Es muy diferente a cualquier otro parque protegido de Chile. Y no por razones de flora, fauna o geografía, sino porque aquí los tours tienen una motivación muy distinta a la de la mayoría de los destinos naturales del país. Las vigilias ufológicas y cabalgatas en busca de bases extraterrestres son parte del trajinar de los visitantes de esta reserva nacional precordillerana, ubicada a 66 km de Talca.

Porque, dicen, Altos de Lircay es todo un hot spot de avistamiento de ovnis. En los tiempos dorados de este fenómeno, hace algunos años, abundaban los equipos de televisión que pasaban noches y noches grabando el prístino cielo maulino buscando algún pequeño punto de trayectoria ilógica en el cielo, que pudiera asemejarse a una nave espacial. Eso se sumaba a los relatos de quienes aseguraban haber hecho "contacto" con seres alienígenas en las curiosas baldosas naturales del sector El Enladrillado, en la parte alta de la reserva.

Obviamente, nada se ha comprobado, pero los mitos escondidos detrás del parque son una excusa válida (como tantas otras) para sorprenderse con sus maravillas naturales. Maravillas que, paulatinamente, han ido entusiasmando a los turistas. En seis años, casi ha triplicado el número de visitas (pasó de 3.600 en 2005 a 10.000 en 2012) y se ha transformado en una de las nuevas alternativas para los amantes del trekking y la naturaleza, con el plus de encontrarse cerca de Santiago.

La "ruta ovni"

La reserva cuenta con 12 mil hectáreas y cinco senderos de excursión. Claro, el más famoso es el que lleva a El Enladrillado (de 10 km), que demora cerca de seis horas recorrerlo a pie. Lo particular de este sector ha dado lugar a un montón de teorías místicas. Para explicarlo de alguna forma, es una amplia meseta rocosa a 2 mil metros de altura, formada por grandes piedras lisas que parecen ladrillos o baldosas cuadradas, dispuestas de forma sospechosamente simétricas. Y todo esto con una sorprendente vista en 360° del cordón cordillerano, dominado por el volcán Descabezado Grande.

Los geólogos señalan que la formación de El Enladrillado es netamente natural, producto de la acción glaciar. Pero el lugar es tan único que esta explicación no convence a todos. Otras teorías más alocadas van desde que fue un lugar sagrado construido por alguna antigua civilización americana hasta, por supuesto, que es una pista de aterrizaje para naves interplanetarias... Aunque lo más "extraterrestre" que de seguro verá en el lugar es a alguno que otro matuasto (regordeta lagartija local) tomando sol en las rocas.

Llegar a El Enladrillado no es fácil, considerando que en el camino no hay puntos para acampar ni abastecerse de agua, por lo que muchos prefieren contratar tours locales que llevan hasta el sector. Sin embargo, la entrada de la reserva presenta un extenso cámping llamado Antahuara, que cuenta con baños y agua potable. Desde aquí se puede hacer la caminata más breve e ideal para internarse paulatinamente en los encantos naturales de Altos de Lircay. Se trata del sendero hacia el río del mismo nombre. En el trayecto es habitual escuchar el fuerte y constante martilleo de pájaros carpinteros negros y, si tiene suerte, estas graciosas aves en estado vulnerable se dejan ver en algún tronco cercano.

Otra ruta interesante es la que conduce hasta la laguna El Alto. El recorrido es de cuatro horas y asciende hasta los 2.150 metros que tiene el cerro Peine. La primera parte del trazado se interna en bosques de Nothofagus, como robles, lengas y, a medida que se sube, aparecen algunos bosquetes de ñirres. La laguna se caracteriza por sus aguas cristalinas y sumamente quietas, que permiten retratar el cielo y los cerros como si se encontraran frente a un espejo gigante.

Para los caminantes más avezados, existe una ruta más extensa, de 18 km, perteneciente al Sendero de Chile, que toma de tres a cuatro días. Pasa por el río Claro y llega hasta el Valle del Venado. En ella se puede apreciar la caída de agua que da origen al arroyo El Despalmado.

Todos estos circuitos vuelven a habilitarse ahora, durante la primavera. Y quién sabe si en su visita los días soleados y noches estrelladas le permitan tener su propio encuentro cercano de algún tipo, como los tantos que engrosan la ufológica fama de Altos de Lircay.