor Barrio creen, además, que podría haber usado una técnica mecánica como la cámara oscura para proyectar la imagen en la tela. "Es difícil explicar como reproducía los mismos detalles en varios cuadros, o hacía dos versiones de proporciones idénticas", dice el argentino.
En el libro se grafica esta curiosidad con las dos versiones que existen del retrato de Luis de la Cruz y Goyeneche (1822-1823), en el Museo Histórico de Santiago y el Bellas Artes de Talca. También se muestra el retrato del rey Francisco VII, que Gil de Castro ocultó bajo la imagen de Francisco Calderón Zumelzú. Lo que demuestra que antes de abrazar los ideales independentistas, el mulato trabajó para el régimen colonial.
Y aunque en Chile y Perú, Gil de Castro es considerado un pintor notable, en Argentina no fue tan apreciado. "Primero Gil de Castro nunca vivió aquí, por lo que su obra debió cruzar la cordillera de forma bien precaria. Varios cuadros fueron doblados, desarmados y vueltos armar y tuvieron malas restauraciones. Nuestra idea es lograr el financiamiento para recuperar estas obras y poder participar de la muestra itinerante que planea el museo de Lima", concluye Barrio.