Alberto Fouillioux Ahumada está parado en la pista de rekortán del Estadio Nacional. Salvo un grupo de maestros que observa a un Fouillioux, ahora de 71 años, luciendo una réplica de la camiseta que usó para el Mundial del 62, en las tribunas del estadio no hay nadie. Atardece. El cielo está nublado. Hace casi 50 años, un 30 de mayo de 1962, en la cancha que está a su espalda, la selección chilena hacía su debut ante Suiza. Y Tito era el ídolo máximo de ese equipo.
Fouillioux habla como si el pasto del Nacional hiciera que los recuerdos se le vinieran encima. Habla de un gol legítimo que le anularon -el cuarto- en el partido con Suiza. Habla de Pelé, de la vez en que el "negro" gritó un gol cuando la pelota venía en el aire, para luego hacer una chilena y clavarla en un ángulo. Habla de una pichanga en Algarrobo antes del mundial, en donde jugó con Eduardo Frei Montalva. Habla de los clásicos universitarios de los 60, que eran a muerte, y que en una ocasión dejó a dos expulsados por elenco tras una trifulca salvaje de entretiempo. "Ambos equipos salieron con 9 a jugar la segunda etapa y nadie sabía por qué", explica.
De todas esas cosas, con memoria enciclopédica, habla Fouillioux en el mismo escenario en que Chile debutó en el primer y único mundial organizado en suelo propio, y en la misma cancha donde su Selección ganó el derecho a llegar al podio, a ese tercer lugar que sigue siendo el mejor resultado en la historia de la Roja. Fouillioux se apoya sobre la baranda metálica que divide la pista de rekortán de la tribuna bajo marquesina. De lo que aún no habla es de sus fracasos más recientes.
-¿Cómo está don Tito Fouillioux? -grita uno de los maestros que están sentados en esa misma tribuna.
-Cagado de frío.
Los maestros estallan en una sola risa. Fouillioux, hace un movimiento de hombros, sonríe, y mira al piso, como avergonzado.
Hotel de Azapa. Arica, 1962. Alberto Fouillioux y Jorge Toro están con una bota de yeso en las vísperas de los cuartos de final con la Unión Soviética. Ambos habían quedado en malas condiciones tras el partido con Italia, bautizado por los cronistas de la época como "La batalla de Santiago", uno de los juegos más violentos de la historia de los mundiales. Nelson Ibacache, el kinesiólogo de la Selección, les rompe el yeso a Fouillioux y a Toro. El 10 y el 8 de la selección se ponen a trotar por los jardines del hotel. Toro, el 8, se ha mejorado y está disponible para jugar, pero Fouillioux, el 10, no.
El dolor es demasiado.
"Es una de las grandes penas de mi carrera. Ya se acababa el partido con Italia y yo iba desbordando por la derecha hacia la torre sur del estadio. Tiro el centro, pero un italiano me desequilibra y caigo encima de un fotógrafo. Ahí me doblé el tobillo".
A pesar de la lesión, Fouillioux vive el mundial concentrado con la Selección hasta el final. Y se transforma en testigo privilegiado de la interna del grupo en los partidos con la misma Unión Soviética, la semifinal con Brasil, y la definición por el tercer puesto con la entonces Yugoslavia.
-Con el éxito se nos empezó a acercar el mundo político. En el viaje a Arica eran varios los diputados y senadores que iban en el avión con nosotros. Recuerdo a Baltazar Castro, quien fue el que impulsó que el gobierno nos diera un departamento en la Villa Olímpica a cada jugador, y a Salvador Allende. Era obvio que Allende iba a hacer contacto con los soviéticos, pero el Tata Riera, nuestro gran entrenador, siempre contaba que Allende le entregó una carta antes del partido. Riera siempre decía que me la iba a mostrar, pero nunca lo hizo.
