El sábado 12 de abril se produjo en Valparaíso el peor incendio urbano de la historia de Chile. Once cerros afectados, casi tres mil casas quemadas, mil hectáreas consumidas, doce muertos y más de once mil damnificados. El fuego se ensañó con los más pobres y se propagó rápidamente, ayudado por condiciones geográficas adversas, microbasurales y viviendas de material ligero. Los vehículos de emergencia no tenían cómo llegar y las víctimas no podían salir, a la mayoría de las casas afectadas les faltaban servicios básicos y casi todos los damnificados eran allegados o vivían en situación de toma.
El gobierno nombró al abogado Andrés Silva como delegado presidencial para la reconstrucción, y anunció 180 días para la entrega de un plan para revitalizar la ciudad.
El representante de La Moneda en el Puerto explica que desde el primer día se comenzó a actuar en el más urgente de los problemas: la vivienda. A los 30 días del incendio ya estaba operativo el subsidio reconstructivo de 600 UF para casas y 300 UF para muros de contención, otros fondos para demoler y una modalidad para construir en condominios de hasta tres familias. "El plan se trabajará sobre tres principios: seguridad, equidad y desarrollo. Nos importa mucho respetar las particularidades de Valparaíso y de su gente, pero queremos que todos construyan en zonas seguras y con permisos".
El trabajo reconstructivo funciona bajo la lupa de un comité de ministros de ciudad y territorio, donde participan el Ministerio de Vivienda, Obras Públicas, Bienes Nacionales, Transporte y la Subsecretaría de Desarrollo Regional.
Por lo mismo, se espera que dentro de sus resoluciones se consideren aspectos de accesibilidad, comunicación y patrimonio. Aunque el delegado pone paños fríos: "A un plan de reconstrucción no se le pueden pedir todos los temas. Es muy complejo caer en la tentación de las cosas que son importantes pero no urgentes. Queremos mejorar la accesibilidad y para eso se proyecta el llamado Camino del Agua por encima de la zona afectada, pero también se le da mucho énfasis a la prolongación y unión del camino cintura (Av. Alemania). Sabemos que hay que reutilizar las quebradas y sacar a la gente de ahí, pero no todas van a ser parques, algunas deben usarse para obras viales o de ingeniería. Todos quieren participar y opinar, pero este proceso tiene que estar muy ligado a lo que es Valparaíso".
Y es en esta lógica de opinión y participación que esta tragedia dejó al descubierto una figura que ha cobrado relevancia en los últimos años: la de los planificadores urbanos, quienes han visto en el incendio una oportunidad para trabajar en una ciudad que, ya está demostrado, se expandió sin ninguna organización. A pocos días de que se cumpla el plazo para que el Gobierno entregue su plan de reconstrucción, les pedimos a Antonio Lipthay, Iván Poduje, Emilio de la Cerda y Juan Carlos García que, desde su propia experiencia, piensen Valparaíso.
Antonio Lipthay
Revivir desde el plan
Aunque reconoce la belleza de los cerros y trabajó directamente en la recuperación urbana en algunos de ellos, este profesional de la UC y socio de Mobil Arquitectos, dice que "los cerros están sobrevalorados e idealizados, y lo que hoy los define es la pobreza, una calidad de vida absolutamente deficitaria y un día a día marcado por la delincuencia y el narcotráfico". Salvo el Cerro Alegre y el Concepción -que les gustan a los turistas, dice-, "en el resto las casas están siendo devoradas por termitas y no hay red de aguas lluvia ni alcantarillado. Se suma un descontrol total entre lo público y lo privado, con sólo la mitad de las construcciones regularizadas, líneas de edificación y propiedad absolutamente borradas, sin servicios, jardines infantiles, comisarías, bomberos, grifos y un sistema de recolección de basura precario".
La mayoría de las personas que habitan en los cerros, incluso en aquellos afectados por el incendio, bajan todos los días "al plan", que es el nombre con que se conoce en el puerto a la zona baja. Lipthay propone invitarlos a vivir ahí, cerca de sus trabajos y cambiar la mirada hacia el bajo, hacia el Valparaíso que hoy se pierde en espacios comunes descuidados, sucios, mal planificados y sin servicios básicos de calidad. La Plaza Echaurren y su entorno, que se está cayendo a pedazos a consecuencia del abandono, es uno de los muchos espacios que dan cuenta de eso. "Hay que reutilizar el plan porque está lleno de edificios y terrenos para reconfigurar. La estructura urbana funciona, pero parece que nadie quisiera vivir ahí", explica.
