"Madrid cabrón, saluda al campeón", gritaban los 90 mil hinchas del Barcelona que llenaron el Camp Nou, consumado el 1-1 ante Real Madrid, que le dio los pasajes para disputar la final de la Liga de Campeones en Wembley, el 28 de mayo.
Rivalidad pura. Antipatía histórica. Odio permanente. Madrid versus Cataluña. Mourinho frente a Guardiola. Todo eso y mucho más fue el Barcelona y Real Madrid, que protagonizaron cuatro encuentros en 18 días.
Fueron verdaderas batallas, tanto dentro como fuera del campo de juego: siete goles, tres expulsados (todos de los "merengues") y declaraciones hirientes desde ambas trincheras.
Que Guardiola trató de "puto" a Mourinho. Que el portugués dijo que la UEFA ayudaba al Barcelona, porque era auspiciado por Unicef.
Si hasta el técnico de la selección española, Vicente del Bosque, se involucró e intentó mediar, para que esta disputa no generara una grieta entre los jugadores campeones del mundo.
Superó fronteras
Es que esta guerra se trasladó a otros ámbitos. Los límites del campo de juego fueron traspasados, llegando, incluso, hasta la vida privada. Los "madridistas" Sergio Ramos y Raúl Albiol bloquearon de su Twitter a Gerard Piqué.
Y todo, por un partido de fútbol. Que, además, lo trataron de llevar a la justicia deportiva de la UEFA. Los blaugranas pidieron sanciones para "Mou", por sus dichos. El organismo respondió suspendiéndolo por un partido. El luso replicó, prefiriendo ver el encuentro en el hotel de concentración, para evitar insultos.
Por su parte, la dirigencia del Madrid contraatacó, acusando a los jugadores del Barcelona de tener una actitud antideportiva, por las supuestas simulaciones que provocaron "errores" del árbitro en la ida de la Champios. No se daban tregua.
Triunfo "culé"
En resumen, ganancia para los blaugranas, que se colocaron a 90 minutos de ganar su cuarta "Orejona" y muy cerca de conseguir un nuevo título en la liga española.
El premio de consuelo para la escuadra de "Mou": la Copa del Rey, muy poco para un técnico ganador y para uno de los equipos que más invierte en el mundo.
La conclusión: en los 360 minutos de juego, la escuadra de "Pep" mostró una superioridad notable en cuanto a la posesión de balón. Por lo menos, así lo indica el casi 70% que tuvieron con el balón en su poder, en cada uno de los cuatro partidos.
Ayer, nuevamente fue así. Porque a pesar de que el Madrid tenía que ganar por más de dos goles, Mourinho mantuvo su esquema de esperar en campo propio al Barcelona.
Y como fue la constante en estos 18 días, los dueños de casa no se cansaron de rotar la pelota. Pase largo. Pase corto. Cambio de frente. No importaban las variantes, lo claro era tener el balón.
En la primera mitad, Iker Casillas fue el héroe del madridismo, con tres tapadas notables. En la segunda fracción, el juez del partido, el belga Frank de Bleeckere, anuló un gol legítimo a Angel di María... El juego prosiguió y Pedro Rodríguez anotó el 1-0 que acababa la serie.
Si bien el Real se acercó con el tanto de Marcelo, Barcelona nunca vio peligrar su paso a la final. La tercera en cinco años. Atrás habían quedado cuatro batallas terribles que dejaron heridos. A tal punto, que ayer Xabi Alonso disparó: "Las relaciones con algunos jugadores del Barcelona están rotas". La lucha continúa en las palabras.