Ricardo Abumohor se ha arrodillado una docena de veces mientras este jueves mira de pie el empate parcial entre O'Higgins de Rancagua, el equipo del cual es dueño y presidente, y Universidad de Chile, actual bicampeón del fútbol chileno. A su lado, en la caseta de prensa donde mira el partido, está sentado su hermano Roberto, observando con una calma tibetana, sólo desbordada por los momentos más álgidos del partido. Adentro de la cancha hay lluvia, hay fango, pero sobre todo, hay lucha. Afuera del estadio, las calles están vacías. Rancagua, una ciudad que se tomó el día libre para concentrarse en el duelo, tiene todos sus sentidos puestos en las pantallas de TV. En juego está la primera de dos finales del campeonato nacional de fútbol chileno. Nada tan especial si esta no fuera la primera final en los 57 años de historia de O'Higgins.

Cuando queda poco menos de 20 minutos para el final del partido, una pelota cruza el área y cae a las espaldas de los zagueros de la "U". Un jugador de O'Higgins se barre en busca del balón y tiene éxito: lo puntea de sobre pique. El arquero vestido de rojo levanta la mano, reclamando por inercia. La red se infla. Y el tiempo se detiene en Rancagua. Hay una explosión contenida por décadas. Ricardo y Roberto Abumohor se abrazan fuerte. Dicen los garabatos más llenos de felicidad que hayan dicho en años. Es un minuto de éxtasis absoluto, hasta que dos jugadores de la "U" reinician el partido desde la mitad de cancha. Ricardo Abumohor ve la pelota rodar sobre el mojado pasto de El Teniente.

-No voy a ver nada, conchatumadre -dice. Y sale de la caseta.

Un minuto después está de vuelta.

Un monasterio

Cuatro horas antes del inicio del partido, Ricardo Abumohor está en Requínoa, en las afueras de Rancagua, en los terrenos del futuro centro deportivo de O'Higgins. Apenas Abumohor saluda, empieza a decir, casi gritando, que lo que ahí se está construyendo es más grande que el recientemente inaugurado CDA de Universidad de Chile. Dice que O'Higgins tendrá las mejores instalaciones de Sudamérica.

El lugar será bautizado como el Monasterio Celeste y su nombre se debe a que Abumohor compró las 15 hectáreas a un grupo de monjes belgas que fabricaban chocolates y que decidieron volver a su país luego de que el negocio no fructificara. En el Monasterio estarán, a partir del próximo año, todas las fuerzas básicas del club, además de instalaciones para que entrene y concentre el primer equipo. "El proyecto es hermoso. Eso fue lo que más entusiasmó a Berizzo, nuestro entrenador, para quedarse con nosotros, porque él tenía muchas ofertas. Pero si tú quieres ser grande, tienes que hacer cosas grandes".

En el Monasterio está Clarence Acuña, actual gerente técnico del club, quien conoce a Abumohor de los tiempos en que era el hombre más poderoso del fútbol chileno, cuando estuvo a la cabeza de la ANFP y como dirigente que llevó a Chile a Francia 98, después de 16 años sin que el país clasificara a un Mundial. Acuña era jugador de esa selección. Mientras llueve, recibe las bromas de su jefe con dignidad.

-Tengo una foto tuya forcejeando en la barrera con los negros de Camerún para el tiro libre del Coto en Francia. Pareciái un pigmeo.

Acuña se encoge de hombros y sonríe. "Teníamos un tremendo grupo, dejábamos la embarrada donde íbamos", dice.

El actual proyecto de Abumohor se sostiene en gente de confianza, como Acuña. En lealtades de años. En la gerencia operativa del club está Pablo Hoffmann, con quien Abumohor también trabajó en la ANFP. El resto queda en familia. Su hermano Roberto es quien más tiempo le dedica al desarrollo del Monasterio Celeste, mientras Cristián, hijo de Roberto, está encima de los contratos de los jugadores. "También están mis hijos Rodrigo y Martín. Estamos todos metidos en esto, pero yo no estoy en la pelea baja. Estoy donde quiero estar. En el directorio, en el liderazgo específico o para indicar el camino".