En la ciudad ya ha habido experiencias exitosas de recuperación patrimonial como edificios reciclados para vivienda en el Barrio Puerto o el rediseño del Cerro Cárcel como centro cultural. "Pero se requiere inversión y gran coordinación política y técnica", dice Antonio Lipthay, quien agrega que el principal problema para que ocurra es que "en esta ciudad, lo pintoresco es enemigo de lo mejorable".
Ejemplos de lo que hay para recuperar hay muchos, según Lipthay: El borde costero que está completamente desdibujado; el puerto que hoy se reduce a la mecánica de traslado y acumulación de contenedores; el proyecto del mall Barón que sólo aleja la posibilidad de construir una identidad… y el Congreso.
"El Congreso hay que sacarlo de ahí. Ponerlo en ese lugar fue una idea pésima y que no acarreó ningún beneficio a la ciudad. Y no me refiero a la discusión de dejarlo en regiones o traerlo de vuelta a Santiago, no es ese el tema. Es que, además de ser un edificio feo desde el punto de vista arquitectónico -que a estas alturas poco importa- rompe todos los equilibrios, es una isla que, además, está rodeada por lo peor del sector. Hoy sólo es posible ver en sus alrededores comercio ambulante y una infraestructura pública penosa. Es poco eficiente, poco sustentable y no le ayuda a nadie".
Emilio de la Cerda
Más y más patrimonio
Antes de asumir a comienzos de este año la dirección de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica, era secretario ejecutivo del Consejo de Monumentos Nacionales, por lo que su diagnóstico está cruzado por el rescate patrimonial.
Para él es clave ver a Valparaíso como un gran espacio de patrimonio, que va más allá de las zonas declaradas por la Unesco, que son sólo 70 hectáreas. Para él todo lo que la rodea y la compone tiene valor patrimonial: "Su riqueza parte por lo geográfico, por su borde costero, sus cerros y quebradas. Hay zonas de conservación histórica y hasta el fondo marino tiene valor en ese sentido".
El incendio afectó a dos de los valores primordiales de la ciudad: cerros y quebradas y dejó al descubierto el mal manejo existente, sobre todo en estas últimas. "Existe mucha autoconstrucción en laderas y quebradas, que se han ido transformando en microbasurales y áreas de riesgo. Todas son distintas y, por lo mismo, sus usos deben ser diferentes. Algunas pueden transformarse en áreas de reserva ecológica, pero todas tienen grandes potencialidades y, hacia arriba de la ciudad no poseen ninguna planificación", dice.
El crecimiento hacia los cerros ha sido explosivo y hoy su población triplica la del bajo. Por lo mismo, para de la Cerda, un sistema de transporte y comunicación entre cerros y quebradas resulta básico. Pero no adhiere completamente a la idea de un camino del agua por la parte alta: "Es mejor mejorar la accesibilidad hacia el plano, en vez de estimular el crecimiento urbano hacia más arriba y potenciar las tomas ilegales".
Para este académico lo más importante es aprovechar bien el dinero disponible para la reconstrucción. "Es la inversión más importante en muchos años. Estamos hablando de 450 millones de dólares y creo que hay que tener un espíritu crítico para definir la manera más eficiente de gastarlos. Falta una visión de lo que se quiere hacer con este patrimonio: ¿Queremos llenarlo de hoteles boutique o lograr que la gente se vaya a vivir? Cada dos o tres años aparece un nuevo plan que después queda botado porque nadie sigue la posta y el municipio está absolutamente quebrado. Para mí es un tema país. Y no sólo de recursos, sino que de visión".
Juan Carlos García
Con brazos locales
"La ciudad que es buena para sus habitantes lo será para sus visitantes", dice este arquitecto que vive en Valparaíso, y es gerente del Centro Interdisciplinario de Neurociencia de la Universidad de Valparaíso (CINV) y miembro del Directorio Puerto.
Aunque considera que hay buenas intenciones para la reconstrucción, teme por la puesta en práctica: "Chile tiene un Estado totalmente sectorizado, que no facilita la adecuada integración de los organismos públicos. Este será un proyecto que pondrá en máxima tensión esa realidad, y quizás la mejor oportunidad que tenemos para mejorar algunos instrumentos que tenemos para hacer ciudad, y que están bastante obsoletos".
Él es de la idea de que, tal como se hace en otros países, se creen estructuras administrativas técnico-políticas ad-hoc, orientadas a proyectos específicos que funcionan un tiempo determinado y articulan a distintas instituciones y sectores. "A una situación extraordinaria se le hace frente con una estructura y gestión extraordinaria. O sea, no usamos los mecanismos tradicionales y, en ese sentido, el Estado hoy no funciona".
