LA VIOLENTA jornada del miércoles pasado, cuando Italo Nolli, un delincuente armado, dio muerte a dos detectives, hirió a otros y horas después fue abatido en el centro de Santiago, ha abierto interrogantes en torno al operativo desplegado. El análisis de la manera en que se procedió constituye el mejor camino para introducir correcciones que podrían ayudar a mejorar la seguridad de los funcionarios policiales y de la población en general.
El director de la Policía de Investigaciones (PDI) ha dispuesto una evaluación interna de todo el procedimiento aplicado, desde que una patrulla de la institución llevara adelante el control que derivó en el tiroteo en el que cayeron asesinados el subcomisario Marcelo Morales y la inspectora Karim Gallardo. La iniciativa del jefe policial es valiosa y debería ser acompañada por una revisión más general de todo el proceso por parte de autoridades del Ministerio del Interior y Seguridad Pública, pues deben estudiarse procesos, protocolos y la manera en que se coordinan la PDI y Carabineros.
Todo indica que los controles policiales al ve-    hículo del asesino y a un camión que lo acompañaba no se llevaron adelante tomando los resguardos necesarios. El hecho de que Nolli haya sido capaz de matar a Morales y Gallardo y de herir a los otros detectives que componían la patrulla sugiere que los efectivos de la PDI fueron tomados por absoluta sorpresa por el delincuente. Luego de perpetrar el doble crimen, el atacante pudo ir a su trabajo y a su domicilio, pese a que había sido identificado por la PDI tras haber dejado su cédula de identidad en el lugar del delito. Una revisión del procedimiento de control y un entrenamiento más afinado para perfeccionar la manera en que éste se lleva a cabo son tareas que deberían ser abordadas a la brevedad por las autoridades policiales.
La caótica persecución que se realizó luego, y que concluyó con el tiroteo en el que fue abatido Nolli, involucró a decenas de vehículos policiales que recorrieron las calles de la capital a alta velocidad, incluso causando algunos accidentes de tránsito. Aunque la evidente peligrosidad del criminal ameritaba un amplio operativo, es recomendable que éste se haga de la forma más organizada posible, de manera que la búsqueda se conduzca con la mayor eficacia y disminuyendo el riesgo para la seguridad de transeúntes y automovilistas, los que, incluso, se vieron expuestos a una intensa balacera en plena vía pública. La masiva participación de detectives, cuya especialidad es la investigación, se puede entender debido a que dos de sus camaradas habían sido asesinados, pero la represión de los criminales en la calle es una tarea que corresponde primordialmente a Carabineros.
Como una manera de evitar la improvisación, sería oportuno que operaciones de esta escala sean puestas bajo la tutela de una autoridad central previamente designada, que coordine el despliegue en terreno, distribuya funciones y vele porque los procedimientos adoptados minimicen, dentro de lo posible, el riesgo al que se verá expuesta la población civil. Los resultados de la investigación que lleva a cabo la policía civil deberán servir de base para efectuar estos ajustes y perfeccionar así la eficacia y seguridad del accionar de las policías.