"Ese de ahí es el que me enseñó todo", señala don Zenén Vargas (54 años), apuntando el retrato de su padre, fallecido en 1987. Su arte lo aprendió sólo mirando, hasta que se convirtió en el rey de los carteles de micros con frases como "Dios es mi copiloto", que copaba el transporte colectivos del Santiago de los 80.

Pero su época dorada duró hasta que sacaron los buses amarillos y llegaron los del Transantiago, con sus letreros luminosos digitales. "Tuve que reinventarme", dice en su taller, en cuyas paredes cuelgan frases del tipo "Chelas heladitas", "Hay pipeño" y "El Rey de la Paila con Huevo" pintadas sobre un trozo de cholguán. Se las encargan algunos clientes que quieren darles personalidad a sus cocinas. En las paredes hay otros más: son recorridos ficticios que Zenén empezó a fabricar para personas comunes y corrientes y para extranjeros que andaban en busca de un souvenir.

El boca a boca hizo lo suyo y de un momento a otro le empezaron a llegar encargos más grandes, como los de restaurantes Emporio La Rosa, El Tugurio (Compañía con Teatinos) y La Perla del Pacífico (Parque Arauco), que buscaban decorar sus locales con el arte de Zenén. "Nada mal para alguien que andaba a puros rojos cuando le tocaban las tareas de caligrafía en la escuela y que no terminó su sexto humanidades", cuenta, y hace una aclaración: "La letra de mi papá era más helvética; la mía es más cursiva. Es que yo salí más chueco", ríe.

Para reconocer un original de Vargas hay que buscar su firma: una "mosca" que es una especie de diamante plano, puesto sobre su nombre y entre comillas. La rúbrica ha sido solicitada por páginas de la revista de vinos La Cav (enero de 2010), afiches de conciertos para La Banda Conmoción y el cantautor Manuel García, y por actores como Francisca Imboden o Alfredo Castro.

Además de eso, ha hecho carteles en alemán, chino, italiano y muchos otros idiomas, para viajeros que llegan "dateados" a su taller y quieren un souvenir exclusivo. Y como si fuera poco, sus carteles llegaron al Museo Nacional de Bellas Artes en 1999, cuando los artistas Bruna Truffa y Rodrigo Cabezas lo reclutaron para la exposición Si Vas para Chile.

Aún así, confiesa que la pega todavía no llega al 40% de las ganancias que obtenía en los años dorados. En un mes bueno, puede vender 10 de los letreros grandes ($ 25.000) o recibir un encargo de proporciones, como el que le llegó una vez de la productora de Andrés Wood para realizar la última campaña de VTR. Pero en un día normal, él persevera en lo suyo, que es seguir exhibiendo su trabajo en la esquina de Placer con Santa Rosa, como lo ha hecho durante 35 años. "El que sabe reconocer este trabajo lo va a apreciar con o sin micros. Los almaceneros ya no lo valoran. Es una persona más especial la que llega acá ahora. Es de culto".

Zenén recibe pedidos en zenenvargas@gmail.com y tarda dos días en la entrega