Y es en ese punto que ser local puede jugar a favor. A juicio de García, las autoridades se encontraron con un grave problema en un lugar totalmente desconocido, tanto geográfica como socialmente. "Lo que hace un Gobierno Central es intentar responder a las grandes líneas de acción, a los problemas gruesos. Y eso está bien, pero es imposible llegar al área chica del conflicto desde Santiago. Pero no se confía en las capacidades locales para abordar los problemas y se asume que la única inteligencia posible está en la capital. Valparaíso requiere del apoyo de Santiago, porque no tiene recursos, pero no algo paternalista, sino que un trabajo conjunto. Buenos ejemplos de eso fueron la renovación del Metro Regional (Merval), la declaratoria de Patrimonio de la Humanidad y la construcción del Parque Cultural ubicado en la Ex Cárcel, cuyo uso fue definido localmente. Pero ojo, también nosotros debemos hacer un mea culpa, porque no hemos sido capaces de liderar muchos procesos, porque no hemos encontrado liderazgos convergentes, pero también porque esta es una ciudad inmovilizada por la desconfianza".
El profesional explica que el desarrollo de Valparaíso ha sido dispar y hoy conviven varias ciudades en una sola: la portuaria, la universitaria, la turística y la cultural, por mencionar las más relevantes.
"El desafío es lograr integrarlos sin que se enfrenten. Muchas veces es el propio Estado el que promueve esa colisión, y eso pasa porque no existe un relato integrador, con un liderazgo claro que pone valor en cada uno de estos factores. Hay que entender que la actividad portuaria se fortalece con la universitaria, y ésta a su vez se hace más atractiva con un movimiento cultural robusto, que se alimenta con un turismo de alta calidad, coherente con la actividad portuaria. Es un círculo virtuoso, pero frágil".
Iván Poduje
Reconstruir sin "gift cards"
"La identidad porteña se distorsiona con un particular concepto de cultura, que en realidad se traduce en rayados, basurales y destrucción. La bohemia no es identidad. La identidad pasa por la forma en que esta ciudad se construyó, hacia los cerros, con obras que eran pura innovación y que le ganaron terreno al mar", dice este arquitecto y urbanista, socio de Atisba, quien es considerado uno de los más destacados "pensadores" de ciudades en Chile. Él es crítico con la forma en que se ha llevado la reconstrucción.
Primero, le molesta la figura del delegado presidencial, porque es una función sin atribuciones reales. Y además, le preocupa que el plan gubernamental siga demorándose, porque mientras se espera su publicación, se generan procesos de erradicación sin tener el panorama completo, lo que puede significar cometer nuevamente los mismos errores en construcción y conectividad que existían antes del incendio. "El problema del trabajo que se hace es que es un plan de voucher y eso, en ninguna parte, puede considerarse una reconstrucción. Lo que se busca es contener la presión social y para eso se entregan subsidios para rehacer murallas, gift cards para que cada uno vuelva a parar su casa como mejor le parezca, para que arregle el pedazo de la pandereta que se le cayó… cuando lo que necesitamos son grandes obras: escaleras, ascensores. Atomizar la inversión pública en miles de inversiones pequeñas es una distorsión absoluta". Según él, hay que propender a un cambio en el estándar de vida, "no sólo a que la gente sienta que le repararon lo que tenía, sino a que perciba que vive mejor. Pero eso necesita tiempo y coordinación, lo que no es fácil con un gobierno regional corrupto, un municipio quebrado y un Puerto que vela por sus propios intereses".
Según el profesional, después de los subsidios de vivienda, hay tres puntos básicos. Lo primero es mejorar la conectividad del plan con el cerro, porque la gente no tiene cómo llegar arriba. Eso se logra con un sistema de transporte con ascensores de larga extensión, teleféricos y puentes peatonales que conecten los cerros y que estén integrados en términos tarifarios. Además hay que trabajar en las quebradas: "Pueden ser parques o contenciones estructurales… no pueden seguir siendo basurales, porque ahí surge el fuego. Son elementos que deben tener valor". Por último, dice, hay que proveer de servicios en los cerros. No hay consultorios, escuelas ni edificios bien diseñados. Como en algún momento se protegieron ciertas zonas del plan, se liberó el alto y es posible hallar torres de 30 pisos en la punta de un cerro. Los sectores altos necesitan mejor cobertura y en esto hay mucho que aprender de ejemplos internacionales, como el programa Favela Barrio en Río de Janeiro.
El reconoce que los procesos urbanísticos toman unos diez años, mucho más que un período presidencial, y aunque sabe que lo que plantea excede el plan de reconstrucción, se permite soñar con la mejor manera de reimpulsar la ciudad: "Hay que abrir el borde costero y lograr una buena combinación de actividades comerciales y espacios públicos. Pero eso es incompatible con los planes actuales, que incluyen ampliar el puerto y construir un mall frente al cerro Barón. En Chile el borde costero está en manos de empresas privadas y eso no pasa en ninguna parte del mundo".