Tres hojas con los bordes quemados y escritas con grandes letras azules contenían el primer relato entregado desde el fondo de la mina San José. "Dale muchos besitos a todas mi hijas y nietos que los amo mucho, que estén tranquilas. Para ti con amor más grande, te amo demasiado. Vamos a ser felices para siempre juntos con nuestra familia". Cuando Lily, su esposa, la leyó, no pudo ocultar su emoción, la misma que podría quebrar a cualquiera, tras esta historia de dolor y milagro.

El autor de la misiva es Mario Gómez, el más experimentado de los 33 mineros que quedaron atrapados el jueves 5 de agosto. Este hombre de 63 años, a quien le dicen "El Navegao", por su pasado como marino mercante, comenzó a trabajar en las minas del norte a los 12 años, al igual que sus seis hermanos.

"El rigor se lo enseñó su padre", dicen quienes lo conocen, el hombre que le mostró la dura realidad de los mineros. Para seguir su camino en la faena del cobre tuvo que pasar por varios escollos, apuros económicos y los riesgos que conlleva el oficio.

Muy joven tuvo que dejar sus estudios . Su padre murió temprano y tuvo que asumir el cuidado de sus hermanos menores y se metió en la minería, la herencia paterna. Recuerda su esposa, Lilianette Ramírez, que siempre tuvo "una pasión por el cerro".

Pero su mayor hazaña, antes del "milagro" de la mina San José, fue sobrevivir 20 días como polizón en un barco brasileño en su juventud. Al menos, eso le contaba a su familia.

Liderazgo

Gómez trabajaba como chofer en la mina, trasladando desde hace nueve meses el mineral desde el yacimiento hacia el exterior.

Su esposa cuenta que siempre fue reacio a volver a San José, por los constantes problemas de seguridad y hace nueve años, había decidido no retornar a ese pique. Sin embargo, la necesidad económica le dobló la mano.

"Mi marido es aperrao, yo sabía que él no se iba a dejar decaer, porque si lo hacía él, iba a decaer toda la gente que estaba adentro. Siempre yo les decía a las familias de acá que yo sé que mi marido no se queda quieto, mi marido debe andar por aquí y por acá rasguñando, viendo por donde pueden salir", dijo su esposa.

Durante todos estos días, la familia de Gómez le ha demostrado su apoyo en el campamento Esperanza. Incluso, en la lista oficial de la Intendencia de Atacama tiene registrado a más de 40 parientes, de los cuales entre 20 y 25 están a diario en las afueras de la mina. Durante todos estos días, su esposa y su hija Roxana iban a las reuniones informativas con el ministro Laurence Golborne, esperanzadas en que los sondajes llegaran y les dijeran que él estaba vivo. Ella se hacía notar entre las otras familias, porque siempre vestía una polera blanca que decía "Mario G. Te esperamos" y tenía en su cuello dos rosarios. Ayer, esa espera terminó.

Antes de saber la buena nueva estaba almorzando con un trabajador veterano, al que le mostraba una foto de su marido. "Hay un caballero que trabajó en Chuquicamata y me dijo: 'Mira mija, ¿ve la imagen que está ahí? Me la pasa y me dice que él está en la cama en el hospital y al lado de él está Cristo'. Yo estoy viendo la imagen y de repente gritan '¡los encontraron!'. Yo corrí el plato y me desmayé".

Diálogo con Piñera

"Yo sabía que era el pilar de todos ellos ahí", dijo emocionada Lily, al momento en que el Presidente Sebastián Piñera le entregó la carta que relataba la situación de los mineros en el refugio y cómo escuchaban el trabajo de las máquinas. "Cada vez que los sondajes se alejaban, le pedía ayuda a Dios y termina diciéndole a su familia que los quiere y los ama más que nunca", le manifestó Piñera.

Lilianette sólo escuchaba emocionada el relato de la carta de su marido. Mario Gómez no sólo le decía que la amaba y que "pronto" estaría con ella. También le señalaba que está preocupado por el tema de los seguros y que por favor, hagan un informe de lo que pasó en los últimos meses en la mina. "Yo siempre lo dije en todos los medios. Mi marido es la persona de más edad, con más experiencia, porque no sólo ha trabajado en esta mina. El ha dormido en la intemperie, tapados con cartones. Entonces, yo sabía que no iba a dejar que sus compañeros se derrotaran", le comentó al Presidente.

Después guardó las hojas y fue a compartir el mensaje con la familia. Lily dice que está feliz. "Siempre estuve dándole tranquilidad a las personas, a ratos me decaía, estuve muy mal, pero después volví a levantarme. Lo primero que le diré es que lo amo y que todos los errores van a quedar atrás. Será como renacer", dijo.