l interior del Centro de Estudios Públicos (CEP), está instalada la sensación de que este 2013 no fue un buen año para la institución. No bastó la renuncia de su histórico director, Arturo Fontaine, quien en mayo puso fin a más de 30 años al mando del ente. Dos meses después, y en medio de la incertidumbre por el futuro del centro, la coordinadora del área de opinión pública, la investigadora Carolina Segovia, también abandonó el CEP, en medio de una encendida polémica por la entrega de los resultados de la encuesta electoral que realiza el think tank, en cuyo trabajo de campo se cruzó la renuncia de Pablo Longueira y la postulación de Evelyn Matthei a la presidencia.
La segunda entrega del sondeo del CEP, a fines de octubre, tampoco escapó a las críticas. Publicados el mismo día de uno de los debates televisivos, los resultados del estudio aseguraban que de acuerdo con los datos recogidos entre el 13 de septiembre y el 14 de octubre, no habría segunda vuelta y que la carta presidencial de la Alianza apenas alcanzaría el 14%.
Para los primeros días de diciembre, ya pasados los comicios presidenciales y con los resultados en la mano -en un escenario de segunda vuelta, después de que Matthei lograra 24% de las preferencias y Bachelet 46%-, está agendada la reunión ordinaria del consejo directivo del CEP. La instancia, presidida por Eliodoro Matte y conformada, entre otros, por los empresarios Enrique Barros, David Gallagher y Leonidas Montes, realizará su habitual cita mensual, la última de 2013, en la que se espera se adopten decisiones relevantes relativas al futuro del centro.
En ese sentido, dos serán los temas que marcarán la pauta de los consejeros: la configuración de la nueva estructura del organismo, proyecto que ejecutará el ex ministro de Educación Harald Beyer, cuando asuma la dirección en marzo, y los recientes cuestionamientos a la encuesta CEP a raíz del bajo nivel de asertividad en relación con los últimos resultados electorales.
Según pretenden algunos de los consejeros del CEP, la cita será la instancia precisa para recoger esas críticas y también para discutir respecto de los cuestionamientos que recibió el sondeo desde el mundo político, especialmente, desde la candidatura de Evelyn Matthei, donde acusaron sesgo y errores metodológicos.
En efecto, no es la primera vez que el consejo directivo aborda el tema este año. Ya con motivo de la entrega de los resultados del primer sondeo, en agosto, cuando se cuestionó la metodología utilizada a raíz del cambio de candidato en la Alianza, la instancia había discutido sobre el estudio y sus implicancias.En reunión extraordinaria el Consejo resolvió entonces mantener la tradición del Centro en orden a publicar todos los resultados de la encuesta y sus bases de datos.
Pero ahora, más allá de los cuestionamientos sobre la predictibilidad, los consejeros también creen que es necesario discutir sobre aspectos específicos del sondeo, como por ejemplo, la inclusión de temas programáticos en el cuestionario o incluso, plantearse y poner sobre la mesa la real necesidad de que el think tank realice encuestas de este tipo.
Las críticas más duras al sondeo provinieron de la candidatura de Evelyn Matthei. La carta oficialista declaraba en pleno proceso eleccionario, en La Tercera, que "no hay nada que haya hecho más daño en mi campaña que el Centro de Estudios Públicos", haciendo referencia a los dos sondeos presentados este año.
El primero de los estudios fue cuestionado porque la única pregunta presidencial era abierta -sin nombres específicos- a apenas dos semanas de la nominación de Matthei tras la bajada de Longueira. Según el comando de Matthei, ese hecho perjudicó su rendimiento en la medición.
Las críticas se extenderían también al segundo sondeo, presentado a fines de octubre, luego del cual el comando de la ex ministra del Trabajo acusó una subrepresentación de la derecha, por asignarle sólo 14% de apoyo a su opción presidencial. "No refleja la realidad del país", dijo el entonces jefe de campaña de Matthei, Joaquín Lavín, quien también planteó que "sistemáticamente" la muestra entregaba 10 puntos menos de la votación real a los candidatos de derecha, hecho que terminaría ratificándose de acuerdo con los resultados del domingo pasado.
Quienes conocen del análisis que se realiza al interior del CEP, en especial el comité de opinión pública, encargado de la metodología, realización y entrega de los sondeos de opinión, dicen que son dos los factores a los que se atribuye el bajo nivel de precisión que esta vez exhibió la encuesta. Primero, que el trabajo de campo (entre el 13 de septiembre y el 14 de octubre) coincidió con una de las etapas más bajas de la candidatura de Matthei, en lo que se denominó el "septiembre negro" de la derecha, cuando en medio del aniversario de los 40 años del Golpe de Estado, el Presidente habló de "cómplices pasivos" y criticó directamente las definiciones de Matthei al respecto.
