JEAN-CLAUDE Mas Florent regalaba una sonrisa cada vez que alguien se cruzaba en su camino. En cada congreso de cirugía plástica alrededor del planeta hacía alarde de la empresa que fundó en 1991, Poly Implant Prothèses (PIP), cuyos números subían como la espuma gracias a los accesibles implantes de silicona que ahí se fabricaban. Pero algo más allá que su manera algo petulante llamaba la atención de algunas personas: el precio "sospechosamente bajo" de los implantes. Por lo bajo, costaban tres veces menos que en el resto de los centros europeos del mismo rubro.

Esta sospecha salió de boca del cirujano plástico Patrick Baraf, que se topaba frecuentemente con Mas Florent en estos eventos. Pero Baraf agregó un dato que a cualquiera de las 300 mil mujeres en el mundo que utilizaron estas prótesis, ahora cuestionados por su calidad y potencial peligro, le provocaría un nuevo escalofrío: hasta antes de dar el salto a la industria de los implantes de silicona a finales de la década de los 80, Mas Florent era carnicero.

La motivación de Mas Florent para cambiar de rubro no fue por el lado de la vocación. El carnicero quería ganar plata. Así de simple. Y así lo reconoció, de hecho, Yves Haddad, su abogado. Es que, luego de convertir a su empresa en la tercera en el mundo en el negocio de los implantes de silicona, Mas Florent pasó a ser la cara reconocible de uno de los mayores escándalos sanitarios que sacude a Francia y que salpica a varios países.

Sin cirugía no hay paraíso

Los implantes de la empresa de Mas Florent contenían silicona industrial en lugar de silicona médica. "Me operé en 2003 y tres años más tarde tuve que volver, porque se me rompió uno de los implantes. Me colocaron de nuevo el mismo modelo. Hoy me duelen los pechos, siento que me queman, pero me da miedo acudir al mismo cirujano, no me fío de él". El testimonio, recogido por el diario La Razón, de España, pertenece a Belén Morat, una de las mujeres afectadas en ese país. Algunos medios mencionan también casos en Italia, Inglaterra, Portugal, Rusia, Suecia, Alemania, Bélgica, Holanda y Suiza. Brasil, Venezuela, Colombia y Argentina son los más cercanos.

Los implantes mamarios de calidad certificada están diseñados para durar 10 o más años, pudiendo incluso llegar a los 20 años o de por vida. "Es muy raro que se rompan de manera espontánea y en menos tiempo que ese. Eso fue lo que ocurrió con esas prótesis y ahí surgió la voz de alerta", dice Carolina Barriga, cirujana oncoplástica mamaria de la Fundación Arturo López Pérez.

Pero pasaron años antes de que las autoridades sanitarias se hicieran cargo. En 2008, PIP fue condenada a pagar 1,4 millón de euros de multa. Y el año pasado, cuando la tasa de incidentes de las prótesis elaborados por PIP fue significativamente mayor al de otras empresas que fabricaban implantes de silicona, llegó una sanción más dura y se conoció la real magnitud del fraude.

En marzo de 2010, personal de la Agencia Francesa de Seguridad Sanitaria visitó algunos centros de PIP y se encontró con varias sorpresas: los implantes eran rellenos con un gel de silicona llamado "gel PIP", distinto al autorizado cuando comenzó a operar la empresa. No había registro de biocompatibilidad. Se utilizaban no sólo en cirugía estética, sino también en la de tipo reconstructiva, por ejemplo, en pacientes que habían pasado por un cáncer mamario. Es decir, en pacientes más vulnerables. Con esos argumentos, la agencia ordenó en marzo del año pasado que los implantes elaborados directamente por PIP fueran sacados de circulación, lo que llevó a la empresa a la bancarrota. Incluso, se anunció que el gobierno se haría cargo del costo de retirarles los implantes a las mujeres afectadas de ese país. Pero la alerta llegó con bastante retraso: la FDA había investigado en 2000 la planta de PIP ubicada en la localidad francesa de La Seyne Sur Mer y luego le envió una carta a Mas Florent donde advertía sobre la adulteración de los implantes, entre otra decena de irregularidades en el proceso de elaboración. Sólo en estos días se supo de ese capítulo.

¿Por qué Mas Florent cambió a silicona industrial? El diario El País cuenta que a mediados de los 90 su empresa registró problemas económicos y, se sospecha, en ese momento empezó a usar el gel industrial para elaborar prótesis mamarias cuyo costo era 10% menor que el gel médico. El palo al gato: a finales de los 90, PIP era la tercera empresa en el mundo en el rubro. Vendía casi 100 mil prótesis al año, exportaba el 84%, la mitad a América Latina. Se calcula que una 300 mil mujeres llevan sus implantes en todo el mundo. Mas Florent podría enfrentar a la justicia si así lo determina la investigación sobre la muerte de cáncer de una mujer con prótesis PIP en 2010.

La décima parte de las mujeres afectadas está en Francia. Por eso, el gobierno recomendó a las 30.000 que llevan prótesis PIP que se las saquen, luego de que los reportes de ruptura de los implantes llegaran a los mil. En Chile se operaron 350 mujeres con estos implantes y, hasta ahora, no se ha reportado ningún caso de rotura en esos pacientes. "Hay marcas que son más conocidas y de mayor prestigio. Esa no era de las más usadas en Chile", asegura Carolina Barriga. Otro tema son los ocho casos de cáncer registrados entre los clientes de PIP.

De Mas Florent poco se sabe. Su nombre figura en el portal de la página de Interpol, pero por un asunto nada que ver con los implantes, sino por conducir en estado de ebriedad en Costa Rica. Junto con reconocer que la silicona no era médica, su abogado dijo que Mas Florent está en su casa y que no puede caminar, pues se recupera de una operación. ¿De ánimo? Muy afectado por el padecimiento de la gente.