MUCHOS llegaron puntuales a las 4 de la tarde. Algunos lo hicieron en auto y otros en camionetas donde traían sillas, coolers, comida y hasta parrilla. Luego, tendieron sus mantas y abrieron una lata de cerveza helada. De fondo, sonaba la música lounge que pinchaba un Dj instalado bajo un toldo. Más tarde, mientras bailaban y observaban la puesta de sol, algunos cóndores sobrevolaron la fiesta. A ratos, se asomaba algún zorro.
Este evento se hizo a comienzos de septiembre del año pasado y la pista de baile no fue un parque ni una parcela, sino una explanada en la precordillera de Santiago, a más de tres mil metros de altura. "Llegando a Farellones, tomen el camino a Valle Nevado. Avancen un kilómetro y a mano derecha verán un sendero que lleva a una llanura. Al final del camino verás el evento", fue la indicación que recibieron los asistentes, a través de un blog y Facebook, para llegar.
El lugar es un terreno privado y se convirtió en uno de los principales escenarios de Sunset Noize, un nuevo tipo de fiestas electrónicas que organiza un grupo de jóvenes que ofrece eventos innovadores en la industria del "carrete" santiaguino.
En este caso, la fiestas tienen dos novedades. La primera: se hace de día, es decir, empiezan a las 16 horas y terminan a la medianoche. Lo que buscan es aprovechar las horas que los jóvenes ocupan durmiendo o esperando el momento para salir a carretear. La segunda: se hacen en espacios al aire libre, con vista privilegiadas a la ciudad. "Aquí se divisivaba todo el valle de Farellones y una parte de Santiago. La postal era impresionante", asegura Pablo Rubio, socio de The SCL Design Factory, la empresa organizadora.
La mezcla de música electrónica y el lugar donde se realizan -al aire libre y alejado de la ciudad- recuerda a las raves, las fiestas ilegales que surgieron a fines de los 80 en el Reino Unido. En Santiago se hicieron algunas durante la segunda mitad de los 90, una en un sitio privado del kilómetro 8 del Camino a Farellones. La música que más sonaba era el trance y se extendían hasta la madrugada. No vendían alcohol y en la mañana ofrecían té chai, una bebida popular en India.
"Hemos conversado con el dueño de Rave, la comunidad que puso de moda estas fiestas en la capital, y le interesó hacer algo en conjunto para revivir las raves", cuenta Rubio.
Precisamente fue este diseñador y Dj quien dio con la explanada cercana a Valle Nevado. El acostumbra a pasear por este sector de la precordillera y un día subió a carretear ahí con un par de amigos. "Pensé que sería un buen lugar para hacer una fiesta", cuenta.
En septiembre realizaron la primera. Pidieron autorización a los administradores del terreno y, como no cobrarían entrada ni venderían nada, les dieron el visto bueno. "Lo único que nos pidieron es que dejáramos limpio el lugar", agrega Daniel Barrientos, otro de los socios de The SCL Design Factory.
Las fiestas son gratuitas. Los organizadores ponen la amplificación y seis Djs que se van rotando durante ocho horas. Ahí mismo, se instalan tres parrillas con carbón para quienes quieran hacer un asado. Los asistentes son los encargados de llevar sus propias mantas para tenderse, comida y algo para beber. "Nosotros no queremos vender nada ni tener una barra de tragos. La idea es que cada uno lleve lo que quiera", asegura Barrientos.
Aunque algunos se enteran por el boca a boca, la mayoría sabe los detalles de estas fiestas a través de Facebook. Cuando llegan al lugar, lo primero que divisan es el Dj. Comienzan con ritmos relajados, el llamado chillout y luego los beats (ritmos) se aceleran con algo más house y minimal. Cuando se pone el sol y cae la noche, la música es derechamente bailable: electro, techouse y progressive. Todos sonidos de máquinas que se aceleran y desaceleran de tanto en tanto.
A las primeras dos fiestas fueron cerca de 30 personas. A la tercera, que se hizo a comienzos diciembre, asistieron más de 150. En esta última, la organizaron para el lanzamiento de culturaminka.cl, un portal que promueve productos y servicios relacionados con un estilo de vida saludable, como el yoga, el reiki y la comida orgánica. En esa oportunidad, la creadoras de esta web ofrecieron un menú orgánico, que incluía brochetas de fruta, verduras salteadas, queso y varios dispensadores de agua, que fueron repartidos por la explanada.
"El lugar es increíble. Vimos una preciosa puesta de sol y también cóndores volando. A la gente le fascinó y nos dijeron que les encantaría repetir la experiencia", cuenta Daniela Franco, una de las creadoras de culturaminka.cl.
En ese último evento, incluso, se vieron familias con niños. De todos modos, la mayoría de los asistentes suelen ser estudiantes universitarios y profesionales jóvenes. "Son amantes de la música electrónica y también de la vida al aire libre. El ambiente es súper relajado, porque como son de día, la gente es más responsable. En la noche se pone más loca la cosa", precisa Barrientos.
En la última fiesta, que se realizó a fines de diciembre, el escenario fue otro: un sitio eriazo en el kilómetro 7 del camino a Piedra Roja. La organizaron en apenas unas horas. Barrientos explica: "Un sábado en la noche, unos amigos nos contaron que al día siguiente iban a ir a tomar unas cerveza a este lugar. Nos propusieron llevar nuestros equipos y organizar una Sunset. Les dijimos que sí altiro". A las 4 de la mañana comenzaron a difundir el evento a través de Facebook y al carrete llegaron alrededor de 40 personas.
La próxima fiesta está programada para marzo. La harán en lugar nuevo, que prefieren no revelar todavía. El único dato que dan es que está cerca de San Carlos de Apoquindo. "Conocemos al dueño del terreno y ya nos autorizó. Podemos asegurar que tiene mucho mejor vista de Santiago", aseguran.
De todos modos, el equipo de The SCL Design Factory anda siempre en busca de nuevos sitios para sus eventos. ¿Los requisitos que deben cumplir? Que sean espacios abiertos, con muy buena vista y "que estén cerca de la ciudad, pero al mismo tiempo fuera de ella. Por eso, lo ideal son cerros y sectores así. Es lo que buscamos con estos encuentros, que la santiaguinos salgan de la cotidianidad y se transporten a un espacio natural", remata Barrientos.







