El domingo pasado, representantes de 22 familias hondureñas se reunieron con miembros del nuevo gobierno de Honduras en el turístico Valle de Angeles. Se trataba de integrantes de los grupos más poderosos del país, quienes pese a estar satisfechos con el golpe de Estado, que una semana antes había desplazado del poder al Presidente Manuel Zelaya, estaban preocupados con el panorama de aislamiento político y económico internacional que se cernía sobre Honduras. Por ese motivo, en esa instancia hicieron un llamado directo al gobierno para que el lenguaje frontal y la postura intransigente que habían mantenido hasta ese momento con los gobiernos extranjeros que criticaban el golpe fueran modificados.
Apenas pasaron dos días y el Ejecutivo interino que encabeza Roberto Micheletti asumía un tono más dialogante y aceptaba una negociación con Zelaya (quien había fracasado ese mismo domingo en su intento de regresar a Tegucigalpa), diálogo mediado por el Presidente de Costa Rica, Oscar Arias, con el fuerte apoyo de Estados Unidos. Un giro que dejó en evidencia el peso en Honduras de estas familias, quienes aún parecen dirigir el destino del país y controlar los diversos resortes del poder local, como si aún fuese la primera mitad del siglo XX.
Sus nombres se repiten y sus miembros han estado presentes desde hace mucho en el Congreso y también han llegado a la Presidencia del país. Apellidos como Ferrari, Rosenthal, Facussé, Canahuati, Nasser, Atala, Lamas, Kattán, Lippman y Flores, principalmente, están al frente de las principales empresas y compañías del país. Y la mayoría de ellos integra el capítulo hondureño del Consejo Empresarial de América Latina (Ceal). Pero no necesariamente actúan como un todo. De hecho, uno de los hombres más poderosos del país, Miguel Facussé Barjum, de 85 años, se distanció de muchos de los empresarios cuando apoyó el aumento del salario mínimo en más de 100% decretado por Zelaya.
De estas familias, cinco son los nombres que más destacan. Como los Canahuati, propietarios del laboratorio Finlay -uno de los más importantes de la industria farmacéutica hondureña-, de la Corporación Industrial del Norte (Corinsa) -dueña de la embotelladora Sula, que cuenta con la franquicia de las bebidas Pepsi, y Aguazul, la planta de comercialización de agua potable más grande de Honduras. Además, destaca Jorge Canahuati, principal propietario de los diarios El Heraldo y La Prensa, que concentran el 80% de la circulación de periódicos en Honduras.
Canales de TV y club de fútbol
Otro caso importante es el de Jaime Rosenthal Oliva, quien tiene participación en empresas dedicadas a la producción de café, cacao y azúcar. Posee una compañía constructora, zonas industriales, una empacadora de carne, crianza de cocodrilos, ganado, cultivo y exportación de melones, empresas financieras, almacenes, bienes raíces, una industria cementera y negocios en el sector turístico. Es el accionista principal del diario Tiempo y de los canales de TV Cablecolor y 11.
José Rafael Ferrari, en tanto, es dueño del equipo de fútbol más popular del país, el Olimpia, y propietario de la cadena Televicentro (con cinco señales), y de Emisoras Unidas (que agrupa 17 radios).
A este grupo se suma Carlos Flores Facussé, quien ha tenido un pie en los negocios y en la política nacional. Fue presidente del Congreso Nacional y luego Presidente del país entre 1998-2002. Esta semana integró la comisión enviada por Micheletti a Washington para explicar su punto de vista ante los congresistas norteamericanos. Flores Facussé es dueño de Periódicos y Revistas S.A., del diario La Tribuna y de Lithopress Industrial.