Suena el pitazo inicial y Patricio Polic se transforma. No es fútbol, ni tampoco hay miles insultándolo sólo por la labor que desempeña en el espectáculo. Es balonmano, y el árbitro profesional es, aquí, director técnico. Está del otro lado de la vereda. Acá le toca reclamar con intensidad algún cobro que le parece errado. Gesticula, se mueve de un lado a otro. Luce nervioso. Grita y da instrucciones de manera constante. En la cancha, su equipo, la selección femenina de handball de la Región del Biobío, se jugaba el paso a la final de la especialidad de los Juegos Nacionales. Al frente, eso sí, estaba su símil de la Región de Valparaíso. Las diferencias eran abismales.
En la cancha de fútbol Polic no titubea y suele ser uno de los jueces más estrictos del torneo. En el balonmano su personalidad parece no variar. Hay poca paciencia y los errores no tienen cabida en su planteamiento. De hecho, recriminó con dureza a una de sus jugadoras tras haber perdido la posición defensiva y haber encajado un gol en contra cuando se jugaban recién los primeros segundos del encuentro.
El árbitro-DT permaneció sentado apenas dos minutos. La superioridad del rival era evidente. "Miren el juego. Concéntrese", gritó tres veces seguidas cuando el marcador, en poco rato, ya mostraba un claro 7-0 en favor de las porteñas.
Pese a las peticiones del técnico, el mal día estaba desatado. En pocos minutos las de Valparaíso se imponían por 12 tantos contra 2. "Pongámonos las pilas. Empecemos a jugar de una buena vez. Asumamos nuestra responsabilidad", exclamó antes de que una de sus jugadoras perdiera la pelota saliendo y le anotaran nuevamente, lo que lo hizo perder la compostura de manera definitiva: soltó un grito de desaprobación, se golpeó fuerte los muslos con las manos y pateó con vehemencia un bolso que estaba al costado de la banca. "¿Cómo puede ser que justo hoy no haya salido nada?", se preguntaba, a viva voz, cuando el marcador mostraba un irremontable 25-4.
En el segundo tiempo su actitud no varió, aunque sí pareció bajar las revoluciones. Con una actitud más contemplativa, se dedicó fundamentalmente a ordenar la zona posterior del equipo, la principal debilidad exhibida ayer por las penquistas. El resultado final, no obstante, fue decidor: 45-15 y una gran decepción para Polic.
"En Santiago y la Quinta Región están un peldaño sobre nosotros. Lo sabíamos de antes. Tenía la esperanza, eso sí, que el equipo tuviera una actitud mejor, que mostrara un poco más de pasión para suplir las falencias técnicas, pero hubo mucha ansiedad y mucho nerviosismo. Antes del partido, dos de mis jugadoras titulares se enfermaron de puro nervio", dijo una vez sentenciada la derrota. "Ahora esperamos ganar el tercer lugar para, al menos, estar en el podio, que es lo que nos planteamos".
Más allá de derrotas o victorias, eso sí, Polic dice: "con el balonmano me involucro y apasiono demasiado. Tanto, que a veces me sobrepaso un poco con mis jugadoras", admite. Y añade: "Lejos, me apasiona más esto que el fútbol, sobre todo desde el punto de vista de la formación y la dirección técnica. En el fútbol hay 17 millones de entrenadores, entonces todo es diferente".
Finalmente, admite que quiere seguir progresando en esta pasión. "Quiero seguir potenciándome. Conocí este deporte en la universidad y desde ahí no he dejado de perfeccionarme. Ahora me inscribí en un magister de alto rendimiento. Me interesa mucho seguir trabajando ligado a este deporte".