El Monasterio Celeste es la piedra angular de un gran proyecto familiar movido por las pasiones. Y son los negocios inmobiliarios de la familia, además de la propiedad del gimnasio Balthus y la representación de marcas como Arrow y Espirit en Chile, los que sustentan ese proyecto. Ricardo Abumohor dice que no compró el club para ganar dinero, que un club chico que aspira a tener un desarrollo institucional en divisiones menores y en infraestructura está destinado a tener números rojos. Y dice que no le molesta tapar esos hoyos para que el club pueda crecer. "Desde que tomamos la administración del club, hemos invertido 12 millones de dólares. Hicimos la casa del jugador y dotamos de divisiones inferiores de la sub 9 en adelante, algo que no había antes. Yo siempre fui hincha de Palestino, fui su presidente, incluso, pero es un equipo de colonia que no tiene una base social. Me incliné por O'Higgins porque hay toda una ciudad detrás. Yo no soportaría ver a O'Higgins peleando el descenso, quiero que cada vez se acerque más a los grandes".

Un rockstar en el Tomacho

Los hermanos Abumohor piden que sigamos el Porsche Cayenne en el que ellos andan, para pasar a almorzar antes del partido. Paran en el Tomacho, un restorán de carnes ubicado al costado de la 5 Sur. Al ingresar al local, los comensales no le sacan la vista a Abumohor. Los que ahí almuerzan se encontraron con el presidente de O'Higgins en el día más importante de su historia. Varios se le acercan a desearle suerte. Abumohor en Rancagua es el equivalente a los Rolling Stones en la fiesta posterior a uno de sus conciertos.

El club lo compró en 2005, cuando estaba en Primera B, teniendo que hacerse cargo de una deuda que bordeaba los 800 millones de pesos. Le asignó algunos porcentajes a familiares que trabajan con él, pero Abumohor y familia mantienen el control total. No tiene socios externos. A finales de ese mismo año, el club ascendió a Primera A, máxima división de la cual no ha vuelto a bajar.

En un principio, Abumohor dijo que había que ir de a poco. Trabajar con las cadetes, llevar jugadores competitivos a préstamo e ir formando una base. No había dinero para traer grandes nombres. En Rancagua querían que el equipo fuera por el campeonato de inmediato. "Algunos me turquearon, me trataron de cagón, que me estaba robando la plata. Pero un edificio hay que construirlo de la base. Y eso fue lo que hicimos".

En el intertanto hubo momentos difíciles. Abumohor apostó por Jorge Sampaoli, el actual y exitoso DT de Universidad de Chile, cuando era un desconocido. Sampaoli llamó la atención por su juego ofensivo y rápidamente se ganó el apodo de "Bielsa del Cachapoal", pero a mitad del 2009 tuvo que irse por malos resultados. "A Sampaoli lo sacó la gente. Yo lo quería tener 10 años, me encantaba por su proyecto integral. Pero hubo un semestre en que no le traje los jugadores que me pidió. Y con su estilo de juego ofensivo, no tener los intérpretes necesarios es un suicidio. Nos fue mal, le rayaron el auto, los muros afuera de su casa y renunció. Luego Federico Valdés me preguntó por él para llevarlo a la "U" y le dije que se lo llevara a ojos cerrados".

El año pasado, otro grande, Colo Colo, se quedó sin entrenador cuando O'Higgins hacía una interesante campaña al mando de Ivo Basay. El Cacique no dudó en hacerle una oferta a Basay y éste, al justificar su aceptación, dijo que no se podía comparar a Colo Colo con el "tres pilitas de guano", haciendo una analogía con su actual club, O'Higgins. Abumohor protestó ante la forma en que Colo Colo lo dejaba sin entrenador.

Todos esos episodios parecían por fin quedar atrás a esa hora de almuerzo en la parrilla de Tomacho. Abumohor fue varias veces visitado a su mesa. Uno de sus visitantes, un empresario del transporte, le ratificó llevar a mil hinchas gratis a Santiago para la segunda final con la "U", el lunes próximo, y le propuso hacer "algo grande" en caso de que a O'Higgins le fuera bien el primer partido. Durante el almuerzo, el extrovertido Abumohor se quedó varias veces callado. Dijo que no podía dejar de pensar en el partido, que no tenía hambre por lo nervioso que estaba.

