Fue una polémica que puso en disputa a la comunidad de Valparaíso contra el gobierno regional y uno de los más afamados arquitectos del mundo, Oscar Niemeyer. En 2007, el centenario brasileño presentó un proyecto para remodelar la ex cárcel porteña, que por siete años fue refugio de obras de teatro, circo, pichangas y tocatas populares organizadas por la población aledaña. La llegada de Niemeyer simbolizaba, para ellos, el término de esa apropiación ciudadana, y lo que era peor, la construcción de un edificio que, aunque fuese de una prestigiosa firma, no tomaría en cuenta el valor histórico del lugar levantado en 1890 como almacén para pólvora.
El resultado fue el rechazo tajante del proyecto del brasileño y la puesta en marcha, por parte del Ministerio de Obras Públicas, de un concurso público que terminó adjudicando el diseño del bautizado Parque Cultural Valparaíso (PCV) a la firma HLPS Arquitectos, en 2009. Tras dos años, las obras se entregan a fines de octubre a la Intendencia regional.
La semana pasada se dio otro paso: se creó el directorio que gestionará el PCV. Una corporación sin fines de lucro con nueve miembros, del Consejo de la Cultura (CNCA), el municipio, el gobierno regional y la sociedad civil. El director ya está claro: el crítico de arte Justo Pastor Mellado. "Este no es un centro cultural, es un parque. Es la primera gran apertura de una explanada en Valparaíso en un siglo", dice Macarena Berríos, directora regional del CNCA.
El PCV se inaugurará en enero de 2012. Desde noviembre, eso sí, se inicia la marcha blanca con actividades como el encuentro Puerto Ideas, ciclo de conferencias que contará con la visita Alfredo Jaar, y un festival de fotografía liderado por el fotógrafo Rodrigo Gómez Rovira. "Cada espacio puede ser intervenido por una práctica artística determinada; no hay espacios de uso exclusivo y habrá una particular atención sobre la producción regional a nivel nacional", dice Mellado.
Con 10 mil metros cuadrados y un costo de más de $ 9 mil millones, el PCV contará con un multiteatro de 307 butacas, salas para artes visuales, danza y música, talleres para artistas y una sala de circo. Mientras, el gran parque ya tiene 400 árboles plantados. "El diseño está pensado para fomentar el espacio público, el encuentro del barrio. Son tres niveles, donde lo más desafiante fue remodelar las antiguas celdas de los reos conservando su historia. Estamos contentos con el resultado", afirma Martín Labbé, uno de los arquitectos del proyecto.