"La casa y yo somos la misma persona". Con esas palabras Elba Farías define la propiedad de tres mil metros cuadrados que administra hace más de 20 años y que está emplazada en la esquina de las calles Monjitas y Miraflores.
El caserón fue residencia de la familia Puyó, refugio y taller de artistas, lugar para una radio, dos galerías y hoy también sitio para una escuela de danza árabe y un instituto de disciplinas japonesas.
A comienzos del siglo XX, el doctor Luis Puyó encargó a Emilio Jecquier, el arquitecto más popular de la época, la construcción de su vivienda familiar, en lo que en ese entonces era la periferia santiaguina. El autor del Museo de Bellas Artes y la Bolsa de Comercio supervisó la que fue su única obra habitacional, una inmensa edificación neoclásica, que demoró siete años en construirse.
Se trata de un edificio de tres niveles, con cien habitaciones, cuyos balcones y corredores dan a patios interiores con palmeras y una fuente de agua en desuso.
"Son seis casas con entradas separadas. Por el lado de Monjitas hay cuatro puertas y después por calle Miraflores hay tres más que comunican a otras dos viviendas", detalla el arquitecto Fernando Balmaceda, cuya tesis se centró en la construcción.
El caserón, protegido en el Plano Regulador de Santiago como Inmueble de Conservación Histórica, albergó en sus inicios a la familia Puyó, con sus nueve hijos y a la consulta del médico y patriarca.
Murieron los padres y de a poco la descendencia. En tanto, las hijas solteras, Inés y María, se quedaron en la casa. Inés Puyó, pintora de la generación del 28 y alumna de Juan Francisco González, instaló su taller en la casa de Monjitas 615 y compartió el espacio con sus compañeros artistas luego del incendio que en 1969 afectara a la Escuela de Bellas Artes, actual Museo de Arte Contemporáneo (MAC). Nemesio Antúnez, Ximena Cristi, Augusto Barcia y Carlos Pedraza fueron algunos de los invitados. "Estaban todos los grandes maestros de la escuela de la Universidad de Chile, desde el decano Pedraza hacia abajo", recuerda Ebe Bellange, quien llegó al grupo en 1983.
Uno de estos pintores, René Poblete, convirtió otra de las casas en espacio público. Fueron los llamados Talleres 619 -por su numeración en calle Monjitas- donde funcionaron por 16 años cursos y encuentros, donde se desarrollaron los talentos de Bororo y Samy Benmayor.
En 1977, Beatriz Lawrence se hizo cargo de tres salones de la casa de Monjitas 625 e instaló allí la Galería Lawrence, en las mismas dependencias donde antes funcionara la Radio Candelaria. Los pintores de este espacio, más los de los talleres de Monjitas 619 y 615, fueron protagonistas de exposiciones.
"Inés decía que en su testamento dejaría estipulado que siempre fuera casa de artistas o un centro cultural, pero eso nunca se hizo", precisa Ebe Bellange.
Por la entrada de Monjitas 609 funcionó en los 70 la Galería Fidel Angulo y hoy un instituto donde se enseña el arte de la espada samurái. Cada tarde gritos en japonés y golpes resuenan en los salones que alguna vez vistieron alfombras persas, muebles victorianos y sillones de cuero de búfalo. En tiempos en que era espacio residencial, del cielo de estas salas colgaban lámparas a gas y en las paredes se podían admirar cuadros de Alberto Helsby y Thomas Somerscales.
"Aquí tomábamos el té con Inés", afirma Beatriz Lawrence, quien también recuerda un salón de billar. "La dueña de casa era una mujer de carácter fuerte, reservada, siempre junto a sus perros y su gato Antoine", apunta Ebe.
Tras la muerte de la pintora en 1996 y la de su hermana María, un año más tarde, la casona pasó a manos de familiares indirectos, una congregación de monjas y al Hogar de Cristo, que vendieron la propiedad a una sociedad inmobiliaria alemana por $ 600 millones.
Cuando la casa se puso en venta, muchos de los artistas trasladaron sus talleres, algunos temieron el desalojo y otros la demolición. Pero de acuerdo con la norma que la protege, al menos la fachada, es intocable. Aún no se conoce el futuro de la Casa Puyó. Beatriz Lawrence adelanta que sólo "cuando llegue la pala a destruir, me voy".