Hace dos años hubo en Chile un empate técnico entre la danza contemporánea y el ballet clásico. De acuerdo a mediciones de consumo del Consejo de la Cultura, 76 mil personas pagaron por ver ballet frente a 70 mil que compraron boletos para danza contemporánea. Sin embargo a la hora de comparar la asistencia a los shows gratuitos, la medición cambiaba: 131 mil espectadores en el ballet contra 180 mil en danza contemporánea.
Considerada por mucho tiempo como un pariente más bien marginal del más conocido ballet clásico, la danza moderna ha ido ganando un lugar creciente entre los espectadores chilenos. Mayores ofertas, nuevas escuelas de danza y un lento pero progresivo aumento de escenarios permiten que al menos este año, y en apenas un mes, se desarrollen tres actividades a gran escala: el Encuentro Coreográfico en el Teatro Municipal (que hasta hace tres años no estaba abierto a este tipo de presentaciones), el llamado Epicentro de la Danza en el GAM y el ballet Mi mano del israelí Idar Sharabi para el Ballet Nacional Chileno (Banch).
Mientras en los años anteriores los espectáculos de danza contemporánea se mantenían sin variación, entre el 2009 y el 2013 se produjo un aumento sustantivo: las funciones subieron de 878 a 1.569, duplicando la oferta. Tiene lógica: según datos del Consejo de la Cultura, un 47 por ciento de los profesionales de la danza, que son 1.700, se dedica a los estilos contemporáneos frente a un 8,8 por ciento en ballet clásico.
La coordinadora de danza del CNCA Francisca Las Heras, organismo que organiza los Encuentros Coreográficos en el Municipal, estima que ha sido un lento y productivo proceso: "Actualmente estamos con alrededor de 400 personas como promedio por temporada, lo que es muy bueno para nosotros. A veces en el Teatro Municipal algunas personas se han escandalizado con desnudos o con obras que son demasiado interactivas. Es normal que suceda. Una de las ideas de estos encuentros es cruzar las disciplinas y a veces se mezclan las audiencias. En general ha sido una buena experiencia", dice.
Las Heras, que es bailarina y estudió en la U. de Chile, estima que hay muchos más interesados en practicar la danza contemporánea, aunque en algunos casos las instituciones que imparten la carrera no son lo suficientemente responsables: "Creo que en términos generales hay un avance en la danza contemporánea, con más y mejores coreógrafos, pero existe el peligro que egresen muchos chicos de escuelas de danza y se encuentren con una realidad donde no encuentren trabajo. En la práctica sólo hay dos cuerpos de baile en Chile y uno sólo, el Banch, dedicado a la danza contemporánea".
Una de las plazas que se ha abierto con fuerza a la danza contemporánea es el GAM, que entre el 1 al 19 de julio ofrecerá también el llamado Epicentro de la Danza. "Es un ciclo en que participan compañías internacionales que comparten una mirada contemporánea y el interés por investigar en torno al lenguaje de la danza: desde la revisión de piezas históricas (como la versión que presentará la compañía danesa Granhoj Dans de La consagración de la primavera) hasta la mixtura de estilos o técnicas (como lo que ocurre en la española Avalanche o en la británica Rising)", explica el director de programación y audiencias del GAM, Javier Ibacache. En este encuentro también estará Reality show, una pieza de danza moderna desarrollada por bailarines del Ballet de Santiago del Teatro Municipal, la compañía emblema del género clásico en Chile. Según Ibacache, el porcentaje de ocupación de salas con danza contemporánea en el GAM supera el 65 por ciento y en algunos casos llega al 90 por ciento.
Sin embargo, el camino de las obras modernas es duro y requiere de trabajo a pulso. Así lo expresa Isabel Torres, que presenta su performance Yeny hasta mañana en el Encuentro Coreográfico del Teatro Municipal. "Es difícil dedicarse a esto en Chile. Falta plata, educación y la única forma de hacer algo es levantar fondos entre varios. La gente, por otro lado, no sabe cómo enfrentarse a una coreografía. No saben que no se trata de entenderla como se entiende una película, sino que hay que experimentarla o sentirla. Aún así es bueno que en el Municipal se den estas obras: se produce un encuentro entre la tradición que representa este recinto y la danza contemporánea", dice Torres, que dará su pieza junto a Hay que caminar soñando, de Beatriz Alcalde, las 19.30 horas.
Hoy y mañana, y luego a partir del próximo miércoles, se presentará Mi mano, la obra que el israelí Idan Sharabi preparó para el Ballet Nacional Chileno (Banch). Con una trayectoria que incluyó su paso por las compañías de contemporáneas Netherlands Dans Theater y la Batsheva Dance Company (que este año estuvo con bastante éxito en Santiago a Mil), Sharabi es uno de los exponentes más virtuosos de la danza israelí actual, aquella donde el cuerpo, la fricción y el riesgo físico son los principios fundamentales. Son precisamente el tipo de características que le falta a la danza en Chile ("hay una carencia por abrirse a las experiencias en el extranjero y también debemos mirar el futuro", dice Las Heras) y que el director del Banch, el francés Mathieu Guilhaumon, espera incorporar.
"No es que en Chile no haya danza con fricción, pero creo que la base académica que puede aportar Idan Sharabi es necesaria. Es un tipo muy exigente", sostiene Guilhaumon. "Me parece que estamos en un buen momento y hay más interés de privados y del Estado por contribuir a la danza contemporánea. Está el GAM, el Municipal y nosotros luego tendremos Vicuña Mackenna 20. Pero nos falta mucho igual", agrega.
En el 2015, el Banch celebrará sus 70 años de vida y Guilhaumon se encuentra trabajando en la gran obra conmemorativa: se tratará del Réquiem de guerra, de Benjamin Britten, que será interpretado entre el 9 y 14 de octubre por el Banch y la Orquesta Sinfónica dirigida por Leonid Grin: "Al mismo tiempo, conmemoramos los 70 años del término de la Segunda Guerra Mundial. Luego, en diciembre, la coreógrafa inglesa Caroline Finn hará una nueva versión de La mesa verde, la clásica pieza del alemán Kurt Jooss, que llegó a Chile en los años 40 y que fue un hito, pues tras su representación se creó el Ballet Nacional Chileno. No olvidemos que lo fundó Ernst Uthoff en 1945, uno de los discípulos de Jooss", agrega el director del Banch.
Influida por artistas extranjeros, siempre en constante lucha contra otras disciplinas de mayor exposición mediática y bebiendo también de la experiencia callejera (b-boying, street dance), la danza contemporánea lucha por mantenerse al alza en Chile. Por lo menos para este invierno se sucederán sin respiro varios espectáculos, y durante todo el 2015 se cernirá la sombra de los 70 años del Ballet Nacional Chileno, el emblema local de una disciplina que ya puede mirar de frente a la danza clásica.