En la actual época caracterizada por los esfuerzos para cuidar el medioambiente, una reflexión lógica haría pensar que la falta de basura es una situación de alivio y no un problema. Pero en el caso de Noruega ocurre todo lo contrario. Con el objetivo de perseverar en sus políticas de protección al ecosistema, el país nórdico prohibió en 2009 los vertederos sanitarios y a cambio de eso construyó modernas plantas de incineración para procesar la basura y generar energía para abastecer a miles de hogares con electricidad y calefacción.
La decisión se implementó con éxito y la planta de Klemetsrud es un ejemplo. Ubicada en Oslo, la capital, el recinto que data de 1986 fue ampliado en 2010 para convertirse en la planta de incineración más grande del país con una capacidad para quemar 300 toneladas de basura al día. Klemetsrud provee calefacción y electricidad a 60 mil hogares de Oslo, una ciudad que en invierno apenas tiene seis horas de luz solar con temperaturas que pueden descender hasta los 25 grados bajo cero.
Pero la prohibición de los vertederos en 2009, sumada a la masiva construcción de plantas de incineración y a problemas de costos ha convertido a la basura en una mercancía escasa y apetecida en Noruega, a tal nivel que el país tiene que comprarla a otros países -como a Reino Unido- para mantener funcionando a los recintos que procesan los desperdicios.
El periodista y activista noruego para la protección de la industria nacional, Torbjørn Leidal, comentó a La Tercera que la capacidad de incineración de basura en el país se eleva a las 500 mil toneladas anuales y atribuye responsabilidad del problema a sus vecinos suecos.
Leidal explica que en Noruega los municipios son los responsables de la recolección y del tratamiento de la basura que generan los hogares, por lo que deben pagar a las plantas para quemar sus desperdicios.
Suecia también ha apostado a la generación de energía a través de plantas de incineración de basura y cobra menos por la quema de desechos, por lo que las municipalidades noruegas prefieren procesar sus desperdicios al otro lado de la frontera.
"Creo que la solución es implementar el principio de proximidad de la Unión Europea", dijo Leidal, lo que obligaría a las municipalidades de su país a quemar los desperdicios en las plantas más cercanas y no en las más baratas de Suecia.
Noruega no es miembro de la Unión Europea (UE), pero la abogada Hanne Torkelsen explicó a La Tercera que el país tiene que obedecer la regulación del bloque comunitario, porque pertenece al Espacio Económico Europeo (EEA), una asociación que se rige por la legislación de la UE.
Cifras recientes del Banco Mundial muestran que en Noruega la generación de basura diaria es de 2,8 kilos per capita, una de las más elevadas del mundo, pero ni siquiera esto es suficiente para satisfacer la demanda de sus plantas de incineración, presionada por los precios más bajos que cobra Suecia.
Leidal hace campaña para que la basura noruega sea procesada en el país y no afuera, porque cree que además de ayudar a la industria nacional, la iniciativa del "principio de proximidad" servirá para apuntalar los bajos niveles de reciclaje de Noruega, que ha tenido que quemar desechos como comida, papel y plásticos para mantener en actividad a las plantas de incineración.
El defensor noruego del medio ambiente, Lars Haltbrekken, afirmó a La Tercera que los consumidores en los países nórdicos producen "muy poca basura en relación a las plantas de incineración que poseen". Haltbrekken, quien también es presidente de NNV, la organización ambiental más grande de Noruega, está preocupado por la disminución de los niveles de reciclaje en su país, que desde el 2008 hasta la fecha han bajado desde un 44% a un 37%, lo que calificó como "un problema serio". Asimismo, la compra y venta de basura lo inquieta porque "no siempre se conoce el contenido de los desechos".
El gobierno ha expresado que está estudiando distintas alternativas para mantener el buen funcionamiento de estos recintos, entre las que considera al "principio de proximidad". Pero mientras no se implementen nuevas medidas, los activistas estiman que los municipios noruegos seguirán prefiriendo quemar su basura en Suecia, porque les resulta más barato hacerlo ahí que en su propio país.