La parálisis

Abumohor cambió el estilo dirigencial que tenía cuando fue presidente de la ANFP en los 90, la década que estuvo marcada por su gestión, tanto como la pasada lo estuvo por Harold Mayne-Nicholls. Antes era el tipo de dirigente que entraba al camarín, que estaba con los jugadores y que podía tomarse meses sabáticos sólo para estar con la Selección. Cuando clasificaron al Mundial, les regaló un caballo que se llamó Francia 98. Todo cambió por una parálisis facial que sufrió durante el Mundial de Alemania, en 2006. Abumohor era el encargado de la FIFA en la ciudad de Colonia y se preparaba en su hotel para viajar a la final en Berlín. "De repente voy al baño, me miro al espejo y tenía la boca corrida a la altura de la oreja. Me tuve que quedar allá tres meses tratándome, comiendo a través de una bombilla".

"Me fui para adentro. Dejé de ir a lugares. Ahora, tengo que evitar los cambios de temperatura, las emociones, las tensiones. Noté que con los problemas se me cerraba el ojo o se me agarrotaba la cara. Y reduje mis actividades a lo justo y necesario. Mi doctor me dijo que no fuera a las finales, pero voy a ir aunque quede como el jorobado de Notre Dame".

La trastienda dirigencial

Un día antes del partido con la "U" en Rancagua, Abumohor repasa en su oficina de Vitacura parte de su historia. Dice que en el fútbol todos los detalles cuentan, que una vez en Paraguay, como presidente de Palestino, drogaron a sus jugadores antes de saltar a la cancha. Perdieron por goleada y aprendió. Para Francia 98 llevó cocinero propio.

Luego pasa a otra historia. Mirko Jozic, entrenador de la Selección, llegó a su oficina a mediados de los 90 y renunció. Dijo que estaba cansado de que los hinchas de Colo Colo insultaran a los jugadores de la "U" y viceversa. Abumohor se quedó en la cabeza de la ANFP dándole vueltas al tema. Antes de que empezaran las Eliminatorias de Francia 98, llamó a la Garra Blanca y a Los de Abajo a su oficina. "Estuve como dos horas con cada barra. Les dije que me ayudaban o nos íbamos a la cresta, que se tenían que sacar la camiseta de sus equipos para apoyar a la Selección. Me dijeron que estaban dispuestos. Para el primer partido en Santiago por las Eliminatorias de Francia, un partido con Ecuador, Aguinaga nos empata quedando 15 minutos. Normalmente, en Chile, cuando pasa eso, el público se molesta, murmura. Esa vez todos se pararon y cantaron el Himno Nacional. Y la Selección metió tres goles en un cuarto de hora. ¿A mí me van a decir que esto no es pasional? Juega sin público, a ver si puedes. Los jugadores son artistas, sienten diferente. Eso un dirigente tiene que entenderlo. No es lo mismo ser empresario que dirigente. Hay que tener equilibrio, sensibilidad social".

El sueño de campeonar

Estadio El Teniente. Minuto 90. Los Abumohor ven cómo el delantero Enzo Gutiérrez pierde un gol solo ante la salida desesperada del portero azul. "Es el gol del campeonato", dice Roberto. "¿Por qué nos metimos en esto?", grita Ricardo, tirando un golpe a la mesa de la caseta.

Como hincha, en sus 70 años de vida, Ricardo Abumohor fue dos veces campeón. El 55 y el 78, ambas con Palestino. Esto es importante.

Tres minutos más tarde, el juez da por finalizado el partido. Los hermanos se abrazan con emoción. Abren la puerta de la caseta y se encuentran con la luz resplandeciente de los focos de los canales de televisión. De las otras casetas de prensa salen los trabajadores de las radios locales. Se abrazan con los Abumohor y se mandan un par de gritos en homenaje al equipo rancagüino. Hay caras deformadas por la felicidad.

Saben que ya no hay nada que pueda cambiar el resultado final. El "tres pilitas de guano", el equipo que nunca ha jugado una final de Primera División, le ganó al equipo multicampeón del fútbol chileno. La gloria total queda en puntos suspensivos hasta el partido de revancha. Los Abumohor lo saben.

Pero Ricardo Abumohor tiene fe.