"No tema ir despacio, sólo tema no avanzar". Este es el lema que el gerente general de Cecinas Llanquihue, Enrique Mödinger, utiliza para hablar sobre la evolución de la compañía que en octubre pasado cumplió 100 años. La empresa, dedicada a la producción de embutidos premium como salchichas, longanizas, chorizos, jamones, salames y patés, hoy tiene una participación de mercado de 6%.
"Estamos a la par con Agrosuper", dice el empresario y destaca que sus productos llegan a una clientela especial. "No queremos bajar la calidad por producir más. Es preferible andar lento, pero seguro", añade.
La firma produce anualmente 7.000 toneladas y para este año proyecta ventas por US$ 60 millones, un 20% más que en 2013. Su capacidad está casi al tope, pero Mödinger explica que la calidad es clave: "Nosotros criamos a nuestros animales, los faenamos y hacemos todo el proceso para tener la certeza de que esa materia prima es de primera calidad".
Enrique Mödinger es representante de la tercera generación de una familia que llegó a la X Región en 1852, proveniente de Strümphfelbach, al sur de Alemania. Su padre, Ewaldo Mödinger Leichtle, siguió el negocio que en 1914 comenzó su propio padre, con la instalación de una carnicería, y que en 1935 se convirtió en una fábrica de embutidos. "En ese tiempo era difícil trabajar. Sin electricidad, ni agua potable. Cuando se faenaba un animal había que ofrecerlo a la gente", relata el ejecutivo.
Estas historias las conoce de su padre, quien tiene 95 años y es presidente honorario de la compañía. Fue él quien se robó la atención de los 600 trabajadores de la empresa durante la celebración del centenario en la fábrica, el 11 de octubre pasado. Contó anécdotas, dice Enrique Mödinger -el mayor de cinco hermanos-, como cuando hizo una competencia con un trabajador y duraron 48 horas seguidas de trabajo. "Eso no lo podríamos hacer hoy", señala.
Kilómetro mil
Mödinger se asombra de los últimos cambios en la industria de los embutidos, con operaciones como la ocurrida en 2011, cuando Cial alimentos, de Alberto Kassis, compró el 85% de Cecinas Winter, compañía fundada por Guillermo Winter hace más de medio siglo. Cecinas Llanquihue no ha estado ajena a miradas.
Dice que hace 15 años se les acercó una empresa norteamericana -Sara Liquor Corporation- para comprarlos. "El dueño comenzó con una fábrica de cecinas y su sueño era tener en cada país una fábrica de cecinas. Vinieron dos veces y estuvieron mirando, pero al final se dieron cuenta que estar al sur de Santiago no era el mejor negocio", recuerda.
La fábrica de embutidos está justo en el kilómetro mil de Santiago. "Hoy día es contra toda lógica tener una industria donde no está el centro de consumo", señala el gerente general de Cecinas Llanquihue.
Agrega que siempre ha pedido a los candidatos presidenciales que impulsen leyes para apoyar tributariamente a las empresas que están en el sur de Chile. "Tengo que ir a buscar mis cerdos a la zona central, luego traerlos para acá y al final llevo los productos terminados a Santiago o a Punta Arenas. Eso es muy caro", dice. Cerca del 20% de la estructura de costos de la empresa está asociada a la distribución de productos.
Por eso, la compañía se centra en abastecer el consumo nacional, pese a los intentos para expandir el mercado. Han explorado en México, Estados Unidos y Argentina. Fue en este último país donde más cerca estuvieron: registraron la marca y se apoyaron en Jumbo, pues la supermercadista quería comprar toda la producción. "Nos encontramos con cosas que no nos gustan a los chilenos", dice escueto. Fue hace 12 años.
Pero los embutidos no es lo único que producen. Hace una década la familia Mödinger se expandió hacia el negocio agrícola. Tienen una plantación de papas que comercializan en la sala de ventas del holding, en Llanquihue. Al año plantan 120 hectáreas, donde el 90% de la siembra se comercializa. También venden vacunos. Cuentan con más de 4.000 animales.
Escasez e inversiones
Un quinto de los cerdos que faena la compañía son de producción propia y el resto proviene de Chillán, Los Angeles o la zona central. Sin embargo, hay escasez por el cierre de plantas de cerdos, lo que se agudizó con el fin de la planta Freirina, de Agrosuper. "Chile vivirá una etapa que será crítica en un tiempo más, porque no habrá más cerdos", asegura.
Por eso, el plan de US$ 18 millones que esperan ejecutar hacia 2017 y que permite elevar la capacidad en un 30% está en revisión. "Hay que ver si se dan las cosas, porque está el problema de los abastecimientos de cerdos", sostiene.
La falta de este insumo está incrementando su valor. En la actualidad, precisa Mödinger, un cerdo vivo cuesta $ 1.200 más IVA y el año pasado llegaba a $ 900. Traerlos de otros países como Estados Unidos, Brasil, Argentina o Canadá tampoco les conveniente, por la distancia.
Pero el cierre de las plantas de porcinos no es la única preocupación del empresario. Las reformas que impulsa el gobierno también concentran su atención. Una de ellas es la laboral. "Eso tendrá un impacto", dice.
La recién aprobada reforma tributaria también es un tema, pero plantea que la solución respecto del alza de los tributos se soluciona de manera fácil: "El alza de impuestos se traspasa a costos". La pregunta, sin embargo, es ¿hasta cuánto? "No por ser premium voy a subir sin conciencia. Lo que queda después es automatizar la producción. Hay que ver por dónde puedo hacerlo y que no caigan muchos heridos", explica.
Agrega que la nueva ley de etiquetado es "otra materia de bastante preocupación" y que, por eso, está siguiendo de cerca el debate a través de la Asociación Nacional de Industria de Cecinas (Anic). En su opinión, Chile será el primer país con este nivel de exigencia en materia de la rotulación.