En el mismo viaje a Arica, Fouillioux termina viendo el partido junto a su madre desde la tribuna. A 50 años confiesa que estaba tan nervioso que encendió uno de los tres cigarrillos que ha fumado en su vida, y que ella llevaba. Ese partido lo gana Chile, con gol de tiro libre de Leonel Sánchez. Con el paso a semifinales, se desata una locura colectiva en el país y a la Selección se le abre el apetito para transformarse en campeones del mundo.
-Muchos años después, Riera siempre me decía que había dos cosas de las que se arrepentía. La primera fue haber marginado a tres jugadores antes del mundial. El plantel era de 25 jugadores, pero sólo se podían inscribir 22. Juan Soto y Alfonso Sepúlveda estaban lesionados, pero Bernardo Bello quedó afuera. "Es preferible agregar jugadores al final que eliminar", me decía el Tata. Lo otro que le pesaba fue no habernos concentrado afuera de Santiago. Cuando volvimos de Arica no podíamos salir de Cerrillos. Nos tuvieron que sacar por atrás, por el grupo 10 de la FACh, y salimos por La Reina. Era una locura colectiva. Vimos Avenida Colón, que era donde concentrábamos, llena de banderas, pero él pensaba que ese ambiente nos pudo haber afectado para ese partido decisivo con Brasil.
Alberto Fouillioux está sentado en el lobby del edificio donde vive en Avenida Colón, el mismo camino que vio embanderado en 1962, luego del duelo con Unión Soviética. De piernas cruzadas, lleva los mocasines sin calcetines, al estilo Julio Iglesias.
-No vengo de la feria -dice, refiriéndose a dos bolsas que tiene a su lado-. Traigo libros para ayudarme con las fechas.
Sentado frente a un café cortado en una cafetería del sector, Fouillioux bucea en los libros buscando un dato tras otro. Las fechas, los nombres, las historias, las tiene claras, pero le gusta apoyarse por citas, mientras se pone y se saca tres pares de anteojos que lleva en los bolsillos de su chaqueta. Lee en voz alta de un libro con la historia de los mundiales editado para el mundial de Francia 98: "La gentileza de los chilenos hace maravillas y según la opinión de todos, la organización es superior a aquella de los suizos, el 54, y de los suecos, el 58". Fouillioux cierra el libro, se saca uno de sus lentes y dice: "Esto no lo digo yo, lo dicen los franceses".
Fouillioux dice esa frase con intención, para que se note que está en completo desacuerdo con el libro escrito en 2010 por el periodista Daniel Matamala sobre el mundial del 62, y que tenía como tesis central que el chileno fue uno de los mundiales más pobres de la historia.
"Este cabro ni mencionó los jugadores que hubo: Pelé, Di Stéfano, Puskas, Yashin, Garrincha, Didí, Zagallo, Sivori, Bobby Charlton, Bobby Moore y varios más. Tampoco habló con ninguno de los ex seleccionados. Encontré que fue un libro oportunista y poco riguroso".
Pero a Fouillioux le preocupa otra cosa. Está consciente de que se viene el aniversario más importante de celebración del mundial. El número 50. Los homenajes ya han empezado en diversas municipalidades, pero desde el gobierno y la ANFP las señales han sido erráticas. Por ahora, habría un almuerzo homenaje en La Moneda el 30 de mayo, pero recién se confirmará el 16 de este mes. Si no sucede nada, van a ir a la tumba de Fernando Riera y después se van a juntar a celebrar con las respectivas familias. Aun así, está hablando con los dirigentes para que los uniformen en caso de que se confirme lo de La Moneda, "porque Riera nos hubiera hecho ir uniformados".
De los 22 jugadores que conformaron el plantel del 62, 15 aún están vivos. En el grupo se ha hablado sobre la necesidad de capitalizar el aniversario 50 del mundial.
