"Sé que pronto pararé la chala"
Cuando tenía 19 años me empecé a sentir raro, me mareaba con facilidad y sentía que me "bombeaba" la cabeza, pero lo asocié a la mala alimentación de todo universitario y a que nunca tomaba líquidos. Esta es una enfermedad que se agrava con los malos hábitos de vida, pero en mi caso, la causa directa es genética. Cuando me diagnosticaron me prohibieron cosas que sigo haciendo, como fumar. No puedo tomar, pero igual lo hago. Trato, eso sí, de usar biosal cuando tengo la plata, pero es difícil cuidarse cuando no pasas mucho tiempo en la casa.
En algún momento sentí mucho miedo: mi papa murió de un ataque cardiorrespiratorio a los 35 años, y los médicos creen que la causa fue una hipertensión que nunca se le diagnosticó. Antes de que me descubrieran la enfermedad carreteaba mucho, pero ahora me mido por miedo a que me pase algo. Tomo a conciencia, por así decirlo, aunque sé que no debería ingerir nada de alcohol.
Uno no piensa mucho en el futuro cuando es joven, pero cuando lo pienso igual me da miedo, porque quiero tener hijos, verlos crecer, y sé que pronto "pararé la chala".
Nicolás Vásquez, 21 años. Desde que tiene 19 sufre hipertensión.
Me preocupa un ataque al corazón
Esta es una historia larga: durante mucho tiempo, hasta antes del 2009, me alimenté muy mal, tenía achaques, hígado graso y un sobrepeso de casi 20 kilos. Pero ese año, las cosas cambiaron: estaba en pareja, feliz, y decidí que era tiempo de cambiar mi estilo de vida. Durante casi 12 meses me alimenté con muchas frutas, verduras y fibras, y hacía 40 minutos de gimnasio al día. ¿El resultado? Pasé de pesar 91 kilos, a 95. Algo no cuadraba, así es que fui a ver a tres médicos, para saber qué pasaba. Los tres me dijeron lo mismo: tenía resistencia a la insulina. El examen lo confirmó. Eso significaba que si no comenzaba a cuidarme, me daría diabetes.
Desde ese momento comencé a tomar medicamentos y logré bajar 10 kilos en tres meses. Estaba feliz, me iba a casar, mi traje de novio me quedaba bien y todo salió perfecto. Sin embargo, después de la luna de miel me despreocupé (en parte, porque los remedios me hicieron mal y tuve que dejarlos) y volví a ganar el peso. Honestamente, más que la resistencia a la insulina, me preocupa el diámetro que puede alcanzar mi cintura por culpa de eso: se sabe que ese factor es uno de los predictores de ataques al corazón y eso sí me inquieta.
Jorge Abate, 35 años. Tiene resistencia a la insulina
"Siento que me llegó el viejazo"
La enfermedad me la diagnosticaron hace sólo dos meses. Llegué a la consulta el año pasado, porque la espalda me estaba matando. Desde siempre había tenido dolores en diferentes partes del cuerpo, lumbago y fuertes dolores de cabeza, pero ya me había acostumbrado a todo eso, a pesar de que afectaba completamente mi vida cotidiana: estoy estudiando Kinesiología y, además, trabajo como vendedora part-time. Este año fui al médico y me dijo que todo eso lo estaba provocando la fibromialgia.Yo dije "no puede ser, esto les pasa a las personas viejitas, no me puede estar pasando a mí".
A mi edad, me costó mucho asumir el tema, pero fue un alivio, porque ahora sé de dónde vienen los dolores que sentía. Claro, mi estilo de vida cambió: quizás lo que más resiento es que ya no puedo carretear. Simplemente, no me da el cuerpo para trasnochar, porque me empiezan a doler las rodillas y la espalda y, por falta de costumbre, mi resistencia al alcohol ya no es la misma. Me llegó el viejazo. El otro día fui a un matrimonio y no podía bailar, porque me dolía la espalda, y todo el mundo me preguntaba que para qué había ido. Eso es un poco triste: ves que todos tus amigos están carreteando y tú estás estudiando en la casa, porque no te da para más.
Denisse Elgueta, 29 años. Padece fibromialgia
"Tuve que despedirme de los asados"
A mi papá le dio gota hace unos cinco o seis años, y desde ahí supe que la enfermedad existía. Como sabía que era hereditaria, me empecé a hacer chequeos más o menos regulares. En el último, me salió el ácido úrico (que es el que se cristaliza y deposita en las articulaciones cuando se presenta esta enfermedad) por las nubes. La doctora me dijo: "Estás frito, te va a dar gota". Me dio pastillas, pero yo no quise tomarlas, porque no iba a medicarme para una enfermedad que no tenía y que, más encima, obviamente, me iba a dar en mucho tiempo más. Pero hace dos años me dio un dolor terrible en el dedo gordo del pie derecho. Era tanto, que no me podía mover; me había llegado la enfermedad a los 24 años.
Yo era el rey de la parrilla, me encantaban los asados con una cervecita. Tuve que eliminar todo eso. El copete es un tema también. La doctora me dijo que si iba a un asado, podía comer un poco de carne o tomar un poco de alcohol, pero no los dos juntos. Obviamente, ganó el copete. Al principio, se me cayó el mundo, pero no ha sido tan terrible. Eso sí, mis amigos se matan de la risa, porque dicen que estoy viejo, que esta es una enfermedad de viejo.
Gonzalo Velasco, 26 años. Sufre de gota