Fernanda se acerca tímida a la caja donde tasarán su bien más preciado: una guitarra Tizona como las que regalaba Enrique Maluenda en el Festival de la una. Asegura que la compró en $ 45 mil, pero se va contenta si al empeñarla le dan $ 8.000. Se le apareció marzo, dice, y necesita pagar la matrícula del colegio de su hijo.
Como Fernanda, cientos de capitalinos se acercan a la Dirección General del Crédito Prestario (Dicrep), más conocida como la "Tía Rica", que ya entera 92 años cumpliendo este servicio social. Allí, por alhajas de oro, platino o diamantes -que es lo que más se empeña, a $ 6 mil el gramo de oro- su dueño puede obtener hasta $ 100.000. Por otro tipo de objetos: máximo $ 40 mil.
La "Tía Rica" retendrá el bien por seis meses, cobrando un interés mensual de 2.5%. En el caso de alhajas, puede renovarse por otros seis. Si vencido ese plazo, la prenda no es rescatada, irá a remate público. Como el que se realizará mañana, desde las 15.15 horas en Matucana 33, una de las tres sucursales de la Dicrep que realiza subastas mensuales en la Región Metropolitana, junto a la de calle San Diego y la matriz, en San Pablo.
El fin de semana pasado le tocó a San Diego y se llenó. Al menos 500 personas llegaron con un único fin: obtener un bien valioso a módico precio. ¿Cómo? El ente gubernamental sólo recupera el capital prestado más los intereses, por lo que, si la guitarra de Fernanda llegase a ofrecerse en $ 10 mil y se remata en $ 25 mil, los 15 mil de diferencia serán para ella. Algo es algo. Muchos nunca vuelven por su bien, y ni siquiera se enteran de que, al ser vendidos, un excedente quedó para ellos.
El edificio de Matucana ocupa toda la cuadra y alguna vez sus tres pisos y subterráneo estuvieron repletos. Hoy, parece un barco fantasma. Hay bodegas vacías y parte del edificio fue arrendado a Correos.
Atrás quedó la época en que los santiaguinos iban hasta allí a empeñar su cristalería, figuras de porcelana, un piano de cola y hasta el abrigo que traían puesto, mucho antes del auge de la ropa americana y china. Pese a ello, 242 alhajas llegan a remate este sábado, más otros 83 objetos el lunes. Todos apilados sobre muebles de madera que cobijan desde una cámara fotográfica hasta una cocina eléctrica.
Un reloj Longines es la pieza por la que más dinero se ha pagado: poco más de $ 2.500.000. "Era una joya excepcional que debió ser retasada. A su dueño le quedó un excedente de $ 1.600.000. Los comerciantes se lo pelearon. Tal vez costaba unos $ 10 millones y ellos podían sacarle la mitad", cuenta Berta Galleguillos, funcionaria pronta a cumplir 40 años en la "Tía Rica". "Lo ideal sería que no debiéramos rematar ningún objeto. Nuestra misión es ayudar al más pobre, a ese que nadie le da crédito. Que tampoco es el más pobre, porque este no tiene alhajas ni nada de valor para empeñar", remata.