En las fértiles llanuras del noreste de la extensa cadena montañosa de Zagros se encuentra el Kurdistán iraquí, región semiautónoma de 5,2 millones de habitantes, que en los últimos años ha experimentado un boom económico sin parangón en el resto de Irak. Gracias a la explotación de sus reservas de gas y petróleo (estimadas en casi 200 trillones de pies cúbicos y 45 mil millones de barriles, respectivamente), la provincia registró en 2011 un crecimiento anual de un 8%, todo un logro durante plena crisis económica internacional. A 10 años del inicio de la invasión a Irak liderada por Estados Unidos, los kurdos parecen ser los más beneficiados por la intervención internacional y el posterior derrocamiento de Saddam Hussein.

Este resurgir de la comunidad kurdo-iraquí (diezmada y castigada durante décadas) comenzó a tomar forma a principios de la década de los 90, cuando Estados Unidos impuso al régimen de Hussein una "zona de exclusión aérea" en la región, al término de la Guerra del Golfo. Su consolidación vendría en la década siguiente, tras la implementación de una nueva Constitución en 2005, que reconoció a Kurdistán como una entidad federativa del país, estatus que le permite poseer Parlamento regional, presidente, primer ministro y Carta Magna propios.

Fue gracias a esta autonomía que en 2006 entró en vigor una serie de leyes regionales que han facilitado la inversión, normas que, sumadas a una cierta homogeneidad étnica y a los altos índices de seguridad, han atraído desde entonces alrededor de US$ 21 mil millones. De ellos, US$ 12 mil millones han sido destinados en la capital, Erbil (300 kilómetros al norte de Bagdad), según datos oficiales recogidos por el sitio online de análisis económico MarcoPolis, con sede en París. Desde 2006 hasta ahora, unas 1.700 compañías extranjeras se han instalado en Kurdistán, destacando empresas petroleras como Total, ExxonMobil y Chevron. La oficina de Asuntos Consulares del Departamento de Estado de EE.UU., incluso, destacó en su boletín del 25 de febrero pasado que la seguridad en el Kurdistán iraquí "ha sido relativamente más estable que en el resto de Irak", adonde "viajar sigue siendo peligroso".

Es justamente en Erbil y en Sulaymaniyah -la segunda urbe de mayor tamaño e importancia- donde se puede apreciar el auge económico regional. "En 1991, Kurdistán era un pueblo grande. No teníamos telecomunicaciones o carreteras, y sólo teníamos un par de hospitales", comentó Alí Almudaris, asesor económico del ministerio local de Comercio e Industria, al diario canadiense The Star.

Más de 400 hoteles

Dos décadas después, el panorama es muy distinto. Si en 2007 había 106 hoteles en la capital regional, actualmente hay más de 400, a los que prontamente se sumará el complejo Empire que construye la cadena Marriott, de acuerdo con la revista Time. Ese medio asegura que las compañías Hilton, Kempinski y Sheraton están edificando infraestructuras similares. Conjuntamente, se construyen enormes complejos habitacionales y de negocios. Los centros comerciales acogen tiendas exclusivas como Rolex y Emporio Armani, además de varios restaurantes de comida internacional. Erbil, asimismo, alberga a 17 consulados y representaciones extranjeras, y un moderno aeropuerto -construido por una empresa turca a un costo de US$ 550 millones- que abrió sus puertas en 2010 y que actualmente tiene vuelos directos a Viena, Frankfurt y Estocolmo, consigna The Star. En cuanto a educación, en toda la región hay siete universidades públicas y nueve privadas, algunas de las cuales dictan varias de sus cátedras en inglés. El apogeo de Erbil -que posee una antigua ciudadela nombrada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco- fue reconocido por el Consejo de Turismo Arabe, que nombró a la ciudad "capital turística" en 2014.

Pero el boom también ha tenido sus costos. "Los precios (de las casas) son tan altos que sólo los oficiales y los ricos pueden comprar. Los pobres realmente no tienen los medios", explicó al canal France 24 Himdad, un estudiante de filosofía de 26 años, cuyo sueldo es de unos US$ 400, la media regional. Los costos de los materiales para construir y los alimentos procesados (en su mayoría importados) también son elevados, señala The Star, que recalca que en Erbil sólo hay electricidad 17 horas al día, mientras que en las zonas rurales dicho servicio casi no existe.