Cuando tenía 14 años, Julio Sarmiento fue elegido por la dirección de su colegio en Cuba para participar en el funeral simbólico de Ernesto "Che" Guevara, realizado en su ciudad natal de Santa Clara. Era 1997, habían pasado 30 años de su muerte en la selva boliviana y los restos del "Che", finalmente encontrados ahí, fueron trasladados a la isla para una histórica ceremonia fúnebre. En 1958, Guevara había librado en Santa Clara la batalla decisiva, que terminó con el triunfo de la Revolución. Sarmiento, hijo de padres anticastristas, se tomó con humor el desfile y ocupó el rol de guerrillero: con arma en mano, se puso a marchar junto a la milicia.
No estaba en sus cálculos que la imponente ceremonia lo terminaría marcando. Ese día, Sarmiento supo que era comunista. Los libros de aventura y ciencia ficción que ocupaban su mente cuando era un niño fueron dejados de lado para ser reemplazados por asuntos netamente políticos. Ese día del funeral del "Che", Sarmiento se convirtió en un hombre.
Poco después se inscribió en el Partido Comunista cubano. Cuando finalmente llegó a Chile, a los 19 años, poco después de su arribo al país pasó a ser parte de la Jota. En la Universidad de Chile, donde entró a estudiar, rápida y predeciblemente lo apodaron "El Cubano".
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El año recién pasado no fue fácil para Julio Sarmiento (32). Con la llegada del nuevo gobierno, a su trabajo en un hospital de Maipú se agregó una asesoría en el Ministerio de Salud, donde pasó a ser parte del núcleo duro de la entonces ministra Helia Molina, lo que fue resistido por sectores de la DC. Desde que irrumpió en la escena pública, Sarmiento ha sido blanco de ataques, muchas veces fundamentados en su relación con la diputada del PC Camila Vallejo, con quien tuvo una hija hace un par de años.
El ex ministro de Salud Jaime Mañalich pegó uno de los primeros combos fuertes cuando en agosto del año pasado dijo: "Hubo ciertamente un esfuerzo, de Michelle Bachelet en particular, de incorporar al gobierno al PC, y para eso hubo gestos muy concretos (…). La pareja de Camila Vallejo fue contratada en el Hospital de Maipú y, además, como asesor directo de la ministra de Salud, o sea, yo creo que hay un esfuerzo real por atraer, seducir, al PC, incorporar su agenda dentro del actual gobierno".
Mañalich también hacía alusión a su honorario bruto de tres millones 500 mil pesos en el Minsal, lo que sumado a su labor en el Hospital de Maipú se acerca a los cinco millones de pesos como salario mensual.
A pesar de los espolonazos, Sarmiento tiene una posición firme en el gabinete de Salud. Desde que encabezó la Fech en 2010, mantiene una relación cercana con Guillermo Teillier. Ese vínculo de confianza, su experiencia como dirigente estudiantil y sus conocimientos sobre salud fueron claves para que el timonel comunista lo ubicara en cargos relevantes al interior del partido. En 2013, mientras estudiaba un magíster en salud pública en la Universidad de Chile, fue nombrado miembro del comité de salud de la colectividad. Ese mismo año encabezó la creación de la red de profesionales del PC.
Su desempeño en esos cargos de confianza dentro del partido lo llevaron a ser electo como el representante de la colectividad en el comando de la entonces candidata Michelle Bachelet, junto a las doctoras Helia Molina (PPD), Soledad Barría (PS) y Carmen Castillo. Ellos serían los encargados de redactar el programa de salud, generando así un círculo de confianza que se replicaría en el Ministerio de Salud.
Una de las características más relevantes, comentan al interior del gabinete, es la buena relación que forjó con la ex ministra Molina, quien renunció a fines de diciembre de 2014, tras asegurar que "en todas las clínicas cuicas" las familias conservadoras realizan abortos. Sarmiento se mantuvo fiel a Molina, apoyándola vía Twitter y de forma privada, lo que lo llevó a mantenerse en su cargo de asesor, estar bien evaluado internamente y, de paso, mantener las confianzas con la nueva ministra Carmen Castillo. Enrique Accorsi (PPD) -miembro del gabinete de salud- dice que Sarmiento "es un cabro joven que tiene muchas aspiraciones. Está muy comprometido con la salud pública".
