La encuesta de expectativas económicas realizada por el Banco Central mostró que la mayoría de los analistas espera que el año 2009 termine con una caída del IPC de 0,7%, lo que se explica, principalmente, por el menor precio de los combustibles en comparación con el año 2008 y por el menor poder de compra derivado de la destrucción de empleos.
El efecto final del dólar aún no está bien definido, aunque dada el alza inusual del precio del cobre, podríamos esperar que el tipo de cambio finalice el año más cerca de $ 500. Dicho retroceso en el valor de la moneda americana también ayuda a que la inflación chilena sea menor, debido a la gran cantidad de productos que se importan o, aunque producidos nacionalmente, compiten con importaciones. En suma, se han conjugado una serie de factores para provocar un evento pocas veces visto en nuestro país.
Ahora bien, lo anterior dista mucho de la deflación japonesa que se arrastró por varios años y que reflejaba la paralización que afectaba a dicha economía asiática. Por el contrario, en nuestro caso varios de los factores señalados se comenzarán a revertir en los próximos 12 meses y la inflación volverá, paulatinamente, al rango meta del Banco Central, esto es, en torno a 3% anual. Sin embargo, en el intertanto, los consumidores disfrutarán durante un tiempo de la reducción del valor de la UF, que subió bastante en los años anteriores, así como de rebajas de precios significativos en varios bienes, tal como se ha observado en los últimos meses.
Los jubilados no recibirán reajuste alguno, ya que el valor de la pensión está relacionado con el IPC acumulado, tal como ocurre con la mayoría de los salarios. Si bien conceptualmente los salarios nominales deberían bajar frente a este IPC negativo, no lo harán debido a las restricciones legales vigentes, por lo cual el salario real será mayor de lo que era hace un año.
Existe otra ventaja adicional que se deriva del espacio que le deja al Banco Central esta baja inflación. De no estar enfrentando este fenómeno, el instituto emisor se vería obligado a subir la tasa de interés en unos pocos meses más. En cambio, el costo de crédito debería mantenerse bajo e incluso podría reducirse marginalmente al cambiar, paulatinamente, la percepción de la recuperación económica y con ello la percepción de riesgo.
De esta manera, debemos disfrutar de este año en donde el costo de la vida no subirá y con ello compensaremos, en parte, la alta inflación de 2007, que fue de 7,8%, y de 2008, que alcanzó a 7,1%. Durante esos años subieron todas las materias primas y los alimentos, y la inflación se convirtió en la principal preocupación de los chilenos. Eso empezó a moderarse en el último trimestre del año pasado y ha sido lo único bueno que ha traído esta crisis económica. Es tan importante para la vida diaria que ya no exista el problema inflacionario, que considero que esto explica, en parte, el aumento de la aprobación del gobierno y de la Presidenta Michelle Bachelet en las últimas encuestas.
Lamentablemente, esta situación de nula inflación no persistirá por mucho tiempo y ya a mediados del próximo año veremos que las expectativas comienzan a cambiar y la tasa de interés comienza a moverse a su equilibrio de mediano plazo, desde el 0,5% actual a 5% ó 6% aproximadamente, a lo largo de los próximos 24 meses. La inflación, de esta manera, buscará también su rango establecido y el 3% de aumento en el costo de la vida volverá a ser parte de nuestro escenario económico.