Desde que asomó cabeza en 2004, el rapero Kanye West ha construido una imagen entre el genio y el delirio megalómano. Su nuevo disco, Yeezus, no ahorra argumentos para inclinarse hacia la segunda alternativa, con títulos como I am a God (Soy un Dios) y una campaña promocional, donde su cara apareció proyectada sobre edificios en decenas de ciudades del mundo.

El disco sale hoy a nivel mundial, pero ya fue filtrado el viernes, pese a la ruta alternativa que West escogió para su sexto álbum: no trabajó sencillos, en lo que ha descrito como su disco más crudo, experimental y "minimalista".

Eso -y también un sonido agresivo, oscuro- se escucha desde los tres primeros cortes (On sight, Black skinhead y I am a God), producidos por el dúo francés Daft Punk. Son canciones distantes a su disco anterior (My beautiful dark twisted fantasy, de 2010) y lejanas también al set que mostró durante su única presentación en Chile, en abril de 2011 como cabeza de cartel en el festival Lollapalooza.

La crudeza atraviesa también el sonido de lo más cercano a un sencillo que se desprende del álbum, New slaves. Se trata de una canción en colaboración con el rapero Frank Ocean, edificada en rimas rabiosas, percusiones bruscas y líneas de bajo profundas, y que el pasado fin de semana -siguiendo con su plan de difusión que sólo se avisa a través de su sitio web- fue proyectado en murallas de Dublín, París, Bruselas y Johanesburgo, entre otras ciudades del mundo.

Cortar con todo

"Creo que Kanye West va a significar algo similar a lo que significa Steve Jobs. Soy, sin duda, el Steve (Jobs) de internet, de la ciudad, de la moda y la cultura. Punto. Por lejos. Steve murió, sabes, y es como cuando Biggie (el rapero The Notorious B.I.G.) murió, permitiendo a Jay-Z convertirse en Jay-Z", explicó durante una entrevista con el diario estadounidense The New York Times. Con 35 años, 21 Grammys y recién convertido el sábado en padre de su primer hijo junto a la socialité estadounidense Kim Kardashian, West describe su aventura en Yeezus como una reinvención. "Visceral, tribal. Estoy tratando de cortar con todo", comentó al matutino de Nueva York.

La transformación terminó de cuajar sobre la hora, con una llamada de emergencia al productor Rick Rubin (Black Sabbath, Johnny Cash).

Menos de una semana antes que el disco estuviese listo y enviado al sello Def Jam, las pistas entraron a la UTI musical administrada por Rubin. "El álbum debía ser entregado en dos días y Kanye pensaba volar a Milán esa noche. Cinco canciones aún necesitaban voz y dos o tres, las letras. Dijo: 'no te preocupes, meteré 40 puntos en el último cuarto'. En las dos horas que quedaban antes del vuelo, hizo eso exactamente", contó el productor a The Wall Street Journal.