Carlos Correa -quien estuvo al mando de la Secretaría de Comunicaciones (Secom) de La Moneda luego de la salida de Paula Walker- recuerda que mientras ejerció ese rol trató de ceñirse al máximo a la institucionalidad de su cargo. Su relación directa era -remarca- primero con el entonces ministro Álvaro Elizalde y luego con su sucesor en la Segegob, Marcelo Díaz. Dice que el hecho de que estas jerarquías se hayan difuminado para algunos asesores de La Moneda es la causa de muchos de los problemas de la actual administración.
¿Qué le pareció el controvertido viaje de la Presidenta y la responsabilidad que se le atribuyó a los asesores del Segundo Piso?
En La Moneda el poder lo deben tener los ministros, no los asesores. El poder lo debe tener la Presidenta y no los asesores que, al final, son cargos informales. No pueden existir asesores por sobre el poder institucional, porque eso daña a las instituciones y a la propia Presidenta. Situaciones como la de Temuco se pueden volver a repetir en caso de que lo poderes en La Moneda no estén donde la Constitución dice que deben estar.
¿Por qué no lo están?
La Presidenta había corregido en su gobierno anterior un hecho similar. Siempre se dice que la Presidenta tiende a privilegiar a las personas a las que les tiene confianza por sobre las que tienen cargo, pero si tiene confianza en ellos, entonces que los nombre ministros. Lo que no puede tener es la instancia informal del segundo piso, que tiene un poder que no corresponde. El Segundo Piso es un equipo que, en la normalidad, debería funcionar como staff de apoyo a las actividades del Presidente, no a la gestión política de la Republica. Eso les corresponde a los ministros. Son actividades como las de programación de la Presidenta, las actividades de protocolo, la agenda… pero la gestión política es un asunto que debe manejar un ministro del Interior, no un asesor o asesora, por muy cercano que sea a la Presidenta. Es una distorsión institucional que dicho asunto sea manejado por los asesores y no el gabinete.
¿Cuánto influyen en eso las personas que están ahí? Se ha apuntado con mucha fuerza a Ana Lya Uriarte.
(Ana Lya) ha concentrado un poder que no le corresponde, según el cargo que tiene. Tiene un poder que le corresponde, más bien, a un ministro. No es tema si Ana Lya lo hace bien o lo hace mal. Esas distorsiones van a llevar siempre a episodios como los de Temuco, cuando la política no la maneja quien tiene que manejarla.
¿Y qué pasó con las correcciones que hizo la Presidenta?
Un efecto del gobierno anterior que la Presidenta corrigió con su primer gabinete fue que nombró como ministro del Interior a la persona que era más cercana a ella, Rodrigo Peñailillo. Cuando ella cambió el gabinete, por las razones que fuera, se entendía que el nuevo gabinete sería similar, porque de los tres ministros políticos de La Moneda, dos de ellos (Jorge Burgos y Nicolás Eyzaguirre) ya eran ministros y, por lo tanto, de confianza de ella. Se supuso que las relaciones de confianza entre la Presidenta y los ministros se iban a mantener. Es la distorsión de eso lo que lleva a situaciones tan vergonzosas como ésta, porque si los asesores del Segundo Piso se toman atribuciones que no tienen, no dañan al ministro del Interior, sino que a la Presidenta.
Pero la cohesión que se ve entre Bachelet y Burgos dista mucho de la que tuvo con Peñailillo.
Eso, sin duda, es una dificultad, y coincido con ese punto. La falta de cohesión se ve en el poder inusitado que se toman los asesores del Segundo Piso.
¿Cree que contribuiría la salida Ana Lya Uriarte?
Esa es una decisión que debe ser tomada por la Presidenta y el Ministro.
¿En conjunto?
En conjunto. Lo importante es que la última palabra, antes que la Presidenta, sea tomada por el ministro del Interior y, obviamente, la de los otros dos ministros de La Moneda, que también son importantes en la gestión política.
Desde una perspectiva de análisis y para descomprimir las relaciones entre la Presidenta y la DC, ¿cree que debería salir Ana Lya Uriarte?
Ayudaría mucho, pero creo es el ministro del Interior quien debe resolver eso. Esta informalidad del Segundo Piso daña mucho a la Mandataria, porque no tiene fusibles, y en un régimen presidencial los fusibles tienen un rol muy importante. Los asesores no son fusibles, porque no tienen ninguna responsabilidad.
Más allá de dichas distorsiones que se provocaron al tomarse estas atribuciones, ¿cómo ha hecho el trabajo el Segundo Piso en cuanto a lo que le corresponde hacer?
La gestión de ellos deja bastante que desear. Efectivamente es gente que no está capacitada para la política, es gente que no tiene responsabilidad, porque no responde ante nadie, mientras los ministros responden ante el Congreso o sus partidos. La tónica del Segundo Piso ha sido la irresponsabilidad.