Consultado sobre su futuro político, cercanos a Sarmiento dicen que está "a total disposición del PC para asumir nuevos cargos", ya sea dentro del gobierno o de representación popular. Es por esto que el cubano está tramitando su nacionalidad chilena en Cancillería, la que necesita para ejercer algunos cargos públicos y así cumplir con los planes que tiene el PC de proyectarlo como una de sus figuras nacionales en esa área.
Pero el camino no ha estado libre de problemas.
Una de sus primeras pruebas en terreno la realizó en agosto de 2014, en medio de las negociaciones de la multigremial del Hospital del Salvador con el gobierno. Durante 28 días el centro médico ubicado en Providencia estuvo en paro. El sindicato, con lienzos y megáfonos, hizo notar su rechazo al proyecto de concesión del hospital que tenía el Ejecutivo, como también su negativa a los reemplazos en huelga que sufrirían varios trabajadores.
El conflicto fue negociado por mesas técnico-jurídicas en las que, como asesor del Minsal, Sarmiento asistió. Por el otro lado estaban los integrantes de la multigremial del hospital. Iban recién en las primeras conversaciones cuando al final de una de las reuniones, Sarmiento perdió su celular. Al hacerlo público, los representantes del gremio sintieron que el médico, indirectamente, los acusaba de robo. La tensión entre Sarmiento y los representantes del gremio creció hasta transformarse en una discusión. Varios de los presentes eran militantes o cercanos al PC.
El fuerte encontrón que tuvo terminó llevándolo hacia un segundo plano en el transcurso de la negociación. "No lo volvieron a ver con los mismos ojos", recuerda una fuente que presenció la discusión. El grupo de trabajo del Hospital del Salvador lo acusó de falta de experiencia política y de, según ellos, "pisar el palito inmediatamente". Ignacio Loyola, miembro del sindicato de El Salvador, relata que "Julio nunca tuvo liderazgo, nunca fue importante en las negociaciones. Después de agosto nos hemos seguido reuniendo con el ministerio hasta el día de hoy, y él nunca más apareció".
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Teresa Machado Crespo, la madre de Sarmiento, emigró en el 2000 a Santiago, tras su separación matrimonial. Dos años después, Sarmiento la siguió. Vivieron juntos en la comuna de Pedro Aguirre Cerda, hasta que ella se fue al sur de Chile por motivos laborales. El cubano, de 19 años, buscó en la misma comuna un lugar para arrendar, llegando a una pequeña residencia en la que compartía con otros estudiantes. Ahí vivió gran parte de su vida universitaria.
Ingresó a Medicina en la Universidad de Chile en 2004. Los aranceles los pagó con la ayuda de su madre doctora. Su altura, barba y acento caribeño llamaron la atención de sus compañeros. Rápidamente, en 2005, fue electo como delegado de curso de su facultad. Ese mismo año ingresó a las JJ.CC., para luego ser nombrado presidente del Consejo de Estudiantes de la Salud (CES) y, después, como miembro del senado universitario.
A la Fech llegó en 2009, como parte de una lista amplia de izquierda que incluía al PC, cuando la federación era presidida por Federico Huneeus. Sarmiento ocupó el cargo de secretario ejecutivo. Ese mismo año comenzó a salir con Camila Vallejo, quien también era parte de esa lista. En 2010 se convierte en presidente de la Fech.
Ese año, la Confech esperaba que sus demandas fueran en aumento y terminaran en grandes manifestaciones públicas, pero el terremoto del 27/F cambiaría los planes. Sarmiento, de 27 años en ese entonces, se encontró con una Fech concentrada en trabajar con los damnificados del sismo. Por esto, tuvo que trabajar mano a mano con Felipe Kast, entonces titular de Desarrollo Social, con quien coordinó el apoyo a facultades afectadas por el terremoto. También con el UDI Joaquín Lavín, quien lideraba la cartera de Educación, con quien tuvo reuniones que son descritas como "fluidas" por algunos miembros de la Confech.
