El 3 de enero se cumplieron ocho años desde que Pete Souza conoció al hombre que le daría otro sentido a su vida. Jeff Zeleny, un periodista político del Chicago Tribune, diario donde Souza trabajó de 1998 a 2007, le había pedido que siguiera al nuevo senador por Illinois. El tipo se llamaba Barack Obama y la idea de Zeleny era documentar su primer año como legislador. Souza, que trabajaba para la oficina del diario en Washington D.C., era, entonces, el encargado de hacerlo. El senador de 43 años y el fotógrafo de 51 se vieron por primera vez en el Congreso y se saludaron con el primer disparo de Souza. Desde ese minuto, Obama no escaparía más de su lente.
Las rutinas del poder no eran ajenas para Souza. En 1983 fue nombrado como uno de los fotógrafos de la presidencia del republicano Ronald Reagan. En ese puesto estuvo hasta el final, en 1989. Ahí aprendió a detectar las cualidades que hacen que un político se convierta en presidenciable. Souza notó algo diferente en Obama y eso determinó el foco que puso en su trabajo. En diciembre pasado, de hecho, el fotógrafo le dijo a revista Time que durante ese período "estaba buscando cosas que yo sabía que, en caso de que él fuera elegido presidente, nunca verías de nuevo. Como Obama caminando por una vereda en Moscú, en 2005, sin nadie que lo reconociera. Las posibilidades de que fuera presidente eran bajas, pero veía que tenía potencial. No puedes decir eso sobre muchas personas".
En ese año, Souza logró ganar la confianza del senador por Illinois. En un documental de National Geographic, emitido en 2010, Souza explicó que eso se dio porque muchas veces él escuchaba cosas que Obama les decía en privado a sus asesores y no las compartía con los reporteros de su diario.
Por eso, no fue una sorpresa cuando esos mismos asesores le pidieron que acompañara a Obama como su fotógrafo oficial en la Casa Blanca. En la residencia de Avenida Pennsylvania 1600, Souza tiene una oficina a menos de 100 pasos de la del presidente, en el ala oeste, donde antes estaba la peluquería de los jefes de Estado. Souza trabaja con un equipo de tres fotógrafos más, tiene jornadas de 13 horas diarias y produce, mensualmente, unas 80.000 fotos. El material se sube a las cuentas en redes sociales de la presidencia, donde logran un eco difícil de asimilar. Dos ejemplos: la imagen de Souza en la que Obama abraza a su esposa, Michelle, después de darse a conocer su reelección, es la foto más tuiteada de la historia. Y la foto que saca en la Situation Room en mayo de 2011, cuando Obama y sus asesores observan el operativo que terminó con la vida de Bin Laden, fue la más vista en Flickr.
El trabajo de Souza no se compone sólo de momentos históricos. En las pocas entrevistas que ha concedido, admite que, al menos, un 5% de su labor consiste en fotografiar al presidente saludando a distintos ciudadanos. Otro porcentaje no menor se centra en la cotidianidad del presidente. Para lograr esa intimidad, Souza acompaña a Obama en todas sus actividades. A la CNN le explicó que "la regla básica es que trato de fotografiar todas sus reuniones. Soy lo suficientemente inteligente para saber que si está teniendo una reunión personal con otro jefe de Estado, les dejo tener algo de privacidad. Yo trato de ser casi invisible".
Por ese afán es que no se sabe mucho de él. A Souza lo único que parece importarle es "documentar a Obama para la historia".
Aunque en el camino logró otra cosa. Antes de terminar su entrevista, el equipo de National Geographic le preguntó a Obama cómo calificaría su relación con Souza. El respondió: "Pete es mi amigo".