Rachel (16) viste un chaleco verde de hilo, un pantalón negro holgado y zapatillas. Sentada en el living de su casa, de piernas cruzadas y con los brazos sobre su estómago, deja ver su pelo natural y el rostro sin maquillaje. Nada fuera del otro mundo, salvo por un detalle: hace un año su apariencia era completamente distinta. Usaba pantys con hoyos, minifaldas muy cortas, corset y extensiones de pelo de colores. Formaba parte de las trashy life, tribu urbana inspirada en la estética de las modelos norteamericanas Audrey Kitching y Hanna Beth. Se trata de un estilo que define como pokemones, pero más atrevidos. "O sea, teniái que carretear mucho, vivir la vida... loca", explica esta chica que también fue pokemona y emo. Por entonces, pasaba las tardes de lunes a jueves en fotolog, los viernes iba a "Costa" (Costanera), los sábados y los domingos, al Club Cadilac y a la Blondie.

Ahora no sólo cambió su apariencia, también su estilo de vida. Ya no tiene fotolog y dice que perdió el interés por internet. También carretea menos, y cuando lo hace prefiere juntarse con sus amigos en su casa. La historia de Rachel es reflejo de un cambio que no sólo se aprecia en su forma de vestir, sino con mayor propiedad en las calles de Santiago: la decadencia de las tribus urbanas. Si hace algunos años era una tendencia identificarse con alguna de ellas, ahora son contados los jóvenes que participan en estos grupos que han abandonado paulatinamente parques, plazas y estaciones de metro.

Hasta hace algunos meses, el parque que rodea al Metro Salvador era el principal punto de encuentro de los pokemones, emos, otakus y oshares, pero ahora lo más parecido a un ponceo es una pareja de unos 30 años, que permanece abrazada en uno de los accesos a la estación. "Hace más de un año que no se ven esos cabros por acá. Ahora viene un público más adulto", dice Gonzalo Soto, quien atiende el Café Literario de Providencia. Una guardia del lugar reafirma esta observación y agrega que sólo los sábados en la mañana se reúnen en las cercanías los fanáticos de Harry Potter.

Una situación similar se observa en las afueras del Eurocentro. Es sábado por la tarde y en la esquina de Ahumada con Moneda se divisan sólo dos parejas jóvenes que lucen pitillos, chapitas en sus solapas y cabellos alisados. Es que no sólo los chicos que pertenecían a las tribus las dejaron, sino que la generación siguiente no enganchó con ellas.

La retirada de las tribus

"En mi curso no se habla del tema. Hay un grupito otaku, pero diría que igual está pasando de moda", dice Roberto (15). Si las tribus urbanas están en extinción, ¿cuál es la nueva moda? Al parecer, el recambio no trae estilos tan marcados, curiosos ni llamativos. "Cada persona crea el propio. Yo he visto súper poca gente que copie un estilo definido. Por ejemplo, puede que escuchen la misma música, pero tienen otras ideologías o se visten diferente", explica Alonso (15). Ellos pertenecen a la nueva generación de adolescentes que no enganchó con las tribus urbanas. "Uno es uno y no pretende ser otra persona", agrega Roberto.

Así, la nueva moda es personal. Los jóvenes buscan potenciar un look propio en contraste con la uniformidad de las tribus urbanas. Algo que confirma Alejandro Bernales, coolhunter y director de Bold.cl, blog de tendencias visuales: "Una de las conductas que he notado con fuerza a partir de finales del año pasado ha sido la búsqueda permanente por parte de jóvenes de obtener un estilo único".

En el Parque Uruguay, entre Pedro de Valdivia y Nueva de Lyon, principal lugar de encuentro de estas tribus, hoy sólo se juntan grupos aislados. Un par de chicas se fotografían juntas a la usanza pokemona. Tienen el cabello alisado y una de ellas tiene una extensa chaquilla que cubre su frente hasta los ojos. Pese a su apariencia y actitud, ellas no se reconocen a sí mismas como parte de una tribu urbana: "No somos pokemonas, pa na", aclara una de ellas, quien agrega que en realidad nunca se sintieron parte de estos grupos: "No por peinarme de cierta manera altiro voy a ser pokemona. Creo que tengo una parada menos engrupida y reventada. Tal vez por eso nunca me llamaron la atención, porque son puro carrete y nada más", explica.

Para Rodrigo Larraín, sociólogo de la Universidad Central, una de las principales causas que explica la falta de continuidad de estos grupos juveniles es la precariedad de sus argumentos, más basados en la construcción de una imagen propia que en la conformación de una identidad que los aglutine. "Era gente que no tenía proyecto, sino una especie de ensayo-error para ver cómo se mostraban y eran reconocidos. Así su vida pasó a tener sentido, aunque sea súper efímero", explica.

Una sensación parecida es la que tiene Pía (18), conocida como Pititita en el mundo pokemón, tribu a la que perteneció hasta tercero medio: "Al final te vas dando cuenta que el ser pokemona no te lleva a nada. Te lleva a alejarte de tu familia y ser tomados como una locura. Si érai pokemona, érai rebelde, érai suelta, érai de todo", concluye. Aunque aún escucha reggaetón, cerró su fotolog, dejó de ir a las discos, cambió su ropa y dejó de alisarse el pelo, que hoy luce con sus rizos naturales.

Además, la uniformidad que alcanzaron los miembros de estos grupos explicaría su falta de atractivo para las nuevas generaciones de adolescentes. "Yo creo que al principio fue una búsqueda de identidad, pero como la mayoría se dio cuenta que todos eran iguales, por eso ahora se busca una propia", dice Alonso, quien agrega que para él y sus amigos resulta más atractivo cultivar sus propios gustos y formas de vestir: "No estamos ni ahí con copiar un estilo, preferimos ser únicos".

Raúl Zarzuri, investigador del Centro de Estudios Socioculturales y experto en tribus urbanas, dice que "hoy en día a nivel de visibilidad éstas se encuentran en cierto declive o transformación", dice. Según el sociólogo, eso se debe a que los jóvenes entienden que ya no tienen que ser algo y que pueden construir su propia figura, a través de elementos que están dando vueltas en el espacio cultural.

Este fenómeno hará que en el futuro sea más difícil diferenciar estilos como los que hace algunos años coparon las calles y parques del país: "Cada vez se dará una mayor hibridación, donde los estilos se irán mezclando cada vez más", proyecta Zarzuri.