De chaqueta de tweed, pañuelo en el bolsillo, pantalón púrpura de cotelé y zapatos de gamuza, Germán Claro Lyon respira hondo y cruza sus manos tras su espalda. Mira por un ventanal quebrado los jardines de palmas chilenas, quillayes y jarrones de greda de la Hacienda Los Lingues. Bota la última bocanada de humo de cigarrillo que le queda en la boca y dice: "Cagá 'e terremoto".
El fuerte remezón que sacudió al país en febrero de 2010 golpeó duramente a varias construcciones coloniales de la VI Región, por ejemplo, de la zona de Pumanque o Marchigüe. Pero a medio camino entre Santa Rosa de Pelequén y San Fernando, la Hacienda Los Lingues, la empresa familiar más antigua de Chile y una de las 20 más remotas a nivel mundial, según la revista Family Business, fue una de las más afectadas: buena parte se fue al suelo.
Mientras la tierra se movía, los añosos adobes de 1630 se desprendían de los altos cielos de las 18 piezas que tiene la casona, convertida en hotel desde 1980. Los antiguos corredores parecían ondularse, los muebles centenarios que adornaban cada habitación quedaban rápidamente bajo escombros. La capilla del lugar, que atesora un óleo cuzqueño, un Cristo de marfil del Papa Pío Nono y candelabros de Mateo de Toro y Zambrano, quedaban bajo el polvo y las murallas rojas coloniales.
No sólo se vino abajo lo material en sí, sino que el lugar donde nació José Gregorio Argomedo, el secretario de la Primera Junta Nacional, y donde Mateo de Toro y Zambrano, el presidente de la misma, muchas veces compartió tertulias con él sentado en una banqueta y mirando la vegetación tupida de la finca. El sitio, que fue testigo de 17 generaciones y de cómo el desarrollo llegaba a las laderas de los cerros hasta tener wi-fi en las habitaciones en las que durante los últimos 30 años se hospedaron estrellas de Hollywood (el actor y director Sydney Pollack), cantantes como Paloma San Basilio, ex mandatarios como Augusto Pinochet y autoridades económicas (una vez se juntaron los presidentes de los Bancos Centrales de Suiza, EEUU y Chile).
El lugar donde se podía tomar Dom Perignon. Donde los desayunos eran con huevos de campo, pan amasado y queso blanco hechos ahí mismo. Donde los almuerzos eran de pato, faisán o jabalí y las verduras extraídas del huerto orgánico; los baños en tinas de losa y las celebraciones en un salón de piedra rosada ensamblada en cal y canto.
"No quería que nadie viniera, los chilenos son muy chaqueteros y si veían esto dirían, ¡uh, que están mal!", dice Germán Claro Lyon, administrador e hijo del dueño, Germán Claro Lira, y María Elena Lyon Edwards. Pero la reinauguración de la capilla hace dos semanas hizo volver a parte de la gente y llevó al lugar al ministro de Cultura, Luciano Cruz-Coke. Gracias a un fondo del Consejo Nacional de la Cultura, los Claro Lyon recibieron $ 30 millones para recuperar el templo (se asignaron porque es de uso de la comunidad). Ellos pusieron otros 30.
"El maestro que la restauró fue el mismo que ha hecho todos los arreglos de la hacienda desde hace 30 años", afirma el arquitecto Raúl Irarrázabal Sánchez, encargado de la restauración de Los Lingues.
Su padre, Raúl Irarrázabal Covarrubias, es uno de los arquitectos que más saben en el país sobre casas chilenas. Por eso, cuenta su hijo, hace 35 años fue quien dio los lineamientos para restaurar la hacienda, y en 1985, después del otro terremoto, recuperó gran parte de ella. Antes de eso, cuenta Germán Claro Lyon, "querían pasarle un bulldozer por encima, pero a mi padre, que había viajado a Europa, le pareció una locura hacerlo".
En el Viejo Continente, Germán Claro Lira vio los grandes castillos convertidos en hoteles. Como el de Auf Schönburg, en Alemania, que además es parte del Patrimonio Mundial de la Unesco. Otros son mantenidos gracias a subsidios estatales. En Chile no existe esa figura, lo que ha llevado a la familia a postular a diversos financiamientos privados para seguir con las otras etapas de la reconstrucción. "En las futuras modificaciones a la institucionalidad cultural se ha considerado explorar posibilidades de líneas de financiamiento para inmuebles patrimoniales de uso particular", adelanta el ministro Cruz-Coke.
Mientras esperan, ya han comenzado a reedificar. Los adobes de las piezas y salones ya han sido envueltos por cemento y una malla de acero para hacerlos antisísmicos. Además, se están repintando las paredes y los cielos, los mismos que varias generaciones atrás vieron a los Lira Argomedo -la histórica familia de la que descienden- construir las pesebreras del Criadero Aculeo, uno de los más antiguos y especializados en caballos chilenos, con los que se puede subir a las laderas de los cerros que cubren la hacienda y ver, por ejemplo, un microterroir, cuyo suelo es particularmente fértil para el Carménère. Asimismo, mirar cómo suben, abren sus plumas y se pasean con gran elegancia los pavos reales sobre las rojizas tejas.
Una delicadeza que también se ve en los muebles franceses tipo Luis XVI, o en la cuchillería de plata fina, o en las copas de cristal de un profundo azul que se guardan bajo los gruesos muros de la hacienda, que costarán una fortuna para ser levantados. Porque según el arquitecto Raúl Irarrázabal, el proyecto costará US$ 10.000.000, y si todo va bien, estarían listos para abrir con una gran fiesta en noviembre de 2011. Los planes son varios, entre ellos, entregar el hotel a la administración de un tercero, para poder financiar los altos costos. Su dueño, Germán Claro Lira, fuma de su pipa y afirma decidido: "Tenemos que salvar el patrimonio. No para mí, ni para mis hijos. Yo estoy trabajando acá para sus hijos y sus nietos".