EL 27 de abril de 1972, por la suma de 800.000 escudos, el Partido Izquierda Radical compró una tradicional casona ubicada en Monjitas con Miraflores. Construida en 1925 bajo la estética del neobarroco, sus arquitectos, Ismael Edwards y Federico Bieregel -los mismos autores de Cienfuegos 41, ex sede de Colo Colo por 51 años-, nunca imaginaron en lo que podría llegar a convertirse la construcción hoy.
Originalmente de 2.400 m2, el inmueble fue dividido en dos partes en 1946. Después del golpe de Estado tuvo varios usos, entre ellos, como una dependencia de Policía de Investigaciones. Pero en 1991 fue restituida al Fisco y luego fue ocupada por el Partido Radical (PRSD) hasta 2009. En abril de este año, la inmobiliaria RAC compró esa casona neobarroca en $ 650 millones y, así, se convirtió en la única dueña de todo el inmueble, el cual incluía el espacio que ocupa hace dos años el bar The Clinic, en el ala oriente de la propiedad (ver infografía).
RAC y los socios del bar -Patricio Mora, Andrés Arias, Pablo Vásquez y Jaime Espinoza- ya se conocían, y hace dos semanas la empresa inmobiliaria decidió arrendarles en $ 5 millones mensuales la antigua casona, declarada edificio de conservación histórica.
Hoy, las ideas se atropellan para hacer de este anexo del bar un lugar multidisciplinario para los tradicionales parroquianos que disfrutan con sándwiches como el Alinco, Leo Rey o Aguante Aysén. Piensan en una especie de "casa okupa", donde coexistan el cine, el teatro, la música en vivo y un café donde se puedan leer lbros, entre otros usos. Parecido a conocidos espacios culturales europeos, como Tacheles, en Berlín.
Los cuatro socios detrás de este nuevo proyecto eran compañeros en el colegio San Ignacio. En 2010 -y luego de plantearle la idea al director del diario The Clinic, Patricio Fernández- se lanzaron a abrir este bar en pleno centro de Santiago. Hoy quieren complementarlo con un lugar que actúe como una suerte de centro cultural multidisciplinario. "La idea es que este nuevo espacio sea como una válvula de escape", dice el gerente del negocio, Patricio Mora.
El primer paso será echar abajo las divisiones que partieron la casa en dos, para dejar los espacios interiores conectados. El concepto será el de un colectivo en el que participarán diversos gestores (no sólo los dueños del bar) y donde habrá áreas dedicadas a la literatura, la filmografía y hasta tiendas para adultos. "Queremos que la gente transite sin problemas por dentro, con la copa en mano. Por eso es que hemos pensado en ponerle 'La Gran Toma'",afirma Mora.
Otro de los detalles que entregan los ex compañeros de colegio es que la casona será un lugar donde se podrá escuchar a bandas en vivo, rodeados de una decoración que se mantiene casi intacta: una gran chimenea, los tallados en madera en las puertas y coloridos vitrales. El objetivo, según explica la diseñadora a cargo del proyecto, Alejandra Palma, es mantenerlo tal como está y hacer algunas intervenciones en el diseño desde el punto de vista de la iluminación.
Cristian Contreras, arquitecto del proyecto, lo resume: "Es una casa antigua de principio de siglo pasado, que tanto en su fachada como en su interior tiene puertas de madera completamente trabajadas a mano, tallados en piedra, pisos de parquet originales, ventanas con vitraux y cristales biselados. Por eso es que queremos que conserve su estilo neobarroco por fuera y por dentro, y que todo quede en mejor estado, incluido su patio interior, de luz magnífica y adornado con gárgolas", resume.
En total, la ex sede del Partido Radical tiene 1.200 m2. Según explican los impulsores del nuevo proyecto, en el primer piso van a compartir espacio varias tiendas, donde artistas independientes podrán mostrar sus creaciones: tienda de diseñadores de ropa, un teatro para que los profesionales muestren sus producciones cinematográficas y donde las nuevas bandas toquen en vivo.
Palma explica que a diferencia del segundo nivel, "la riqueza histórica del primero fue alterada por los radicales, que hicieron un concepto de oficinas". Es por eso que allí apuestan por rescatar el arte europeo y, a la vez, decorar con grafiti.
En esa misma planta hay un pequeño teatro con 80 butacas, el que se convertirá en una sala multipropósito y cuyo objetivo será "cumplir con una demanda común del público, que espera espacios nuevos, donde haya lugar para cortometrajes y documentales que no encuentran dónde ser exhibidos", explica Patricio.
A un costado del teatro se abrirá una librería, donde los visitantes podrán tomar café y leer cualquier ejemplar sin estar obligados a comprarlo. La idea, como explican los dueños, es que cada uno se sienta como en el living de su casa, un concepto similar al que profesa la cadena Fnac en España.
El segundo piso será diferente. Ahí se instalarán dos salones de venta: mientras en el primero habrá una barra de venta sólo de espumantes, en el otro habrá una boquería, es decir, ahí se ofrecerá comida al estilo catalán, con tapas. ¿Y por qué estilo catalán? "Pues porque es muy rico y dinámico", asegura Patricio.
Al lado de estos dos espacios se habilitará otro que los socios definen como "libre, porque si se arma un carrete y la gente quiere bailar, movemos las cosas y listo", asegura Mora.
Por último, en el tercer nivel se abrirá un espacio para grabar discos y, por lo mismo, se proyecta instalar un estudio de grabación.
Los impulsores del nuevo negocio anuncian que las obras comenzarán durante la primera semana de julio y se espera que la primera parte esté lista a principios de octubre. El resto del proyecto, dicen, quedará listo a fin de año.
Como entre los visitantes del bar abundan los turistas, ellos también tendrán un servicio especial: una agencia de turismo "que va a alimentar la experiencia del carrete, desarrollar el lado B de Santiago, que no está enfocado en mandar a los gringos a comprar lapislázuli. Les daremos datos de after hours y dónde seguir la fiesta", dice Mora. "Y a diferencia de los servicios de información tradicionales, éste atenderá hasta que las velas no ardan, hasta avanzadas las horas de la madrugada", agrega.