-Nuestro gran problema actual es el de salud. Jorge Toro está en tratamiento por una leucemia, Raúl Sánchez tiene principios de alzheimer, Armando Tobar está delicado de salud también, el Pluto Contreras está muy aproblemado de una pierna. Para muchos compañeros los costos en remedios se han hecho insostenibles, pese a la pensión de gracias que tenemos.
La pensión del gobierno y otra entregada por la ANFP bordean en conjunto los 600 mil pesos al mes.
Antonio Neme, actual concejal por Maipú y ex compañero de Fouillioux en Canal 13, está preocupado: "Tito es un gran amigo, fue de los menores en jugar el mundial, pero lo veo muy deteriorado de salud. Aquí en Maipú ya empezamos a gestionar un ciclo de cuatro charlas con los seleccionados, y que ellos van a hacer a honorarios. Independiente de eso, el gobierno o la ANFP se deberían de preocupar de subsidiarles de alguna forma los remedios. Más de la mitad del grupo vive en condiciones de salud precarias".
Fouillioux tiene una idea clara: que les aumenten la pensión de gracia para poder comprar remedios. "Los galvanos nos los vamos a llevar a la tumba. Ahora necesitamos algo concreto. A veces nos llaman para misas, para homenajes, pero te lo voy a decir bien crudamente: preferiríamos hacer charlas y que nos paguen por ellas. Hay muchas necesidades, médicas sobre todo, no cubiertas".
Los problemas de salud de Fouillioux son complejos. Hace seis años fue operado del corazón para luego hacerse un trasplante de riñón. Las enfermedades se empezaron a acumular luego de la demanda que le hizo impuestos internos por evasión en el 2000. El episodio más difícil en la vida del ídolo, que lo llevó a estar en la ignominia y en el olvido, gatilló su salida de Canal 13. Las complicaciones laborales trajeron consigo una gran hipertensión arterial que le afectó los dos riñones. Antes del trasplante tuvo que dializarse por 10 meses. "Ahora debo tener cuidado permanente por eso. Lo extraño es que quedái a lo Bielsa: con tres delanteros. Te agregan un riñón a los otros dos".
Fines de la década de los noventa. Todo iba bien en la vida de Alberto Fouillioux: era un ídolo querido, con una carrera exitosa y ejemplar. Tras su retiro como jugador, en 1975, intentó ser entrenador con relativo éxito. Luego fue llamado por Canal 13 para ser uno de los comentaristas de deportes de la estación televisiva, lugar en el que, con los años, se convirtió en una de las figuras más populares de la TV. Todo eso se hizo añicos el año 2000, cuando el Servicio de Impuestos Internos acusó a Alberto Fouillioux de no haber pagado impuestos entre los años 1993 y 2000 por $ 240 millones. El desgaste por los temas legales y penales relacionados con el caso terminó por afectar su situación laboral. Fouillioux mantiene que, junto con la demanda de impuestos internos, llegó el momento de cobrarle cuentas por su anterior éxito. Después de casi 20 años como hombre ancla del área deportiva de Canal 13, el ex mundialista fue despedido. "Se aprovechó esa coyuntura para crear la tesis que yo le estaba quitando un puesto a un egresado de periodismo. Pero Sergio Livingstone, Pedro Carcuro o el mismo Julio Martínez no pasaron por una escuela de periodismo y siguieron trabajando igual. Ahora uno ve en los canales a tipos que no se saben los nombres de los jugadores. O los relatores que hablan de la sopaipilla o que se le cayó el paraguas a un periodista".
Independiente de las consecuencias que le trajo la demanda de Impuestos Internos, Fouillioux asume su responsabilidad: "Lo que pasó fue culpa mía. Fue un descuido sin mala fe en lo absoluto que desgraciadamente fue agrandado por los medios y que pagué con creces. Eso me causó la hipertensión, la operación al corazón y el trasplante al riñón".
Fouillioux mantuvo en tribunales que él daba por pagado sus impuestos cada vez que le descontaban el 10% de sus boletas. Pero, por sus niveles de ingreso, el ente estatal exigía recaudar el máximo de impuesto a la renta de esa época: 45%.
