Tenemos que hablar de Kevin se llama la película y medio mundo pareciera tener que hablar nuevamente de Tilda Swinton (51) y sus virtudes como actriz. La británica está siendo ampliamente alabada por su papel de atormentada madre de un niño problemático, un protagónico que le ha significado una buena cantidad de nominaciones -también premios-, siendo la más vistosa la de los Globos de Oro. Allí compite con actrices de la jerarquía de Meryl Streep y Glenn Close, y su inclusión es un buen antecedente para pensar que podría llegar a los próximos Oscar. Un premio que ya ganó, en 2008, gracias a su rol en Michael Clayton, en calidad de actriz secundaria.

El de ahora es un protagónico con todas sus letras y de esas interpretaciones que a la crítica internacional le gusta bautizar como un tour de force, expresión utilizada para un actor o actriz que ha superado todos los obstáculos que implica un desafío interpretativo mayúsculo. Y Swinton, con su habitual capacidad para los roles ambiguos y enturbiados, así lo ha hecho en esta oportunidad.

Ella es la madre de Kevin, un pequeño demonio y no en el sentido travieso de la expresión: de bebé que no siente amor por su madre, disfruta boicoteando sus planes de acercamiento y haciéndola sufrir de manera enfermiza. Cuando se hace adolescente, su maldad toma formas terroríficas, dejando consecuencias difíciles de imaginar. Swinton, de una presencia inmensa, tanto por su propio carácter -incluyendo ese rostro androide, duro y frío- como por la cámara que la acompaña con insistencia, interpreta magistralmente el calvario de esta madre y al mismo tiempo da luces en torno a la maternidad.

Ser madre, pareciera decirnos esta cinta, no implica una relación unidimensional de amor hacia el hijo; puede ser al mismo tiempo algo retorcido y patológico. Cuando en el festival de Cannes pasado presentó la película, reflexionó sobre esos matices: "Estoy harta de ver en las películas de Hollywood preciosos partos y hermosos momentos en las habitaciones de las maternidades. Parir es brutal y en esta película no olvidamos el rojo vital de la maternidad".

Tenemos que hablar de Kevin tiene sensibilidad y autoría femenina. Y no sólo por Swinton. Está basada en el bestseller homónimo de Lionel Shriver y dirigida por Lynne Ramsay, cineasta escocesa, directora de Ratcatcher (1999) y Movern Callar (2002), dos películas que fueron suficientes para que se le considere en la elite mundial de realizadores.