El grave daño neurológico provocado por el edema cerebral con que el domingo pasado enfrentó la intervención que le permitió recibir un trasplante de hígado, finalmente provocó la muerte de la joven Marcela González Figueroa (16).

Si bien la "Chelita", como le decían sus familiares, había permanecido en riesgo vital; ayer miércoles su estado se agravó y sufrió una serie de descompensaciones que la condujeron a una encefalopatía hepática que provocó su deceso a las 14.20 horas.

Fue el equipo médico del Hospital Clínico de la Universidad Católica encabezado por el jefe del programa de trasplantes de la Red UC, doctor Jorge Martínez, el encargado de explicar a la familia de la estudiante de San Francisco de Mostazal que la demora en la aparición de un donante no hizo más que agravar la hepatitis fulminante que padecía y pese a que Marcela pudo responder favorablemente al órgano trasplantado, el deterioro neurológico ya era irreversible.

El doctor Alejandro Bruhn dijo que "había un edema cerebral que estaba progresando, la actividad cerebral era mínima y todo eso se fue apagando en las últimas 48 horas".

El profesional agregó que "si hubiéramos tenido 12 o 24 horas antes el órgano, el resultado habría sido distinto. No es un problema de rechazo (al hígado), es un problema de si uno llega a tiempo o no para que el hígado nuevo pueda revertir el edema cerebral sin que se produzca un daño neurológico permanente, cosa que finalmente se demostró que en este caso no llegó a tiempo".

Paralelamente, Dominique, la pequeña hija de la joven cuyo parto se adelantó mediante una cesárea durante la operación de su madre, permanece en estado de cuidado. Sin embargo, su evolución ha sido favorable. Ayer fue sometida a una ecografía cerebral para descartar una hemorragia intracraneana y pese a que aún continúa respirando a través de ventilación mecánica, sus pulmones han tenido una evolución favorable a nivel de maduración.

Perfil

Marcela González era alumna de primero medio del colegio Teresiano de San Francisco de Mostazal. Quienes la conocían destacan el profundo trabajo social que desarrollaba, principalmente en el grupo Eje de su parroquia, donde a través de actividades extraprogramáticas coordinaba la entrega de ropa y alimentos a personas de escasos recursos de su comuna.

La escolar tenía dos hermanos y hace seis meses quedó embarazada de su pololo Jonathan Bravo (19), a quien conoció mientras este jugaba en un equipo de fútbol de la comuna junto a su padrastro.

El equipo médico que atendió a Marcela ayer contó que su familia está devastada por la muerte de la joven y que sus esperanzas se centran en que su hija Dominique siga evolucionado favorablemente.