Según los análisis del CEP, tal hecho situó a Piñera en el centro del espectro político en términos de opinión pública, factor que desplazó a la candidata de la Alianza más a la derecha ebn la percepción ciudadana. La encuesta CEP, según sus realizadores, habría sido entonces, una fotografía de ese momento, anterior a que la candidatura de Matthei comenzara a despegar.
El segundo punto, dicen las fuentes que saben de la lectura interna del think tank, fue la incidencia del voto voluntario en la elección y la mala manera en que el sondeo se aproximó a dicha variable. En ese sentido, en el CEP han planteado la idea de corregir y ajustar la metodología y estudiar tal factor. Tal ajuste, según han estimado los investigadores, iniciaría un proceso de "ensayo y error" que podría no estar completamente perfeccionado para la próxima elección presidencial de 2017.
Pero el Comité de Opinión Pública, durante la semana, ha cotejado los resultados de la elección presidencial con los de la encuesta y han aparecido algunas ideas sobre cómo replantear el estudio. Uno de los cursos de acción que ha sido puesto sobre la mesa es separar los sondeos de opinión pública en diferentes materias (educación, economía, etc.), que el CEP realiza en forma habitual, de las encuestas electorales, como una forma de que las pruebas que se realicen en la metodología eleccionaria no afecten los otros temas que el centro de estudios aborda en sus sondeos habituales.
Dicha medida apuntaría, además, a contener una de las críticas que más recibió el sondeo entregado a fines de octubre: la inclusión de materias programáticas y temas de campaña dentro del cuestionario. Por ejemplo, en el reciente sondeo se incluyeron materias como la nacionalización del cobre (83% de los chilenos se manifestó a favor) o matrimonio homosexual (36% dijo ser partidario). A propósito de tales consultas, que apuntaban más bien a una "agenda progresista", la encuesta también fue blanco de críticas. Según han dicho los encargados de la realización del sondeo, las preguntas programáticas no fueron una novedad, pues se realizaron en las presidenciales anteriores y, además, es más difícil encontrar temas de debate público en una agenda que defiende la continuidad del modelo, como suelen serlo los programas de las candidaturas de la derecha.
Respecto de los posibles efectos políticos que puede tener la entrega de los resultados y el momento en que son liberados, motivo por el cual también se criticó el estudio de octubre, a raíz de que se dio a conocer el día de un debate televisivo, en el ente se han defendido, señalando que el criterio es "darlo a conocer en cuanto está listo" para evitar filtraciones y especulaciones.
Por cierto que hay expertos en materia de opinión pública que defienden la validez de la encuesta CEP más allá de los resultados. Dicen que, independiente del éxito en el vaticinio de los resultados electorales -razón por la que el sondeo recibió alguna vez el apodo de "la madre de todas las encuestas"-, el valor del estudio está en la metodología y en el hecho de que tanto las bases de datos, como el cuestionario son públicos. "Las encuestas son una fotografía de ese momento y no, necesariamente, un anticipo de lo que pueda ocurrir", afirman.
En esa línea, los encargados del área de opinión pública se la jugarían al interior del think tank por la defensa y continuidad de los estudios y sondeos, independientemente de la exactitud con que se comporten en relación con los resultados electorales, aunque ciertamente asumiendo el desafío de superar los problemas que hoy dificultan su capacidad proyectiva. El voto voluntario, en este contexto, cumple un rol protagónico, pero a la fecha los investigadores sólo cuentan con la elección del pasado domingo como evidencia y experiencia en el caso de comicios presidenciales.
Uno de los argumentos más poderosos que podría ser expuesto en la reunión del consejo directivo en diciembre, radica en que la encuesta es una tradición que se realiza desde 1987 y que fue un proyecto que contó con financiamiento del National Endowment for Democracy, con la idea de generar una base de datos alternativa a la que poseía el régimen militar, de cara al plebiscito de 1988. Hoy, según han comentado miembros del CEP, no existe en Chile, más allá de los datos del censo, un termómetro estadístico más completo que su propia base de datos.
Además, de acuerdo con quienes han seguido la discusión al interior del CEP, en la institución creen que el costo de detener la periodicidad de los sondeos y por ende, disminuir la confianza en el centro -que en 2012 fue ubicado por Foreign Policy como uno de los 30 mejores think tanks a nivel mundial-, sería mucho mayor al de errar en predicciones electorales, que según han comentado en la discusión interna, no es la intención más importante del sondeo. En esa lectura, estiman, hay coincidencia con el consejo directivo.En efecto, algunos de los miembros del consejo que postulan plantear la discusión sobre la encuesta, aseguran no tener una postura confrontacional, pero sí creen necesario un debate sobre el futuro del sondeo y sus implicancias.