Natascha Kampusch es ahora millonaria

Al contrario que la inmensa mayoría de los niños que han sobrevivido a un secuestro, Natascha Kampusch no se refugió en el anonimato para rehacer su vida. Pese a los iniciales escrúpulos, y a la protección de asistentes sociales y sicólogos, Kampusch, que acaba de cumplir 25 años, terminó abriéndose a los medios de comunicación y aireando, en decenas de entrevistas , algunos detalles de su cautiverio, que duró ocho años. Secuestrada por un antiguo técnico de la compañía Siemens, Wolfgang Priklopil, de 36 años, el 2 de marzo de 1998, cuando Natascha, entonces una niña de 10 años, se dirigía a la escuela, vivió con su captor hasta el 23 de agosto de 2006, cuando logró fugarse de la casa de Priklopil, en Strasshof, un suburbio de Viena. Nada menos que ocho años. O más exactamente, 3.096 días, una cifra que sirvió de título a la novela del secuestro que publicó Kampusch en 2010.

La joven, que tenía una buena posición económica tras sus primeras experiencias como presentadora de televisión, se convirtió en una joven millonaria. Vive en Viena, en un amplio departamento, y mantiene una buena relación con su madre, Brigitta Sirny-Kampusch, autora de un libro sobre los años de la búsqueda de su hija. También su padre, Ludwig Koch, dio su versión del drama en un libro publicado por un periodista británico.

Elisabeth Fritzl sigue bajo protección

Hace cinco años, la policía liberó a Elisabeth Fritzl del sótano de su padre, tras 24 años de encierro bajo la casa familiar de la localidad austríaca de Amstetten, en el estado federado de Baja Austria. Josef Fritzl engendró con ella siete hijos, que a la vez eran sus nietos. Tres de ellos pudieron compartir la vida en la superficie con Fritzl y su esposa, Rosemarie, que aceptó la historia de que eran hijos abandonados por su hija Elisabeth, a la que creía en una secta. Los otros tres sobrevivientes, Kerstin, Stefan y Felix, que tenían 19, 17 y cinco años de edad cuando los liberaron, crecieron bajo tierra con Elisabeth, en 18 metros cuadrados, sin aire fresco ni luz natural. Elisabeth tiene hoy 47 años y ya no usa el apellido Fritzl. Vive con sus seis hijos-hermanos en una localidad del país que los medios austríacos evitan identificar. Un fotógrafo enviado hace tres años a obtener alguna foto de la familia contó al diario inglés The Independent que los vecinos del pueblo lo rodearon para pedirle que se fuera. El diario vienés Kurier comentó hace dos semanas que "aparte de algunos asaltos investigativos de medios británicos, la protección de la familia está funcionando bien". Elisabeth y sus hijos habitan una casa muy bien vigilada por cámaras de seguridad y situada en un pueblo pequeño en medio del campo. El Estado austríaco pone la vivienda y les pasa una pensión mensual de 4.000 euros.