-Yo creo que se ensañaron conmigo en ese momento. En ese tiempo estaba el tema de los sobresueldos y creo que mi tema fue usado mediáticamente.
Como jugador, Alberto Fouillioux marcó una década dorada para Universidad Católica, opacada sólo por la supremacía del Ballet Azul. Con los cruzados fue capitán, ganó dos campeonatos locales y llegó a tres semifinales de Copa Libertadores. A la Selección del 62 llegaba como titular indiscutido y como la estrella del equipo de la franja. Fouillioux recuerda cuatro momentos clave en su carrera con especial cariño. La obtención del campeonato del 61 con la UC gracias a un penal suyo que decidió la final contra la "U". Su participación en el proceso del 62. Su paso por el Lille del fútbol francés, donde es considerado una de sus máximas figuras históricas. Y un partido en Río de Janeiro con Brasil a mediados de los 60 con la selección chilena. Fue empate y al día siguiente O'Globo tituló: "Fouillioux fue más que Pelé".
Durante la década del 60, Fouillioux fue capitán de la Selección y llegó a las 70 apariciones con la Roja, siendo superado sólo por Leonel Sánchez y Nelson Tapia. Pese a ser titular el 62, el mundial pudo haberle llegado demasiado joven. "Era muy cabro", cuenta el capitán de esa Selección, Sergio Navarro. "Como venía de la Católica, un equipo más elevado, los de la "U" y Colo Colo lo molestábamos por su falta de barrio, aunque él siempre aguantó bien. Tenía un gran nivel como jugador, era la figura de la UC, y con el paso de los años fue sacando más personalidad".
El 62 fue un año de gloria para el fútbol chileno después del mundial. Con las dos universidades peleando el título y todos los seleccionados jugando a gran nivel, además mejoraron los sueldos. "Me acuerdo que firmé contrato con la Católica y me pude comprar una casa".
Pero fuera de la cancha Fouillioux alcanzó status de rockstar. Su éxito en el fútbol y su parecido al actor francés Alain Delon le trajo hordas de admiradoras. El productor Camilo Fernández quiso capitalizar su imagen y sacó la canción "Tito, mi amor" en la voz de Luz Eliana. Fue un hit, pero Fouillioux siguió en lo suyo: "Estaba metido en jugar, en mis estudios de Derecho y en mi familia. Podría haber vivido más la vida, pero yo vivía del fútbol y quería que me fuera bien".
La vida le cambió y él lo reconoce. Tuvo que cambiar su casa en Santa María de Manquehue por su actual departamento en Colón. Y sus dos hijos menores, Paz y Gonzalo, deben estudiar en la universidad con crédito universitario.
Ya lejos de los tiempos en que Alberto Fouillioux era parte fundamental de la parrilla deportiva de Canal 13, ahora el ex futbolista se mantiene gracias a diversos proyectos. Los martes hace un programa con el menor de sus hijos, Gonzalo, llamado "Los Fouillioux", transmitido en el canal de streaming del Huevo Fuenzalida. También trabaja en la primera feria del fútbol, que se hará a principios de julio en Espacio Riesco. Paralelamente, presenta proyectos para federaciones, canales de televisión y radios. El club de su vida, la Católica, le rechazó hace un tiempo un proyecto para las series menores.
En el auto, de vuelta del Estadio Nacional, Fouillioux repasa su vida: "Siempre hice lo que me gusta: fui jugador de la Católica, de la Selección, capitán, jugué dos mundiales, estudié Derecho y me fue bien como jugador en Francia. Luego quise ser técnico y entrené a la Católica y a Colo Colo. Después entré a las comunicaciones y eso me apasionó también".
-Y ahora, ¿hace lo que le gusta?
El viejo ídolo mira al cielo.
-No, ya no. Ahora hago lo que puedo.