"Julio supo sobreponer el momento del país a los temas políticos partidarios", explica Camilo Ballesteros, amigo de Sarmiento y ex dirigente estudiantil de la Universidad de Santiago de Chile (Usach), quien hoy se desempeña como director de la División de Organizaciónes Sociales del gobierno. Las demandas estudiantiles de ese período tuvieron que postergarse.
De todas formas, Sarmiento continuó con su ascenso en el PC, pasando a ser parte del comité central. Ese año fue clave para el Partido Comunista, que estaba reestructurándose en la Universidad de Chile para retomar su influencia. Además, Sarmiento llegó a ocupar el cargo de encargado de formación de nuevos militantes de la Jota, lo que sería recibido como un reconocimiento a sus capacidades y experiencia política.
Como ex presidente, Sarmiento debió entregarle toda la información necesaria y apoyar el desempeño de su más probable sucesora en la Fech, Camila Vallejo. Era el rol protocolar que tenía que cumplir con la nueva presidenta, colaborando en lo que ella necesitara. La idea del estudiante de Medicina era que el PC y la Nueva Izquierda universitaria (NIU) le dieran continuidad al proyecto político. Camila Vallejo lograría el triunfo y presidiría la Fech en 2011.
Pero Sarmiento -como les ha comentado a cercanos- no se siente el formador de Camila Vallejo. Diferente es lo que ocurre con Camilo Ballesteros, quien sí destaca los consejos y aportes de Sarmiento en su formación como presidente de la Feusach.
Tras dos años de estudios congelados debido a la dedicación a la Fech, Sarmiento retomó su carrera para realizar el internado de Medicina. Ese año asistió a varias marchas junto a Camila Vallejo, quien se convirtió en el símbolo del movimiento estudiantil.
Sarmiento, finalmente, dejó sus días como dirigente estudiantil atrás el 16 de junio de 2011, el día de la primera gran marcha del movimiento. El cubano veía la marcha por televisión mientras cumplía con un turno del internado. Secretamente esperaba ser llamado para hacer una aparición, dar algún discurso. Nada de eso pasó.
Sarmiento dejó la Jota, pasando al PC ese mismo año. En diciembre de 2012 se tituló de médico cirujano, para terminar de pasar a un silencioso segundo plano.
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Julio Sarmiento no estaba seguro de querer participar de un posible gobierno de la Nueva Mayoría. Con esas dudas entró al comando de Bachelet. El Partido Comunista lo integró a una nómina con posibles nombres para ejercer cargos públicos. Aunque en un segundo plano, destinado a un rol más secundario, su nombre fue entregado por la directiva PC a la Presidenta Michelle Bachelet junto a los de la actual ministra del Sernam, Claudia Pascual; el embajador de Chile en Uruguay, Eduardo Contreras, y el actual director de la División de Organizaciones Sociales, Camilo Ballesteros.
Sarmiento había comentado, en todo caso, que pretendía privilegiar su carrera como doctor. La negativa duró hasta que Helia Molina se transformó en la nueva ministra de Salud y le pidió al cubano participar como asesor de su cartera. Le dijo que el nuevo gobierno de Michelle Bachelet pretendía trabajar con jóvenes que tuvieran afinidad y conocimientos técnicos en cada ministerio, además de representar una ideología transversal. Sarmiento cumplía con esos requisitos.
Tras la salida de Molina, Sarmiento se mantuvo dentro del núcleo de confianza de Carmen Castillo, la nueva titular del ministerio. Según el sitio web Gobierno Transparente, el médico debe monitorear y seguir conflictos "de gremios y colegios profesionales, entre otras cosas". Otras de sus labores son debatir la contingencia en el gabinete y realizar un seguimiento interno de cómo se cumplen los compromisos presidenciales.
Sarmiento sobrevivió el cambio de ministra. En el PC apuestan a que será algo más que un sobreviviente.