Ignacio está concentrado siguiendo las instrucciones del profesor de música y director de la banda de guerra de la escuela San Sebastián de Rinconada. Mirada al frente, como un soldado. "Este es uno de los chicos que estamos recuperando. Su padre está preso, su madre tiene cáncer y cuando llegó era muy conflictivo", cuenta Celinda García, directora del colegio. Sus modales eran tan agresivos que, incluso, una vez el profesor de trombón terminó echándolo de la sala. Y eso que Ignacio era el único alumno.

La compra de instrumentos para crear bandas es uno de los usos más provechosos que esta escuela, que atiende a niños vulnerables del sector de Rinconada de Maipú, ha dado a los recursos extras de la ley de Subvención Escolar Preferencial (SEP). Gracias a estas intervenciones, pasaron de 227 puntos en lenguaje y 216 en matemáticas en 2007 a 244 en lenguaje y 230 en matemática. Hace cuatro años, Juan Quintanilla, profesor de música, no tenía un solo instrumento para enseñarle a los niños. Hoy tiene dos bandas, en las que participan algunos de los estudiantes más problemáticos del colegio, quienes han adquirido disciplina gracias a la música.

El 75% de los estudiantes de este colegio, de enseñanza básica y sin jornada completa, provienen de hogares que viven con poco más del sueldo mínimo. El 22% de los niños trabaja en ferias, jardinería o recogiendo cartones; el 10% son alumnos echados de otros colegios; el 6% tiene algún problema de aprendizaje o deficiencia mental. Existe otra estadística oculta: uno de cada 10 viene de familias que, por problemas legales, no hacen los trámites para ser considerados vulnerables. Son los invisibles del sistema.

Tras los resultados del Simce, expertos y autoridades ministeriales han coincidido en que la SEP es la responsable de los buenos resultados en lenguaje, ya que desde su implementación en 2008 el puntaje de lectura a nivel nacional ha subido 17 puntos. Pero pocos saben cuáles son sus alcances. "Desde el inicio de la subvención por alumno, en los 80, no había una política que cambiara la lógica del sistema", dice Gregory Elacqua, director del Instituto de Políticas Públicas de la UDP. Además de entregar recursos adicionales a las escuelas por cada niño vulnerable, la ley les exige planes para mejorar en el Simce (ver recuadro). "Es la primera vez que se dan recursos, pero a cambio de mejorar los resultados", agrega.

Los niños beneficiados no saben cómo se llama, pero intuyen que las cosas empezaron a cambiar.

Así ha pasado en la escuela de Maipú. Aparte de la banda, los $ 200 millones extra que reciben al año sirven para aumentar las horas de profesores de lenguaje y matemática que hacen reforzamiento diferenciado; realizar salidas pedagógicas; que cada niño tenga todos sus útiles escolares y ofrecer incentivos para quienes registren la mejor asistencia del colegio, como viajes a la nieve y a Valparaíso, un premio increíble para niños que a veces no conocen el mar. Según los estudios, un alumno aumenta en 19 puntos su Simce sólo por asistir a más del 95% de las clases. Hace cuatro años el colegio tenía una asistencia promedio de 85%. Hoy bordea el 90%.

Diego M., de 11 años, vive con sus padres, ambos con deficiencia mental. El año pasado faltaba a casi la mitad de las clases. Pero cuando rendía los ensayos del Simce era el mejor. "Es un diamante en bruto y nos dimos cuenta por las pruebas de diagnóstico, que también se financiaron con la SEP", dice Celinda. Entonces, el colegio armó un plan. Un día iba ella a buscarlo, otro iba el inspector. Así, logró pasar de curso y hoy ya no necesitan traerlo a la rastra desde su casa, porque llega todos los días, puntual y por su cuenta. "Ya le dije a mi mamá que tengo que venir, aunque tenga que levantarme más temprano", dice.

"Ahora somos una escuela millonaria que trabaja con los niños más pobres", dice Celinda. Su definición es sencilla, pero exacta: este programa da recursos a cambio de que las escuelas se comprometan a cumplir metas en el Simce. El objetivo del colegio es llegar este año a los 250 puntos. Para ello, los asesora la Fundación Chile.

El plan de mejoramiento llegó justo a tiempo. Antes, los directores duraban dos años como máximo. Si había clásico entre Colo Colo y la U, el lunes había pelea en la escuela. Los vecinos botaban la basura al interior. Muchos profesores tenían licencias médicas por el año completo. Hoy todo es optimismo: además de los avances en Simce también mejoraron su evaluación docente. De tener cinco profesores en nivel básico y una competente, ahora tienen cinco competentes y una destacada, Verónica Leyton. Precisamente, ella hace clases a los cuartos básicos. Este año la idea es contratar a un sicólogo y poner en marcha un ambicioso plan: costear tratamientos de salud para los alumnos que no pueden pagarlos.