Hola, quiero hacer un encargo de 25 empanadas", dice un cliente apenas entra al local. "¿Para qué día las necesita?", pregunta Andrea Miranda detrás del mostrador . "Para el viernes anterior al 18", precisa, y de inmediato recibe un "no tendremos" de vuelta. "¡Pero si le voy a pagar altiro!", reclama el comprador. Pese a su insistencia, obtiene nuevamente una negativa.

Esa es la misma respuesta que recibieron todos los que llegaron a Los Militares 6946, en Las Condes, con la idea de encargar empanadas para el jueves 13 y el viernes 14. Los pedidos para ambos días superaron las 3.000 unidades, una cifra inédita, y por esa razón los dueños de la fábrica Paula A. decidieron rechazar nuevos encargos para esas fechas. "Esos días las empresas celebraron las Fiestas Patrias con sus empleados y no pararon de llamarnos. De hecho, una inmobiliaria nos pidió 450", asegura Miranda, una de las dueñas.

El domingo 19 de agosto, el Círculo de Cronistas Gastronómicos eligió las empanadas de Paula A. como las mejores de Santiago. Fue la ganadora entre más de 100, provenientes de toda la Región Metropolitana.

"Fue la más cercana a la empanada ideal. Tiene buen aspecto y, de entre todas, el mejor sabor en conjunto entre la masa y el pino", explica la presidenta del círculo, Pilar Hurtado.

Desde el día siguiente al premio, el teléfono de Paula A. no paró de sonar. Tampoco la cantidad de gente que llegó hasta su local para probar su famosa preparación. "Esto ha sido una locura. La gente debe pensar que en el mundo se van acabar las empanadas. No encuentro otra explicación", resume Miranda.

"Los fines de semana esto se llena. A la hora de almuerzo hay una fila larga de personas. Antes no pasaba", cuenta el dueño de la florería que está frente a la fábrica.

Es lo que ha sucedido los sábados y domingos posteriores al premio. Pasado el mediodía, la gente empieza a llegar y forma una fila tan larga que, incluso, dobla por Gerónimo de Alderete, la calle que está cerca del local. Cuenta Andrea que "el primer fin de semana se hizo una tole tole. Se juntó demasiada gente. Algunos llegaron desde Chicureo y Maipú para probar las empanadas. Desde entonces, tenemos otra cajera más".

Tanta ha sido la demanda, que la fábrica cuadruplicó su producción: de las 500 empanadas que hacían antes del premio, pasaron a más de 2.000. Por lo mismo, aumentaron en forma considerable la cantidad de carne, harina, huevos y aceitunas que compran. Además, invirtieron en dos nuevos hornos y ahora operan con cuatro.

También aumentó el personal. Al maestro panadero, un ciudadano peruano que trabaja desde el año pasado en Paula A., se sumaron otros dos. Además, se integraron otras personas que apoyan las labores de venta, entre ellos algunos familiares de los propietarios.

"Apenas hemos parado, es mucho el trabajo. En 2010 sacamos el tercer lugar en el concurso de la mejor empanada, pero ahora es una locura. En los últimos días, apenas he dormido un par de horas", confiesa Andrea.

En Fiestas Patrias, la jornada en la fábrica comienza temprano. Los maestros panaderos llegan a las 7.30 AM y de inmediato se concentran en la preparación de la masa. El pino, hecho de posta negra picada a mano, queda listo el día anterior.

"Trabajamos a full y muy rápido. Estamos haciendo 240 empanadas por hora", cuenta Miguel, el maestro panadero, mientras las rellena con pino, una aceituna y un cuarto de huevo cocido.

A las 9 AM se abre el local. Ahí, también ofrecen colaciones y otras 13 variedades de empanadas, entre ellas de mariscos, española, espinaca, pizza y ostión. De todos modos, la que más se vende es la de pino. A las 5 PM, todos los días, se deja de atender público en el lugar.

"La gente me pregunta por qué cierro tan temprano. Pero a mí no me interesa vender más. Podría hacerlo, pero mis maestros estarían cansados, no las entregaríamos como corresponde y eso echaría a perder el prestigio de las empanadas. Prefiero hacer una que haga que la gente diga: se merece el premio", explica Miranda.

También descarta, por ahora, abrir una sucursal, pese a que los clientes se lo han pedido, sobre todo los que viven en Providencia. Prefiere mantenerse con el actual local de Los Militares. Se instaló ahí en 1994, cuando su socio en la fábrica, Víctor Casanova, regresó desde Sydney, donde tiene dos locales de venta de empanadas. Al lugar, quisieron ponerle Paula, pero ya había en Santiago un café con ese nombre. Por eso le agregaron una A.

Desde entonces, el ajetreo en la fábrica no se ha detenido. De hecho, Andrea sólo descansa tres días en el año: el 1 de mayo, el 1 de enero y el 25 de diciembre. El resto del tiempo lo dedica a Paula A. "Trabajo aquí de lunes a domingo y hace años que no salgo de vacaciones. Me encanta hacer mis empanadas y por eso soy feliz en este lugar. Este es mi mundo", finaliza Miranda.