En todos los colectivos humanos siempre hay rebeldes, ya sea con o sin causa, y las empresas no son una excepción. Pero la rebeldía está precedida de una carga negativa, de modo que las personas con ese perfil deben enfrentarse al rechazo de los empleadores, sus jefes y, a menudo, de sus propios pares. Sin embargo, aunque cueste asumirlo, los rebeldes corporativos pueden llegar a ser un aporte para las organizaciones, ya que poseen varias características que al ser explotadas agregan valor a la compañía.
Los rebeldes, en general, son catalogados de esta forma porque en algún punto desafían lo establecido, ya sea porque no lo sienten correcto o simplemente para demostrar una diferencia con el resto. Existen gerentes rebeldes, que de una u otra forma saltan conductos regulares y procesos establecidos, los que pueden ser percibidos de diferentes maneras, según el motivo tras la acción, y están aquellos que transgreden sólo por motivos personales y egocéntricos, es decir, para demostrar que pueden hacerlo y por ello sentirse superiores.
Por otra parte, hay conductas calificadas de rebeldes que son gatilladas por alguna buena causa o un beneficio común, y son las que llevan al resto a una aceptación de la conducta.
Considerando estos matices y sutilezas, si una empresa logra captar y aprovechar la parte positiva de la rebeldía, puede sacar buenos réditos, dado que desde un punto de vista organizacional, se considera que las personas que tienden a tomar decisiones distintas a lo establecido, por lo general son autónomas y líderes, con capacidad de abstracción y crítica.
"Incluso, los nuevos innovadores podrían ser catalogados de pensadores rebeldes, porque no creen en lo establecido y critican cosas que otra gente daría por obvias", agrega Murilo Arruda, managing director de DNA Human Capital.
El experto afirma que si este tipo de personalidades son bien manejadas por los líderes del equipo. pueden llegar a ser un gran aporte para las organizaciones. "En este sentido, es conveniente dar espacio para que se expresen y al mismo tiempo establecer los límites de esa conducta. Al tratar de reprimir la rebeldía, también se puede estar reprimiendo la innovación, perdiendo así un activo de valor para la compañía", dice Arruda.
Es más: si un gerente aplica bien su liderazgo y sabe cómo encauzar al rebelde, sacará entonces a relucir sus atributos y también contará con todo su apoyo.
Libertad con reglas claras
Un estudio de la Universidad de Harvard publicado en junio de 2014 reveló que los individuos que muestran una actitud que rompe esquemas ganan en estatus si lo hacen de manera deliberada e intencional. A su vez, cuando el acto de disconformidad no tiene fondo o no aporta alternativas, no será asumido como algo positivo por el entorno.
"Esto, que les llamen rebeldes corporativos, se presta para confusión, ya que la rebelión por la rebelión puede quedarse en personas simplemente desafiantes. Ser rebelde no significa ser negativo, el buen rebelde corporativo es creativo y hace propuestas, no es el perfil del que reclama y se queja por todo", acota José Fernández Vergara, presidente de Stratos Executive Search.
Según Fernández, los "rebeldes" que exhiben ganas, conocimiento y experiencia son ideales para las empresas y capaces de crear mucho valor. "Pero, desgraciadamente, son poco aceptados en las compañías. En Chile se privilegian las personas obedientes, disciplinadas y son muy poco amigas de la diversidad. Por eso, la productividad y la innovación son tan bajas", añade.
Pese a ello, en ciertos rubros y profesiones los rebeldes son más aceptados e incluso bien mirados, como en el ámbito de la publicidad y las comunicaciones. Por el contrario, los estudios de abogados son un ejemplo de ámbito donde las conductas fuera de lo común pueden causar mayores problemas dentro del equipo, debido a que tienden a ser trabajos más estructurados y reglamentados.
Para sacar a relucir las ventajas de contar con un "buen rebelde" lo fundamental es que el líder de un equipo identifique y encauce los comportamientos que son provechosos para la organización, integrando sus ideas y pensando en formas de trabajo que permitan traer todas las ideas a la mesa, para posteriormente acordar un curso de acción.
"Es importante definir un encuadre o reglas claras para lidiar con los rebeldes, porque pueden tener nuevas ideas constantemente y esto puede tomar mucho tiempo, tanto para el líder como para los miembros de su equipo, que pueden llegar a cansarse de tener que lidiar constantemente con alguien que cuestiona sus iniciativas", sostiene Yipsi Cambara, HR Executive de Hays Chile.
Cambara aconseja integrar estas personalidades, darles un espacio y canal de expresión, con reglas definidas y metas claras. Se puede establecer, por ejemplo, una metodología que considere organizar reuniones flash y/o de lluvia de ideas y reuniones flash donde esté permitido todo tipo de aportes y después generar reuniones de ejecución donde el foco sea llevar a cabo lo que se haya acordado, sin aplicar cambios radicales, obligando de esa forma a que los rebeldes hagan seguimiento a sus propias ideas y no se queden únicamente en la creación.
"Lo peor que podemos hacer con un rebelde es decirle que no sabe nada y que no puede participar, porque no tiene la suficiente experiencia", expresa la ejecutiva de Hays.
Siempre habrá un rebelde en la organización, y en vez de excluirlos a priori, hay que identificar a los que pueden ser un real aporte y convertirse en pilares de los equipos, ya que, entre sus cualidades, suele figurar también una mayor resistencia al fracaso. Para ellos, la resiliencia y volver a intentarlo es un desafío que los motiva a seguir.